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El Conjuro, la ficción sobrenatural que sobrepasó los hechos reales

Los Warren volvieron a ser el centro de atención en la última entrega de esta trilogía de terror: El Conjuro, el diablo me obligó a hacerlo. Acá te traemos una excelente reseña de la entrega.

Lorena Warren y Vera Farmiga

Esta tercera entrega es capaz de regalarnos momentos aterradores, divertidos, y sobre todo llenos de amor. Foto: YT-ONEMedia

LatiAmerican Post | Theoscar Mogollón González

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Read in english: The Conjuring, the Supernatural Fiction that Surpassed the Real Events

Muchos han sido los comentarios que han surgido sobre la versión cinematográfica de Ed y Lorraine Warren, ese matrimonio de profesionales de lo paranormal que estuvieron presentes en un cuantioso número de casos alrededor de Estados Unidos y otras fronteras. Gracias a sus expedientes fue que Warner dio inicio a El Conjuro, la franquicia de terror más taquillera de los últimos años y que no ha parado de ganar seguidores. Sin embargo, muchos todavía se preguntan, ¿cuán real fueron esos eventos?

Si bien ya tenían cierta fama, fue en la década de 1970 cuando los Warren comenzaron a tener los casos más sonados y que a la postre llegarían a la gran pantalla. Ed y Lorraine parecían dispuestos a creerse todas las historias, siempre y cuando pudiesen añadir el exorcismo a los archivos de la New England Society for Psychic Research, su gran contribución al mundo de la parapsicología. Y es que para esa época, fueron varias las personas las que pusieron en tela de juicio lo hecho por los ahora íconos del terror.

En 1992 se publicó el libro In a Dark Place: The Story of a True Haunting, donde su escritor, Ray Garton, resumió sus impresiones de Lorraine Warren en una oración contundente: "Si me dijese que el sol va a salir mañana por la mañana, pediría una segunda opinión". A eso habría que sumarle lo ocurrido en 1979 con el caso de la supuesta casa embrujada de Amityville, que tuvo como desenlace acusaciones de estafa hacia los Warren más allá de su entusiasta implicación. Con escenarios llenos de dudas y sospechas, la mejor estrategia de los cineastas era convertir la realidad en ficción.

Todo comenzó con las historias de la familia Perron de Rhode Island y Hodgson del norte de Londres, quienes sentaron las bases de las dos primeras películas dirigidas por James Wan. Ciertamente, estas se basan en hechos reales, pero el poltergeist de Enfield marcó el punto en que la ficción se separó con más énfasis de la realidad. Varios testimonios afirmaron que los Warren se presentaron en Inglaterra sin haber sido llamados y que, como mucho, pasaron un día en la casa investigando. En la película, en cambio, insinuaron que los dotes de Ed fueron clave para resolver el caso.

El diablo me obligó a hacerlo: un homenaje a los clásicos del terror

Esta tercera entrega es capaz de regalarnos momentos aterradores, divertidos, y sobre todo llenos de amor. Asimismo, encontramos elementos donde el director, Michael Chaves, hace breves homenajes a El Resplandor y El Exorcista, principalmente este último con la secuencia inicial en la que un sacerdote se acerca a la casa donde se encuentra el niño poseído. Y es que justamente es un exorcismo el detonante de la trama.

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La historia data de 1981 con los Warren siendo partícipes de dicha práctica a un niño de 8 años, David. En el lugar también se encuentran Debbie, hermana de David, y su novio, Arne, quien le ruega al demonio que tiene poseído al pequeño que lo posea a él en su lugar. Como era de esperarse, tal momento sucede y esa sería la causa del brutal asesinato que cometería Arne tiempo después.

«El caso real de Arne Cheyenne Johnson es interesante porque tuvo consecuencias muy serias y tangibles en las vidas de sus protagonistas. Representa la primera vez en toda la historia de los Estados Unidos en que un hombre citó la posesión demoniaca como coartada en un juicio por homicidio. Para mí, es interesante ver el proceso no tanto como un quién-lo-hizo, sino como un por-qué-lo-hizo». – Patrick Wilson en una entrevista para GQ.

Lo realizado por Chaves logra equiparar la calidad de las dos entregas anteriores que estuvieron a cargo de James Wan, que sin necesidad de escenas grotescas hizo saltar a los espectadores de su silla. Aunque por momentos el film luzca poco original y muy repetitivo, el verdadero toque se lo llevan los Warren, o por lo menos la química entre Patrick Wilson y Vera Farmiga, además del enorme cuidado puesto en la dirección de arte, la música y la fotografía.

Más que historias de fantasmas

A estas alturas, hablar de El Conjuro es sinónimo de terror, fantasmas y demonios, pero el verdadero centro de esta trilogía son los Warren y el inmenso amor que se tienen. Cada cinta ha demostrado ese gran vínculo que tuvieron Ed y Lorraine en su momento y que, para esta última, se evidenció aún más. Incluso, la misma Vera fue testigo de eso. "Tuve el honor de conocer a Lorraine antes de que falleciese en 2019 y vi cómo me estaba acogiendo y dando todas las claves para poder ser ella en pantalla. Sobre todo, fui testigo del amor que sentía por Ed", comentó en una entrevista a GQ

Si hacemos un análisis más profundo, notaremos que lo más palpable de los guiones siempre fue la devoción recíproca entre esposa y marido. Ante esto, Patrick asegura que "la mayoría de las franquicias de terror siguen al villano. Lo que nos hace diferentes es que nosotros seguimos la relación de Ed y Lorraine, tan poderosa que acaba siendo una fuente de frustración para el Mal". Sin duda alguna, si hay algo real en medio de tanta ficción es que el verdadero amor es lo único capaz de triunfar sobre cualquier cosa.

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