Irán: Las protestas continúan pese a la pena de muerte
Dos manifestantes han sido ejecutados en la horca por el delito de atentar contra tres basijis, o militantes islámicos, en medio de las protestas que se efectúan en Irán desde hace tres meses. A pesar de que hay un nuevo ciudadano sentenciado a muerte, la población persa no da el brazo a torcer para derrocar a la República Islámica.
Foto: Mahdi Janipur
LatinAmerican Post | David García Pedraza
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Se cumplen tres meses de las protestas en Irán por la muerte de Mahsa Amini, de 22 años, a manos de la Policía de la moral iraní por no vestir adecuadamente su chador. Durante más de 90 días la población de Irán, en especial las mujeres y la juventud se han tomado las calles en primera instancia para poner sobre la mesa los derechos de la mujer, y últimamente para desestabilizar a la organización islámica que gobierna al país, debido a los graves abusos que la policía realiza cada día y de la manera en que están reprimiendo a la población a tal punto de costarle la vida a los manifestantes.
De los cerca de 470 muertos civiles, hay dos que fueron sentenciados a la horca. El primero fue Mohsen Shekari de 23 años, quien fue llevado a prisión y luego ejecutado por herir a un basiji (así se le conoce un grupo paramilitar), además de ser señalado de causar terror en Teherán, la capital. Esta reprimenda causó revuelo a nivel nacional y mundial por lo cual los manifestantes no dudaron en continuar con las protestas.
Esta semana se dio a conocer la muerte, también por la horca, de Majid Reza Rahnavard, sentenciado por la muerte de dos basijis, militantes iraniés, por medio de un ‘juicio express’ en donde fue arrestado el 19 de noviembre, acusado el 24 y enjuiciado cinco días después. Este caso ha sido cuestionado por Amnistía Internacional debido a la celeridad en el proceso y de la crueldad de cómo fue ejecutado, en vía pública, al igual que Mohsen.
¿Quién era el iraní más recientemente ejecutado en la horca?
Majid era un joven de 23 años, practicante de lucha libre, quien había tomado impulso tan pronto comenzaron las protestas en Irán para concientizar a la población del mal que el gobierno le estaba haciendo a su nación. También cuestionaba en sus redes sociales el accionar de la policía, de la moral y de las atrocidades cometidas por el régimen a la cabeza del Ayatolá.
‘Enemistad con Dios’ fue el cargo con el que se le sentenció a muerte diez días después de haber sido arrestado por haber matado a dos basijis, una organización paramilitar formada por voluntarios afines a la revolución islámica de 1979. Majid no obtuvo un juicio con garantías, no tuvo derecho a un abogado, y cuando finalmente se le otorgó uno, este se puso del lado de su contrario y no defendió los intereses de su cliente, expresó Shadi Sadr, abogada iraní y cofundadora de Justice for Irán.
Podría volver a repetirse la sentencia de Majid y Mohsen
Luego de que el mundo se enterará de la ejecución de Majid, nuevamente hay un nuevo caso de condena en la horca, el del futbolista Amir Nasr-Azadani de 26 años.
‘Traición a la patria’ es el cargo por el que se le acusa a Amir luego de demostrar en la calle su apoyo a la lucha por los derechos de las mujeres y el cumplimiento de los derechos humanos. Una de las primeras organizaciones en mostrar su apoyo al futbolista fue la FIFPRO, el sindicato internacional de jugadores, en donde exige que se elimine inmediatamente la condena a Amir.
Además de Amir, Amnistía Internacional ha revelado el nombre de otras 20 personas que podrían estar en lista de espera para ser ejecutadas, todas relacionadas con las protestas desde septiembre. De esas 20, once podrían estar ya condenadas a muerte, tres que pueden estar juzgadas por cargos punibles y que corren el riesgo de ser condenadas a muerte, y seis que estarían en espera de juicio.
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A pesar de esta cifra alarmante, AI expresa que miles de personas han sido detenidas y acusadas, por lo que estas 20 personas pueden simplemente ser el abrebocas de toda la persecución que el régimen tiene sobre su población.
Irán, un país con la pena capital en el siglo XXI
Sesenta países mantienen y aplican la pena de muerte y la acogen en su legislación, y otros 35 la invocan en casos excepcionales. Irán hace parte del primer grupo. Solamente del 2021, como mínimo hubo 314 ejecuciones registradas en el país persa, más que todo provenientes de casos de drogas.
Ahora, en el 2022, 251 personas han sido ejecutadas en donde 146 han sido por culpabilidad en asesinato y 86 por delitos de drogas. La mayoría de estas ejecuciones se han dado en las cárceles debido a que por la pandemia no se habían podido reanudar las penas capitales en vía pública.
Irán contempla que la pena de muerte se ejecute sin importar la gravedad del delito, lo que significa que una persona puede ser sentenciada a muerte desde un robo a mano armada, hasta las acusaciones de ‘enemistad con Dios’ o ‘insultos al profeta de Islam’.
Fuerza, represión o debilidad del régimen
Desde 1979 hasta la fecha, las fuerzas de la revolución islámica se han hecho con el poder en Irán, quienes han interpretado el Corán a su manera y han puesto a la población esclavos de sus palabras. En el 2022 con el asesinato de Mahsa la población ha vuelto a las calles a exigir un gobierno para todos sin que la religión sea un canal, un puente o una inspiración para sancionar leyes.
Con la muestra de represión del régimen, como las penas capitales en público, no han hecho más que convencer a la población escéptica de unirse a las manifestaciones con el fin de lograr el fin de la Revolución Islámica, una revolución que, cuarenta años atrás llegó al poder por medio de los jóvenes de la época.
Este ha sido un llamado de atención al Ayatolá Alí Jamenei, a su organización, y a sus seguidores a que por un momento tomen conciencia y tengan por entendido que así como la población los subió al poder, también los pueden bajar.