Aviación sostenible ¿utopía o realidad?
El acuerdo de la OACI para una aviación con emisiones cero suena alentador, pero ¿qué tan aterrizado es?.
Foto: Unsplash
LatinAmerican Post | David Rivadeneira Soto
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Diversos datos muestran a la aviación como el segundo modo de transporte más contaminante. Por eso, la Organización de Aviación Civil Internacional OACI (ICAO, por sus siglas en inglés) plantea, a través de un acuerdo, lograr cero emisiones netas de carbono para el 2050. Busca así, crear una aviación sostenible. Una meta ambiciosa que, al parecer, suena utópica, pero desde el punto de vista ambiental es necesaria. Por ejemplo, una de esas estadísticas sobre la contaminación de la industria aérea es de la Comisión Europea y la ubica como la segunda fuente de producción de gases invernaderos en el sector del transporte, con un crecimiento continuo, con un 13,9% de emisiones, precedida por los medios terrestres.
Al respecto de ese incremento, la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) ha señalado que desde 1990 los viajeros y la movilidad comercial a través de los medios aeronáuticos se han triplicado, con el consecuente aumento, más allá del doble, de los gases de efecto invernadero que producen las aeronaves al quemar combustible, en especial el dióxido de carbono (CO2). Hay otros números que permiten identificar en la aviación un aportante significativo al calentamiento global. La misma OACI, organismo adscrito a la ONU, según sus cálculos, indica que un pasajero que vuela entre New York y Londres en clase económica puede producir 0,67 toneladas de CO₂, casi equivalente a lo que produce un ciudadano de Ghana en todo un año.
La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) en 2018 calculó que, para el año 2037, la cantidad anual de pasajeros duplicaría los números actuales, pasando a un total de 8.200 millones, con el consecuente incremento de las emisiones de carbono, que según la misma entidad en la actualidad están sobre el 2% de lo que se produce a nivel mundial. Hay más datos que sirven para demostrar que este sector tiene una cuota importante como uno de los más contaminantes y con incidencia en el calentamiento global, pero hasta aquí los presentados nos sirven para evidenciar la urgencia y necesidad de que se autorregulen y que generen cambios sustanciales para reducir su impacto en el medio ambiente.
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El acuerdo, discutido a finales de julio, surgió en el marco del encuentro para las conversaciones de alto nivel sobre el medioambiente en la sede de la OACI en Montreal, Canadá, y se concretó en su Asamblea General 4, a inicios de octubre. Después de dos semanas de deliberaciones entre ministros, ministras, funcionarios de alto nivel y más de 2500 delegaciones de 193 países se llegó a la adopción de una meta colectiva a largo plazo: cero emisiones netas de carbono para el 2050.
Si bien suena ambicioso pronunciar las palabras que fijan el objetivo del acuerdo, es útil resaltar el aspecto no vinculante que tiene. Lo que aprobaron los Estados participantes de la cumbre es una meta aspiracional mundial colectiva (LTAG, por sus siglas en inglés). Esto indica que no es, estrictamente, de obligatorio cumplimiento y queda a disposición libre de los miembros acatarla o hasta qué punto cumplirla. Esa es la principal debilidad que señalan las organizaciones ecologistas en relación con el anuncio de lo acordado a través del OACI.
La ONG Transporte y Medio Ambiente, en voz de Jo Dardenne, manifestó: “No debemos dejarnos engañar por los resultados de esta asamblea. La única forma en que vamos a resolver el problema es dejar de quemar queroseno. La forma en que se deja de quemar queroseno es dándole un precio efectivo e invirtiendo en soluciones alternativas”.
Iniciativas en marcha
Lograr que sea viable cumplir el propósito fundamental del acuerdo pasa por diversas medidas que incidirán en la materialización de esa reducción a cero para el 2050. El avance en el uso de combustibles más sostenibles para la aviación (SAF, en inglés) y mayor investigación en este campo será clave. La IATA estima que un 65% de la mitigación para conducir al cero en emisiones proviene de este factor. Así mismo, medidas operativas y de diseño que hagan más eficiente la relación entre el consumo de combustible, la cantidad de pasajeros y la distancia recorrida en beneficio de una disminución de las emisiones generadas por viaje son necesarias para una aviación sostenible.
Durante la misma asamblea, se realizó la primera revisión periódica del estado de avance del Plan de compensación y reducción de carbono para la aviación internacional (CORSIA), en ella definen un punto de partida nuevo desde el 2024 y una nueva revisión de los porcentajes de crecimiento individual y sectorial para establecer los requisitos de compensación en 2030.
El balance que se puede derivar de lo acordado es agridulce para algunos, como los ambientalistas, que esperaban un mayor compromiso y planificación clara, pero, como el mismo Jo Dardenne lo expresó, “es mejor algún objetivo que ninguno”. Contrario es el optimismo que mostró Salvatore Sciacchitano, presidente del Concejo de la OACI, al comentar “la decisión de hoy envía un mensaje fundamental sobre el compromiso de la OACI de contribuir a la lucha contra el cambio climático mediante la descarbonización de la aviación civil”. Por otra parte, la experta de la AEMA en contaminación atmosférica, Anke Lükewille, explica que “medidas como la mejora de la eficiencia de los carburantes mediante la introducción de materiales más ligeros u otras opciones técnicas no serán suficientes para cumplir los objetivos europeos en materia de emisión y sostenibilidad”. Es decir, que haría falta más empeño para obtener resultados más significativos.