Canadá alza la voz por el genocidio de las mujeres nativas
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En el informe ‘Reclamar nuestro poder y lugar’, que investiga los asesinatos y desapariciones de mujeres autóctonas en Canadá, se muestran los rezagos del colonialismo
Cuando los europeos llegaron a América hace unos 500 años, detrás de sus discursos de civilización, se crearon una cantidad de estereotipos frente a los nativos. Esta caracterización eventualmente llevó a los excesos de violencia contra a los indígenas, puesto que, dentro de otras razones, los consideraban seres inferiores, por su color de piel, por sus creencias o por sus costumbres.
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Ya todos sabemos las consecuencias: la masacre de culturas enteras, las encomiendas y otros mecanismos de esclavización, la hegemonía actual de lenguas y tradiciones europeas en toda América, entre otras. Así, la población autóctona en Latinoamérica es un minoría muchas veces vulnerable a la violación de sus derechos.
Sin embargo, ha habido intentos en los últimos años de reivindicar y visibilizar ese lado oscuro de la historia americana. Un ejemplo de esto es el reciente informe canadiense, ‘Reclamar nuestro poder y lugar’, publicado por la comisión de la Investigación Nacional sobre las Mujeres y Niñas Autóctonas Desaparecidas y Asesinadas. Desde el 2016, esta comisión se encargó de recorrer el país para realizar entrevistas y crear espacios de encuentro a través de los cuales se esclarece cuál ha sido la realidad de la violencia contra las mujeres autóctonas en los últimos 60 años.
Esto hace parte de una iniciativa del Gobierno de Trudeau, cuya promesa de campaña era hacer justicia en relación con temas oscuros de la historia canadiense. Así, como afirmó el mismo Trudeau en un discurso frente Asamblea General de las Naciones Unidas hace dos años, “Para los Primeras Naciones, la Nación Métis y los pueblos Inuit en Canadá, esas tempranas relaciones coloniales no se trataban de fortaleza mediante la diversidad, o de una celebración de la diferencia”, más bien “La experiencia fue mayormente una de humillación, negligencia y abuso”
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El costo total de la investigación fue de 92 millones de dólares canadienses (alrededor de USD $67 millones) y la presidenta encargada fue Marion Buller, juez autóctona retirada. Como recuerda El País, el último informe de la cantidad de muertes, hecho por la Real Policía Montada de Canadá, que comprende los años entre 1980 y 2012, declaraba que el total de asesinadas era 1017 y 164 desaparecidos. No obstante, como afirma The Guardian, el informe da una cifra de alrededor de 4000, aunque un número exacto nunca se podrá establecer.
Un genocidio: el resultado del informe
El informe “Reclamar nuestro poder y lugar” contó con la participación de más de 2380 personas, incluidas miembros de familia, sobrevivientes, expertos y Guardianes del saber, que colaboraron de distintas maneras. Algunas dieron su testimonio en entrevistas (468), otras por escrito (750) y unas a través de la creación de expresiones artísticas (819). Asimismo, se reunió a 84 expertos, Guardianes del Saber, Ancianos, miembros de instituciones que dieron su juicio sobre el tema en 9 audiencias.
El resultado de la investigación fue que las mujeres y niñas autóctonas han sido víctimas de un genocidio. Sí, un genocidio, la misma palabra con la que calificamos la masacre de Rwanda o el holocausto. Como se afirma en el informe, “La violencia denunciada a lo largo de la Investigación Nacional representa una práctica social genocida, deliberada y racial contra los pueblos autóctonos, que incluyen las Primeras Naciones, los Inuits y los Métis, cuyo objetivo eran particularmente las mujeres, las niñas y las personas 2ELGBTQQIA”.
En ese sentido, la violencia ejercida sobre estos pueblos funciona con una lógica racial y étnica, propia de una herencia colonial que no respeta los derechos humanos de estos pueblos. “En efecto, ciertas verdades enfatizadas durante los testimonios escuchados y presentados a lo largo de este informe se centran en las acciones e inacciones del Estado que encuentran sus raíces en el colonialismo y las ideologías conexas”. El problema con estas lógica colonial es que reposa “sobre una presunción de superioridad, ideologías que sirvieron para mantener el poder y el control sobre las tierras y sobre los individuos oprimiendo a estos últimos y, en muchos casos, eliminándolos.”
El objetivo del informe, además de esclarecer qué era lo que había pasado con estas mujeres, era proponer recomendaciones para que este tipo de violencia sistémica pudiera prevenirse. Con eso en mente, se propusieron 230 recomendaciones en las que se incluye, explica Le Devoir, la creación de un ‘escuadrón policial nacional’ al que las familias pueden dirigirse para a abrir de nuevo las investigaciones. También se propuso la creación de una Unidad de investigación especial independiente, que se encargaría de aclarar “las omisiones de investigación, la inconducta de la policía y todas las formas de prácticas discriminatorias”.
En últimas, como aclara el informe, “Aportar a los cambios que se imponen para dar fin a la violencia no es solamente una cuestión de política de interés público, sino que también es una apuesta jurídica nacional e internacional”. Si las mismas leyes castigan la violencia de género y las demostraciones de odio por razones de raza o nacionalidad, de pronto es posible evitar que haya más víctimas como las mujeres y niñas autóctonas.
Reacciones a la publicación
Las voces a favor y en contra no demoraron en escucharse. Entre aquellos que elogiaron el informe está Trudeau, claramente, quien dijo, en su discurso durante el lanzamiento, que "Muchas personas, no autóctonas como autóctonas, muchas instituciones encontraran este informe, las verdades [que contiene] díficiles, provocativas, incómodas. Se trata de un día incómodo para Canadá, pero es un día esencial", refleja Le Devoir. A pesar de elogiarlo, el presidente canadiense no pronunció la palabra 'genocidio', lo que ha causado críticas por parte de los nativos. Por ejemplo, Lorelei Williams, una líder autóctona cuya tía está desaparecida y su prima fue asesinada, afirmó para The New York Times que "Sí, genocidio es exactamente lo que esta pasando, y Canadá todavía está en negación de esto" (“Yes, genocide is exactly what’s happening, and Canada is still in denial about this").
En el lado de quienes cuestionaron el informe o, más bien, el uso de la palabra genocidio, se encuentra el primer ministro, Francois Legault, quien considera que de pronto fueron muy lejos con sus afirmaciones. "Es muy grave y no quiera minimizar lo que sucedió, pero al mismo tiempo cuando vemos la definción de esta palabra [genocidio], efectivamente, uno se puede preguntar si aplica", reflejó Le Devoir.
LatinAmerican Post | Juan Gabriel Bocanegra
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