En diciembre se preparan los últimos procesos electorales latinoamericanos del año en medio de un clima de frustración política y desconfianza electoral.
Se acercan las elecciones en Venezuela, tras un año marcado por protestas. / Foto: Reuters
LatinAmerican Post | Miguel Denis
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En las dos primeras semanadas de diciembre los venezolanos se insertan en una coyuntura electoral marcada por un año de protestas y crisis social agravada por la pandemia de COVID-19; el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social registra un promedio de más de 20 protestas diarias en todo el país desde abril del 2020. Las dos principales fuerzas políticas (el PSUV en el gobierno y los partidos de oposición del llamado G4 que respaldan el “Gobierno Interino” de Juan Guaidó) han decidido organizar eventos electorales en el que se desconocen mutuamente, en medio de un clima de desconexión entre los partidos políticos y una población inmersa en dinámicas de sobrevivencia diaria.
Las elecciones legislativas del 6 de diciembre han sido rechazadas por la oposición, debido a la serie de irregularidades que atravesaron su proceso de convocatoria. La elección de nuevo Consejo Nacional Electoral (CNE) se realizó de manera unilateral por parte del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) manteniendo la política de sustitución por decreto de las funciones de la Asamblea Nacional. En el portal web de la BBC New se reportó esta situación como una nueva puesta en duda de la democracia en Venezuela.
Los partidos que anunciaban una política abstencionista, fueron intervenidos por el TSJ para cambiar su directiva y colocar a representantes que habían acordado la participación electoral. Fue el caso del partido Primero Justicia y Acción Democrática en la oposición. Estas medidas de intervención también fueron replicadas en partidos que había acompañado al PSUV anteriormente, pero que ahora formaban una nueva coalición de izquierda crítica al gobierno. El PPT y Tupamaros fueron intervenidos judicialmente para colocar directivos favorables a una coalición con el PSUV y evitar que sus tarjetas enviaran votos a una lista distinta a la gubernamental. El New York Times realizó un reportaje sobre el deslinde de sectores de izquierda provenientes del chavismo con la administración de Maduro, en donde expresan casos de persecución política a quienes critican internamente al gobierno.
Los partidos políticos nucleados en torno a Guaidó decidieron convocar una consulta para los días posteriores a las elecciones legislativa, con el objetivo de confirmar la dirección política de la actual Asamblea Nacional y la estrategia de presión y sanciones internacionales del “Gobierno Interino”; al mismo tiempo que mantienen una política de abstención frente al 6 de diciembre.
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Los desacuerdos en la oposición y los límites de la polarización
Un sector de la oposición liderado por el excandidato presidencial Henrique Capriles Radonsky, perteneciente al partido Primero Justicia, intentó llevar a cabo un proceso de negociación para participar en las elecciones con una tarjeta propia, con la condición de que se establezca una observación internacional de parte de la Unión Europea (UE). Aunque el gobierno parecía haber aceptado la propuesta e invitó a una comisión de observación electoral de la UE en septiembre, la propuesta fue rechazada debido al corto tiempo con respecto a la fecha electoral. Finalmente este sector decidió no participar en las elecciones del 6 de diciembre, ni en la consulta de la oposición. Según el New York Times, quienes convocan a la participación en las elecciones del 6D, apelan a escenarios de presión como los que sucedieron en Bielorrusia después de las elecciones de agosto, cuando la población se movilizó de manera pacífica y masiva después de que el gobierno autoritario de Lukashenko fuera acusado de manipular el resultado electoral en su contra.
La polarización política ha terminado por generar dos universos políticos que se excluyen mutuamente, sin embargo, al mismo tiempo ambas fuerzas políticas atraviesan una gran dificultad por mantener sus respectivos bloques debido a las criticas generadas en su seno. Han surgido pequeñas fuerzas políticas que han abierto diversas voces en el mapa político, ya sea participando en las elecciones del 6 de diciembre, deslindándose tanto de las legislativas como de la consulta, o incluso planteando una crítica a la polarización en su conjunto.
Según la encuestadora Datanalisis, en Junio del 2020 el rechazo a Maduro llegaba al 76,7%, mientras que el rechazo a Guaidó tenía máximos de 61,6%,. De esta manera se refleja un sentimiento de desconexión general con la clase política. Se prevé que la abstención sea protagonista en ambos procesos electorales, como expresión de un año que se ha caracterizado por la desilusión y un desgaste general de los liderazgos que han dirigido el debate político en las últimas dos décadas.