¿Por qué Guaidó perdió su ventana de oportunidad?
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Aunque el líder de la oposición venezolana sigue despertando entusiasmo y esperanza para muchos, la fuerza del principio de su movimiento se ha visto aminorada
Han pasado ya tres meses desde la juramentación de Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela. Este primer gesto de la oposición en enero de este año funcionó como un primer golpe al gobierno de Nicolás Maduro y sirvió para poner el foco del mundo en la política venezolana. Las emociones que generó este primer acto de rotunda oposición parecen haberse calmado en estas últimas semanas. Esto, aunque no necesariamente signifique el fracaso de la estrategia de la oposición, sí marca un episodio más de un patrón que puede verse en la historia reciente de Venezuela: no basta con un líder de la oposición que cargue con el peso del cambio.
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Ha habido, sin embargo, catalizadores que habrían podido favorecer la estrategia de la oposición en términos del hastío de una gran parte de la población del gobierno de Maduro. El reconocimiento de Juan Guaidó por algunos países entre los cuales se encuentran algunas potencias económicas, los recientes apagones nacionales y la falta de agua potable son factores que han enfurecido a una mayoría de la población y que aumentarían el reconocimiento y esperanza en el líder de la oposición. ¿Por qué, entonces, Juan Guaidó ha perdido su ventana de oportunidad?
El líder de la oposición, por un lado, no ha sabido aprovechar del todo la oportunidad que se abría el pasado enero. La posesión de Nicolás Maduro era claramente el momento adecuado para alzarse en contra de su gobierno y esto Guaidó lo entendió muy bien. La estrategia del acto político de la juramentación de hace tres meses como una antítesis de la posesión de Maduro fue una movida muy inteligente. Sin embargo, la oposición venezolana ya ha pecado antes de gestos políticos sin mucha estrategia posterior. Así, aunque Juan Guaidó no ha dejado de sonar, sí ha sido acallado en varias ocasiones por el gobierno debido a que Maduro cuenta aun hoy con un apoyo militar grande. De esta manera, el líder de la oposición debe ser mejor lector del contexto y de la situación de Venezuela, dado que, como puede verse en el balance de estos meses, debe darse cuenta de que el tiempo necesario para tumbar al gobierno tomará más de lo necesario y no sucederá de un día para otro como parecía sentirse en el furor de su juramentación en enero.
En este orden de ideas, tanto el líder de la oposición como la población venezolana deben entrar en una dinámica nueva de ajuste de expectativas en la que la oposición cambie de estrategia. El proceso ha entrado en una nueva etapa más detenida y pausada en la que debe reevaluar algunas de sus movidas para lograr más efectividad en el camino al cambio de Venezuela dado que habría sido un error pensar que este se daría de la noche en la mañana.
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Ante la estrategia de la oposición, Nicolás Maduro, además, ha demostrado ser muy astuto. Su gobierno ha resistido más de lo normal ante las marchas de la oposición, las opiniones de otros países y el hecho de que el presidente de la asamblea se haya nombrado a sí mismo como presidente encargado. Entre los elementos que generan más apoyo al presidente actual y que lo ayudan a resistir en el poder están las Fuerzas Armadas de Venezuela. Los mandos medios y altos de las fuerzas militares apoyan aun hoy al gobierno actual y permanecen en un espíritu corporativo que no parece estar dispuesto a hacer cambios estructurales. Ante esto, Juan Guaidó hizo su propuesta de amnistía para quienes no quisieran apoyar el régimen de Nicolás Maduro pero no ha logrado dar con una propuesta de cambio y transición política que satisfaga a la institución militar que parece no moverse de su lugar.
Por otro lado, la ficha más importante de Guaidó y de la estrategia opositora ha sido el apoyo internacional. Hace tres meses muchos países tomaban posición en la situación política de Venezuela, que por un momento fue el foco de la política mundial. El apoyo de Estados Unidos y la presión de Washington ha sido primordial en la estrategia de Juan Guaidó. Sin embargo, habría que preguntarse hasta qué punto la oposición puede apoyarse exclusivamente en el apoyo de Estados Unidos. Puede ser una ficha importante, sí, pero no la única. Las amenazas de intervención militar y todo el debate alrededor de la ayuda humanitaria solo fortalecieron a los detractores de Guaidó y aumentó la favorabilidad de Maduro entre quienes aun hoy lo apoyan. Así, esta estrategia ha demostrado ya no ser la mejor.
Lo que sí demuestra una y otra vez el nacimiento de un nuevo líder opositor es que el poder de la manifestación social en Venezuela es de alto alcance. Los momentos más esperanzadores para la oposición han sido siempre en la historia reciente de Venezuela cuando el pueblo se ha levantado, como hace tres meses. La estrategia debe ir de la mano de la manifestación social y de las marchas, que desde siempre han fortalecido a la oposición.
En conclusión, tres meses después de la juramentación de Juan Guaidó como presidente encargado, puede hacerse un balance de que el líder de la oposición venezolana no supo leer el contexto en el que comenzó su estrategia y debe, a partir de esto, cambiarla por una más detenida y pausada en la que el apoyo militar y del pueblo tengan más eso y sean una prioridad antes que las amenazas de intervención militar extranjera. Si no, la ventana terminará de cerrarse.
LatinAmerican Post | Equipo editorial