TECNOLOGÍA

El futuro despega desde el agua en Canadá

El pasado 10 de diciembre se efectúo el primer vuelo desde un avión totalmente eléctrico.

Hidroavión eléctrico.

Hidroavión eléctrico. / Foto: Cortesía de la compañía Harbour Air

LatinAmerican Post | Alberto Castaño Camacho

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Así como ese 17 de diciembre de 1903 los hermanos Wilbur y Orville Wright partieron la historia de la humanidad entre el antes y el después de que se volara el primer aeroplano, así mismo el 10 de diciembre de 2019 pasará a la historia como la primera vez que se logró hacer despegar un avión totalmente eléctrico.

La hazaña se consiguió con un vuelo que despegó del agua en la provincia de British Columbia en Canadá. Fue desde las aguas del hermoso río Fraser que pasa serpenteante por Richmond, un poblado que se encuentra muy cerca de Vancouver, una de las ciudades más pobladas del país del norte.

El vuelo que se consiguió fue muy breve, apenas unos tres minutos y fue pilotado por Greg McDougall, el fundador y director ejecutivo de Harbour Air, empresa que pretende darle luz a la posibilidad de que dejemos de surcar los cielos dejando una estela de gases de efecto invernadero por toneladas cada vez que nos desplazamos, en vez de eso, realicemos viajes seguros, limpios y por supuesto, mucho más silenciosos que los tradicionales rugidos de las turbinas y los motores a combustión.

Pero no sólo fue la empresa canadiense la que hizo posible este corto pero histórico vuelo, los vecinos del sur de Vancouver tuvieron mucho que ver, pues la empresa estadounidense, MagniX, con sede en Seattle, la capital del estado de Washington, en la costa oeste, fue aliada de Harbour Air en la consecución de este momento  histórico.

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Roei Ganzarski, su CEO, afirmó que este avance tecnológico revolucionará la manera de desplazarnos, pues seguramente será mucho más rápido, económico y cómodo llegar en un pequeño avión en pocas horas a un destino al que sólo se podía llegar conduciendo por interminables horas en un país en el que las distancias son titánicas.

“Significa que puede dejar de conducir durante tres, cinco, siete horas para llegar a un destino porque no hay otra forma de llegar allí”, afirmó el CEO de la empresa que cambia turbinas de combustión de hidrocarburos por energía eléctrica.

Por su parte McDougall, el valiente que probó el avión eléctrico por primera vez, destacó que la ironía de este avión es que es toda una innovación, que es una revolución absoluta, pues nadie nunca lo había hecho, pero al mismo tiempo, semejante tecnología de punta, está instalada en un avión que tiene más de 60 años de haber sido construido.

Este hidroavión, el DHC-2 de Havilland Beaver, en realidad ha prestado sus servicios miles de veces volando entre las nevadas tierras canadienses, a lugares donde no hay acceso por vías terrestres a millones de personas que se desplazan por los más diversos motivos, desde miembros de comunidades indígenas que viven en poblados muy alejados de cualquier centro urbano, pasando por científicos e investigadores de la vida natural, hasta los famosos ingenieros de petróleos que deben viajar a distancias y parajes muy apartados de la geografía para determinar cómo construirán el próximo oleoducto o de dónde sacarán más petróleo. La paradoja es que estos últimos volarán en un avión eléctrico que representa el futuro a buscar oportunidades en una industria que representa el pasado.

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Este fue un gran salto en la consecución de una meta muy clara que tienen algunos visionarios: incrementar la tecnología para hacer más eficientes los procesos y así generar mayores recursos e ingresos sin destruir los recursos naturales que dan origen a cualquier actividad económica que pueda ser concebida.

Sin embargo el camino aún es largo, pues pasarán dos años de pruebas y seguramente ensayos y errores antes de que este avión pueda ser certificado para uso comercial de transporte de carga o pasajeros.

El “E-Plane”, funciona con baterías de iones de litio, las mismas que han sido utilizadas en la estación espacial internacional para generar la energía necesaria en el espacio. Utiliza un motor de muy bajo peso que reemplaza el gran motor que debe tener este viejo aparato para generar la potencia y el torque suficiente para hacerlo despegar del agua y mantenerlo en vuelo.

Definitivamente un impresionante logro que se llevó frente a un público de apenas 120 personas y que demuestra que mientras hay quienes pretenden eternizar el pasado contaminante, también hay quienes dedican su vida a la investigación de nuevas y más amigables tecnologías con el único hogar en el universo que tenemos. ¿Será que el tiempo de transformación alcanza?

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