Financiamiento climático: problema generalizado para Latinoamérica en la COP 27
La Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático en su versión Nº 27, que se desarrolla en Sharm El-Sheikh, Egipto, está llegando a su recta final. Muchos desafíos aún no tienen respuesta y se acaba el tiempo para negociaciones
Foto: Freepik
LatinAmerican Post | María Claudia Ramírez Pupo
Escucha este artículo
Read in english: Climate financing: widespread problem for Latin America at COP 27
La mirada del mundo está puesta en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27), donde están reunidas delegadas y delegados de 195 países que confirmaron su asistencia en su versión 27ª. Tras más de una semana de iniciadas las conversaciones, han sobresalido propuestas de líderesas y líderes latinoamericanos que llegaron a Egipto con un plan de trabajo organizado de acuerdo con las necesidades de cada nación.
Hace unos días se conoció que América Latina unificó posiciones en la COP 27. Fue la Argentina, en su carácter de Presidencia Pro Témpore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), quien presentó un documento de posicionamiento conjunto en la conferencia climática. Latinoamérica es una de las regiones del mundo más afectadas por el cambio climático. Por ello, en el archivo reposan trece puntos clave que esperan sean acogidos y generen impactos a gran escala. Sin embargo, esto no implica que los países están negociando juntos, ya que cada uno tiene sus particularidades y sienta una posición individual en las negociaciones.
Sobre esto, la ministra de Ambiente de Colombia, Susana Muhamad, sostuvo que “tenemos que estar unidos, aunque tengamos desacuerdos. El documento es un primer paso poderoso”. Así mismo, Cecilia Nicolini, secretaria de cambio climático de Argentina, mencionó que faltaba tener un “mayor hermanamiento” entre América Latina en las negociaciones climáticas. “Es una vergüenza que no negociemos juntos, es algo que no puede pasar”, agregó Nicolini.
Por su parte, Sandra Guzmán, coordinadora del Grupo de Financiamiento Climático para América Latina y el Caribe, dijo que “América Latina no ha sido el centro de la conversación y eso es preocupante ante ciertos temas como el financiamiento. Por eso se tiene que posicionar”.
Los pueblos indígenas también están presentes en la COP 27 exigiendo que haya acción climática inmediata y una distribución más justa de los recursos económicos. Según un informe liderado por Rainforest Foundation Norway, los pueblos indígenas y las comunidades locales solo recibieron el 1% de los recursos que fueron destinados a nivel mundial para la acción climática.“Estamos cansados de que el financiamiento vaya a fundaciones indígenas sin indígenas. Todo el dinero se va en pago a consultores y en los costos de oficinas refrigeradas”, dijo a IPS Yanel Venado Giménez, miembro del pueblo ngabe-buglé y representante de la Coordinación Nacional de Pueblos Indígenas de Panamá (Conapip).
Asimismo, la ONU manifestó que “el dinero a menudo no llega a los más afectados por la crisis climática”, y agregó que, en esta COP 27, “los países deben abordar cómo se puede facilitar el acceso a través de los mecanismos de financiamiento internacionales”. Según Eduardo Latorre, funcionario de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), a la fecha, Latinoamérica recibe 22 mil millones de dólares, pero necesita entre 154 mil millones de dólares y 198 mil millones de dólares al 2030 para mitigación y adaptación. Es decir, entre siete y nueve veces más de lo que recauda actualmente.
Mientras el diálogo avanza, mandatarios de Latinoamérica como Gustavo Petro, presidente de Colombia, quien antes de viajar a Egipto sancionó la ley del Acuerdo del Escazú en el país, planteó crear una nueva arquitectura financiera internacional que permita canjear deuda financiera por acción climática. Sobre esto, expertos afirman que es un gran paso poner este tema sobre la mesa, pero que todavía hay mucho por trabajar entre los sectores públicos, privados y organismos multilaterales para lograr que se dé un trueque de deuda por acción climática y que este pueda escalar generando impactos positivos para los países en desarrollo.
Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, señaló que su país “es responsable de menos 0,4 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero en el planeta”. Además, pidió que se concrete los aportes al “Fondo de Financiamiento de Pérdidas y Daños Climáticos” para que puedan presentar proyectos y obtener financiamiento para la protección de la Amazonia Venezolana, así como sumar fuentes de energía limpias a la red del suministro eléctrico nacional. Y, Corina Lehmann, directora de Asuntos Ambientales de la Cancillería de Argentina, dijo al DiarioAR: “No venimos a pedir limosna; venimos a posicionarnos como un bloque que exige el cumplimiento de los compromisos de financiación climática de acuerdo con el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas”.
Con la llegada hoy de Luiz Inácio Lula da Silva, presidente electo de Brasil, quien prometió en campaña "luchar por una deforestación cero", se refuerza la petición de Suramérica de crear un gran bloque que permita proteger y restaurar la selva amazónica, y lograr mayores recursos para la región. La Amazonía almacena entre 150.000 millones y 200.000 millones de toneladas de carbono, según una evaluación integral que realizó el Panel Científico de la Amazonía (SPA).
Te sugerimos leer: Infografía: Amazonía viva, una necesidad para el futuro
En su primera intervención presidencial, Lula da Silva mencionó que buscaría inversiones extranjeras orientadas a la lucha contra el cambio climático, a fin de garantizar la protección de la región amazónica y el sector económico del país. La cumbre climática, que está en su recta final, espera cambios profundos en la política ambiental en el mundo de aquí a 2050, entre otros, en sectores como la energía, donde se espera sistemas energéticos descarbonizados; el 80 % de la electricidad sea generada por fuentes renovables; el 100 % de la energía utilizada provengan de fuentes de cero emisiones; y que la eficiencia enérgica haya mejorado drásticamente.