Bienestar

COVID persistente: un nuevo desafío para la humanidad

La evidencia científica ha encontrado que existe un síndrome post COVID-19, con el cual se han relacionado más de 200 síntomas.

Pareja caminando por una calle mientras usan cubrebocas

Existen una serie de afecciones, relacionadas al contagio por el virus del SARS-CoV-2 que se conocen como COVID de larga duración. Foto: Unsplash

LatinAmerican Post | María Fernanda Ramírez Ramos

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Dolores de cabeza; dificultad para respirar y presión en el pecho; fatiga crónica y dolor muscular;  problemas de visión, falta de olfato y gusto; pérdida del cabello; ansiedad, estrés o depresión y problemas de memoria se han convertido en el día a día de muchas personas que se contagiaron de coronavirus y tras más de 2 meses, continúan con afectaciones en su salud. 

La Organización Mundial de la Salud ha dicho que típicamente las personas se recuperan de 2 a 6 semanas después de la infección por COVID-19. Sin embargo, existen una serie de afecciones, relacionadas al contagio por el virus del  SARS-CoV-2 que se conocen como COVID de larga duración, COVID-19 prolongado, COVID-19 persistente o sencillamente efectos a largo plazo de la COVID-19. Estos han despertado el interés de la comunidad científica y de millones de personas alrededor del mundo que manifiestan sentir que la enfermedad les “robó” su bienestar y, en muchos casos, su juventud o vitalidad.

El COVID-19 prolongado no solo afecta a los pacientes que estuvieron hospitalizados o desarrollaron la enfermedad de forma severa, también puede afectar a personas que no tuvieron sintomatología fuerte o que, incluso, fueron asintomáticos. Asimismo, se puede presentar el personas de diferentes edades o sexos. Los síntomas pueden aparecer trás la infección y no irse, como es común con la pérdida del gusto y el olfato, o pueden aparecer semanas después de la enfermedad, por ejemplo con la pérdida del cabello.

La doctora Janet Díaz, jefa de Gestión Clínica de Emergencias Sanitarias de la OMS, ha expresado que la evidencia muestra que estos efectos pueden prolongarse hasta por 9 meses. No obstante, por el tiempo que lleva la pandemia, aún es necesario realizar más estudios clínicos para comprender cuál es realmente su duración y entender mejor esta condición.

Aún son muchas las incógnitas que hay sobre este síndrome. Encontrar las causas y el tratamiento adecuado es hoy uno de los retos de la comunidad científica. Además, los gobiernos y empresas deben analizar cómo proceder ante este nuevo fenómeno, pues existen casos en los que las personas sienten que la fatiga, y los demás síntomas, les impiden cumplir con sus funciones a cabalidad. Sin embargo, no es un tema que solo afecte a los adultos. El Centro para la Prevención y Control de Enfermedades ha identificado que algunas personas, con más frecuencia los niños, sufren del síndrome inflamatorio multisistémico (MIS) tras contagiarse con COVID-19. Se manifiesta con una inflamación generalizada que puede afectar al corazón, los pulmones, el cerebro, la piel, los ojos o los órganos del sistema gastrointestinal.

Lea también: ¿Pueden las personas vacunadas propagar la variante Delta?

Se ha comprobado que el virus del SARS-CoV-2 causa una enfermedad multisistémica, es decir que no se limita al sistema respiratorio como se creía inicialmente. Al respecto, una investigación de la Universidad de La Sabana,  que analizó 143 estudios que investigaron a más de 10.000 pacientes de todo el mundo, encontró que hasta el 36% de las personas que tuvieron COVID-19 pueden presentar daños en el sistema nervioso. Entre estos efectos se encuentran trastornos neuropsiquiátricos, dolores de cabeza y mareos, alteraciones de la conciencia y delirios, pérdida del olfato y el gusto, ataques cerebrovasculares, inflamación cerebral y afectaciones a los nervios. 

Otra investigación publicada en Scientific Reports encontró que las 5 manifestaciones más frecuentes son fatiga, dolor de cabeza, déficit de atención, caída del cabello y disnea o dificultad para respirar. No obstante, también se encontraron afecciones más graves, aunque menos frecuentes, como fibrosis pulmonar, arritmias, miocarditis y trastorno obsesivo-compulsivo.

Las autoridades sanitarias recomiendan que, además de cumplir con las medidas de bioseguridad para evitar el contagio, las personas se vacunen para prevenir estos efectos. Además es fundamental tener un estilo de vida saludable con una alimentación que ayude a cuidar el sistema inmune. 

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