La tendencia creciente de Jair Bolsonaro que pone en riesgo a Lula da Silva
La diferencia en las encuestas entre el actual presidente Jair Bolsonaro y el exmandatario Lula da Silva se reduce en deterioro del líder del PT
Foto: IG-jairmessiasbolsonaro
LatinAmerican Post | Santiago Gómez Hernández
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El próximo 30 de octubre, la democracia más grande de toda Latinoamérica elegirá a su “nuevo” presidente. Los únicos 2 candidatos ya son viejos conocidos para la política sudamericana. El actual mandatario, líder de derecha y apodado el “Bolsonaro del Trópico”: Jair Bolsonaro; se enfrenta al expresidente brasileño, líder del socialismo latinoamericano y líder en las encuestas: Lula da Silva.
La balanza hoy está a favor del candidato del Partido de los Trabajadores (PT). Fue el candidato más votado en la primera vuelta con 48.4%, superando a su contrincante 43.2%. Una ventaja clara, pero insuficiente para llevarse la victoria en primera vuelta. A tan solo 1.5% de ser electo el 2 de octubre pasado.
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Pero, la sorpresa la dio Bolsonaro, ya que justo antes de las votaciones, el presidente-candidato estaba a 14 puntos porcentuales de su candidato, según las encuestas. Una brecha que se acortó en casi 10% en pocos días. Este hecho puede sugerir dos elementos que no han sido debidamente evaluados: una tendencia positiva de Bolsonaro en comparación con la de Lula; y un voto secreto típico de candidatos controversiales.
Tendencia positiva para Bolsonaro
Jair Bolsonaro viene a toda velocidad y ya le pisa los talones a su adversario político. Según las últimas encuestas, Lula ganaría con 50% y Bolsonaro se quedaría con 43%. Obviamente, una buena noticia para los seguidores del PT, pero esta imagen muestra es una tendencia decreciente de Lula.
La misma encuesta, una semana antes, le daba un 42% al actual mandatario y 51% a Lula. A pesar de que la diferencia de ambas puede estar en el margen de error, igual y propone que Lula va perdiendo ventaja y de cara a unas elecciones cerradas, son votos que dolerán perder.
No obstante, Bolsonaro también viene disminuyendo el rechazo dentro de los votantes. Hoy, hay un 46% de brasileños que jamás votaría por el conservador, en comparación con un 48% de la semana pasada. En comparación con el 41% y 42% de Lula, entre la encuesta publicada en la semana del 17 de octubre y la del 10.
Ambas fotografías dan un resultado claro: Bolsonaro viene en tendencia positiva, y eso desde la primera vuelta. El presidente tenía a penas un poco más del 25% en diciembre de 2021 y en la primera vuelta sacó más de 43%.
Voto oculto
Muchos especialistas creen que, además de las posibles fallas en las muestras de las encuestadoras, Bolsonaro es un candidato con un voto oculto grande. Esto significa, que mucha gente no manifiesta sus intenciones de votar por el actual presidente, pero el día de las elecciones lo hacen.
Este fenómeno suele pasar con candidatos polémicos, tradicionalmente de extrema derecha. Pasó con Donald Trump en Estados Unidos y con el Brexit en Reino Unido. Las encuestas infravaloran el apoyo a este tipo de candidaturas o no las han podido medir bajo los parámetros tradicionales y esto termina siempre dándoles un resultado superior al medido en las encuestadoras.
Si esto es así, el voto oculto de JB puede llegar a ser hasta del 10%. Este porcentaje en una segunda vuelta tan apretada que la diferencia es menor al 7%, puede dar un resultado completamente diferente.
Lula necesita ganar con un margen suficiente
Según las normas electorales en Brasil, para que Lula o Bolsonaro se queden con la presidencia, deben obtener la mayoría simple en esta segunda vuelta. No será necesario obtener más del 50% de los votos como en la primera vuelta.
Sin embargo, parece que Lula necesitará ganar con un buen margen. Primero, para no confiarse en la creciente subida de adeptos a Bolsonaro. Pero también, porque el actual presidente ha venido ondeando la bandera de un posible fraude electoral. Si Lula llega a vencer a su contrincante por una ínfima ventaja, accederá al cargo, pero no sin antes, las acusaciones de fraude de Bolsonaro y sus seguidores, un escepticismo en gran parte de los brasileños, una gobernabilidad difícil y un latente riesgo a un golpe de Estado.