AMÉRICAS

¿Por qué ha fallado el programa Covax?

El programa Covax creado por la OMS que pretendía repartir vacunas contra la COVID-19 de manera equitativa no ha dado los resultados esperados.

Frasco de vacuna del COVID-19

Hasta la fecha reciente, la Covax ha suministrado 72 millones de vacunas a 125 países, muy por debajo de las 172 millones que se estimaban para este periodo. Foto: Freepik

LatinAmerican Post | Santiago Goméz Hernández

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El fin de semana pasado, la importante revista científica The Lancet, publicó un artículo criticando fuertemente los resultados del programa Covax, aquel intento de la OMS y las Naciones Unidas de garantizar un reparto equitativo de las vacunas contra la COVID-19 para los países pobres y de medianos ingresos, a la par de las superpotencias. Sin embargo, los resultados son bastante limitados. Según la revista, hasta la fecha reciente, la Covax ha suministrado 72 millones de vacunas a 125 países, muy por debajo de las 172 millones que se estimaban para este periodo.

Estas 72 millones de dosis tan solo representan el 4% de la población mundial, esto, teniendo en cuenta que los países más ricos ya llegan a cifras cercanas al 60% de su población. Tanto así que solo 10 países han aplicado el 75% de las dosis hoy en día. 

En mayo, (hace cerca de un mes) países en África aun no habían recibido dosis de vacunas contra la Covid. En Chad, Tanzania o Burkina Faso no tenían a su personal de salud inmunizado, pero ya veíamos noticias de países del primer mundo anunciando dosis para menores de edad (que en teoría tienen una menor mortalidad).

La misma OMS advierte que 9 de cada 10 países no llegará a la meta de vacunar al menos al 10% de su población en septiembre. Hay un déficit alarmante de 225 millones de dosis para el continente, especialmente, para el África subsahariano. Esto, mientras los números de contagios oficiales van en aumento, en un continente en el que se sospecha que los pocos contagios se deben al subregistro.

Anuncios de donación demuestran el fracaso del Covax

Recientemente, los países del G7 acordaron donar 1.000 millones de vacunas para el resto del mundo. Sin embargo, esto significa un revés contra el sistema que pretende realizar el Covax. Primero, porque este anuncio se da ya cuando la mayoría de estos países llegaron a la inmunidad (o están cerca) de rebaño y cuando la producción de vacunas es cada vez mayor.

Segundo, porque mantiene la idea de donativo y benevolencia de los países ricos y no en un modelo o sistema equitativo en el que cada nación accede a estos beneficios individualmente. Además, esto también puede caer dentro de la diplomacia de las vacunas, en el que se dona a los países amigos y siempre y cuando sigan alineados con las intenciones de occidente. Algo similar al programa de donaciones de China.

Lea también: La diplomacia de las vacunas

El turismo de la vacuna

Otro ejemplo del fracaso del Covax es que mientras hay países con población en riesgo a los que aun no se les ha aplicado vacunas, en otros ya se formalizaba la posibilidad de vacunar a turistas. Evidentemente, personas con el suficiente poder adquisitivo para comprar tiquetes y hospedaje. Todo esto, mientras hay escasez de vacunación en otros países y cuando hay muertes evitables todos los días en Latinoamérica.

Posibles soluciones

Desde que se ha iniciado la pandemia hay varias alternativas para mejorar la repartición equitativa de vacunas. Sin embargo, 3 de ellas son las que más apoyo han recibido.

La primera es liberar las patentes. Varios países industrializados han acompañado la iniciativa de liberar la patente de vacunas contra la Covid-19. Se cree que liberándolas (mientras la enfermedad es considerada pandemia) permitiría que varios laboratorios al rededor del mundo puedan empezar a producir estas dosis. No solo podría reducir el desabastecimiento, sino los precios. Además, sentaría un precedente histórico para las próximas pandemias. Sin embargo, las farmacéuticas se oponen rotundamente, ya que perderían ganancias. Esto podría también desincentivar a los laboratorios en las futuras producciones de vacunas.

Otra idea similar a la anterior es incentivar la producción de vacunas en el sur global (países de ingresos bajos y medios). Esto se lograría con la apertura de fábricas de farmacéuticas en regiones como Sudamérica, África,  o Medio Oriente. Este argumento fue presentado por The Lancet. Lawrence Gostin de la Universidad de Georgetown, explica en la revista que "no hay solución global de la crisis de vacunas sin que los Gobiernos ejerzan presión en las grandes farmacéuticas, incluyendo la liberación de derechos de propiedad intelectual o la transferencia de tecnología. Es literalmente imposible aumentar la producción de vacunas si no hay más centros de manufactura, incluso en países con bajos ingresos".

( “There can be no solution to the global vaccine crisis without governments placing pressure on big pharma, including waiving intellectual property rights and technology transfer. It is literally impossible to ramp up vaccine supplies unless we have more manufacturing hubs, including in lower-income countries.”)

La tercera alternativa inmediata para la Covid, pero tal vez no para el futuro, son las nuevas vacunas de distintos laboratorios que están cerca de aprobación. Sin embargo, para cuando estén disponibles, podría ser ya demasiado tarde para esta pandemia.

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