Los coyotes, una amenaza para Suramérica
La deforestación ha convertido a este animal en una especie invasora muy peligrosa para la biodiversidad.
Esta especie se consolida como una amenaza para la biodiversidad de Suramérica. / Foto: Pixabay
LatinAmerican Post | Alberto Castano
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Recientemente fue publicado en la revista científica Integrative Zoology, el estudio adelantado por varios investigadores liderados por el colombo-costarricense José Fernando González-Maya PhD., sobre la colonización invasora del Coyote Americano (Canis latrans) desde Norteamérica hacia Centro y posiblemente Suramérica prendiendo las alarmas de la comunidad científica al constituirse en una grave amenaza contra la rica biodiversidad del sur de América.
Esos cánidos que todos tenemos en el imaginativo cultural acompañando las caravanas de colonos y vaqueros por los desiertos del sur de Estados Unidos y el Norte de México, naturalmente habitan en los tres países de Norteamérica, es allí en donde encuentran sus presas tradicionales, los hábitats correctos y también sus depredadores naturales. Sin embargo, el hombre ha logrado extenderle una gentil invitación a esta especie para que penetre ecosistemas que tradicionalmente no son propios, generando graves afectaciones ambientales.
González-Maya, director de la organización ProCAT asegura que “si bien se tienen registros fósiles de los coyotes en el pleistoceno, la especie se fue replegando hacia Norteamérica como consecuencia de la era post-glacial y con ella la aparición de bosques tropicales muy tupidos poco amigables para las dinámicas del Coyote”.
Sin embargo, la alta tasa de deforestación en países como el sur de México, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá, ha sido como una invitación al coyote a penetrar esas zonas pues pasaron de ser bosques tropicales a amplias zonas de cultivos o pasturas dedicadas a la agricultura y la ganadería.
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Las consecuencias no se han hecho esperar, la naturaleza es perfecta y cuando el hombre la altera, no hay manera de que las cosas salgan bien. Uno de los ejemplos de las graves afectaciones es la disminución de una especie clave para los páramos de la cordillera de Talamanca en Costa Rica. Esos frágiles ecosistemas son el hábitat natural del Conejo de Montaña (Sylvilagus dicei).
El papel de este conejo endémico del país Tico radica en que es uno de los mayores consumidores de vegetación, cumpliendo varias funciones, una de ellas es la dispersión de semillas, pero más allá de ello, son un eslabón clave en la transferencia de nutrientes, materia y energía en toda la red trófica o cadena alimenticia.
No sólo este pequeño animalito se está viendo amenazado por la presencia de un animal invasor como el coyote, también el puma es un damnificado de la llegada de estos cánidos. El segundo felino más grande de América está presente también en la alta montaña y una de sus presas habituales son los conejos, pero los caza a una tasa de éxito muy inferior de la que ostentan los coyotes por lo cual, se mantiene un equilibrio perfecto entre la cantidad de presas y la cantidad de depredadores. Equilibrio que el coyote ha llegado a inclinar peligrosamente.
Adicional a ello, los coyotes son claramente más exitosos que el puma, pues cazan en manada a diferencia del felino que es un cazador solitario. Esta ‘competencia desleal’ ha generado un fenómeno que es conocido como exclusión competitiva afectando las poblaciones del ‘león de montaña’.
La disminución drástica en las poblaciones de estas dos especies llevándolas hasta el borde de la desaparición genera una cascada de efectos negativos como la imposibilidad de la fijación de carbono y la producción de agua amenazando con la desaparición del páramo y que estas áreas sean colonizadas por otro ecosistema.
A pesar de la gravedad en las consecuencias que ya se están viendo en Centroamérica, el peso más grande lo llevaría Suramérica de ser invadido por esta especie colonizadora. A partir del Tapón del Darién hasta el Cono sur del continente. González-Maya asegura que al haber mayor variedad de presas en Suramérica, del mismo modo hay mayor número de especies de depredadores que potencialmente puedan ser víctimas de la exclusión competitiva al igual que lo está siendo el puma en Centroamérica.
Lo único que frena el avance del coyote son los espesos bosques del Tapón del Darién en la frontera entre Colombia y Panamá, sin embargo, la existencia de estos no es una garantía absoluta de la imposibilidad que tendría esta exitosa especie para invadir el país cafetero y luego el resto de Suramérica.
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Es altamente preocupante el panorama, pues en la región Caribe de Colombia tan sólo queda el 2% del bosque seco tropical original, según cifras del Instituto de Investigaciones y Recursos Biológicos Alexander Von Humboldt, es decir, la misma suerte que corrieron los bosques en Centroamérica con los resultados evidentes de colonización. Lo anterior hace pensar en el riesgo de alta amenaza a la biodiversidad presente, no sólo en esa zona, sino también en el resto del continente.
Pero los problemas no paran allí. Gracias al descuido de las mascotas en zonas campesinas en Colombia, la proliferación de manadas de perros ferales se ha incrementado. Hay algunos científicos que creen que la hibridación entre los coyotes y los perros se puede llegar a dar de manera constante agravando más el problema.
Por su parte Ricardo Moreno, investigador asociado del Instituto Smithsonian de Estudios Tropicales, presidente e investigador de la Fundación Yaguará Panamá, considera que las poblaciones estables de jaguares en el Darién pueden ser un freno para el avance del coyote, pero si la tasa de deforestación en este bosque húmedo tropical sigue avanzando y se afectan las poblaciones de jaguares en la zona, se puede dar por descontado que el coyote dentro de pocos años colonizará Suramérica y pondrá en jaque la rica biodiversidad presente.