No sólo el León Júpiter está en peligro de muerte
Es controversia la grave situación de salud de Júpiter, un león africano víctima de la negligencia de autoridades ambientales en Colombia.
Además del caso de Júpiter, el león de Colombia, otras especies también están en peligro. / Foto: Cortesía
LatinAmerican Post | Alberto Castaño Camacho
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Read in english: Jupiter the lion isn’t the only Colombian animal in danger
Gran revuelo en redes sociales y en medios nacionales e internacionales causó en días pasados la grave situación de salud del León Júpiter, un león africano criado en cautiverio y víctima de la negligencia de algunas autoridades ambientales en Colombia.
Inmensos recursos y despliegues mediáticos se dedicaron durante días a Júpiter y a su cuidadora Ana Julia Torres, sin embargo, a la redacción de LatinAmerican Post han llegado algunas inquietudes frente al tema, una de ellas es: “¿Por qué a la gente le importa tanto un león africano, pero a nadie le importan a las especies que hacen parte de la biodiversidad autóctona?” Gran pregunta para infinidad de respuestas.
Tal vez la más condescendiente podría ser el vínculo creado entre Ana Julia y el león. Otros podrían pensar que la evidencia de la negligencia e indolencia con la que actuaron en su momento autoridades ambientales como el DAGMA y la CVS, ayudó a avivar los ánimos. Sin embargo, no son pocos aquellos que lo adjudican a un simple esnobismo de redes sociales, un efecto cascada de solidaridades efímeras. Lo cierto es que en Colombia están presentes seis de las diez especies de felinos de Suramérica y muchos podríamos fácilmente desconocerlo.
La bióloga Gina Paola Gómez-Junco MSc., es una investigadora de la organización ProCAT, organización internacional dedicada al desarrollo de investigaciones y estrategias de conservación y en diálogo con LatinAmerican Post explica que “en Colombia existen seis tipos de felinos silvestres, Panthera onca que es el Jaguar, Puma concolor que es el Puma o León de Montaña, esos son los dos grandes felinos de América. Pero también tenemos medianos, en orden de su tamaño encontramos el Leopardus pardalis, más conocido como Ocelote, el Leopardus wiedii, Tigrillo, luego el Herpailurus yagouaroundi que en muchas regiones es conocido como Gato Montés o Gato Pardo y finalmente el más pequeño de todos los felinos que habitan en Colombia es la Oncilla cuyo nombre científico es Leopardus tigrinus”.
Es paradójico que nos interesemos tanto por un ejemplar de una especie foránea, como es el caso de Panthera leo o león africano llamado Júpiter, pero desconozcamos los problemas que tiene nuestros propios gatos silvestres.
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La pérdida de las poblaciones de los felinos en Colombia es verdaderamente preocupante y va en aumento, “son varios factores, pero quisiera destacar dos en particular, que reitero, no son los únicos. El primero es la destrucción del hábitat natural de estos animales silvestres para convertir los bosques en potreros para la ganadería o destinados a monocultivos industriales o cultivos maderables, el segundo de ellos es la cacería indiscriminada y comercial de las presas naturales de estos depredadores”.
La bióloga afirma que “como consecuencia de estos dos factores, los felinos tienen que desplazarse para conseguir su sustento y muchas veces se tropiezan con asentamientos humanos en donde encuentran presas fáciles como ovejas, vacas e incluso gallinas, cuys, conejos y cualquier animal de corral”.
Es ahí cuando aumentan los problemas de estos depredadores felinos, pues “esto genera lo que conocemos como ‘Cacería por Retaliación’, cuando los productores cazan a los felinos silvestres como una medida de control para proteger su ganado, sin embargo, las personas no tienen en cuenta que no existe un solo felino, puede haber varios en la región en incluso otros depredadores como zorros, zarigüeyas, comadrejas, etc. Con la muerte de un felino no detienen los ataques, entonces siguen matando y matando depredadores hasta que no queda ninguno en la zona y es cuando vienen los más graves problemas de desequilibrio en los ecosistemas”.
Gómez-Junco explica que “la biodiversidad nos proporciona una cantidad muy amplia de beneficios conocidos como ‘servicios ambientales’, aire puro, agua limpia, tierras fértiles, productos del bosque como fibras, medicinas, alimentos, etc. Pero la biodiversidad es como una pared de ladrillos y cada especie es un ladrillo, si empezamos a sustraer uno de ellos y otro y luego uno más y la cadena continúa, la pared se va a debilitar, no va a prestar los servicios para lo que fue diseñada y va a terminar cayendo”. Lo que significa en palabras de la investigadora de ProCAT que “estamos tratando de solucionar un problema que nosotros mismos generamos tomando unas acciones que van a generar un problema mucho mayor”.
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En Colombia existen leyes que protegen la fauna silvestre, pero una cosa es que la norma exista y otra que las autoridades sean capaces de aplicarla. “Esta falta de ejecución de las normas hace que las comunidades no las tomen muy en serio. Entonces uno se pregunta: ¿a qué le estamos dando importancia los colombianos, a un solo ejemplar de león africano o a cientos de felinos de nuestra fauna autóctona? Preocuparnos por los hipopótamos y los leones está muy bien en el sentido en el que las personas se movilizan ante situaciones negativas que le pasan a los animales, el problema es que todos estos movimientos se dan con especies que son exóticas, no con lo nuestro, con lo propio, con la biodiversidad colombiana”.
Y agrega la bióloga que “el caso de los hipopótamos es emblemático, es una especie que genera muy graves problemas a nivel ecosistémico y que cuando se plantean soluciones como hacer control poblacional, las personas no entienden el por qué y se generan movimientos animalistas para que no se ejerza este tipo de control. No estamos diciendo que la vida de un animal valga más que otra, pero a nivel ecosistémico sí es importante la protección de las especies nativas más que de las exóticas, lo que quiero resaltar es que así como las personas son capaces de organizarse y alzar la voz por las especies exóticas, algunas invasoras, también deberíamos tener la capacidad de alzar la voz tres y cuatro veces más alto por los animales nativos que están muriendo a diario en las áreas rurales y que sin ningún tipo de control están siendo cazados y comercializados ante los ojos indolentes de las autoridades”.