Perú: el conflicto entre Dina Boluarte y Pedro Castillo alcanza niveles internacionales
Luego de tres meses de protestas por la destitución de Pedro Castillo de la presidencia del Perú, varios actores políticos latinoamericanos han comenzado a lanzar opiniones sobre la legitimidad de Dina Boluarte.
Fotos: Ministerio de la Producción, Presidencia de la República del Perú
LatinAmerican Post | David García Pedraza
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Perú ha sido el epicentro mayor de las manifestaciones antigubernamentales en el continente americano desde finales de 2022. A pesar de que en sus vecinos, Brasil y Colombia, la situación de carácter social se encuentre álgida, desde Lima las protestas van más allá. La crisis política y de gobernanza en la que se encuentra la nación inca ha llegado a tal punto en donde varios mandatarios latinoamericanos se han dirigido a algunas figuras políticas peruanas con términos bastante fuertes y poco diplomáticos.
La inestabilidad presidencial de Perú no solo ha afectado severamente a la economía nacional, a tal punto de registrar un 0% de crecimiento del PIB en el primer mes del 2023, de acuerdo al Departamento de Estudios Económicos de Scotiabank. También la percepción extranjera de la carente fortaleza Ejecutiva y la poca aprobación de los peruanos del legislativo y de la mandataria Dina Boluarte quien lleva la presidencia del país desde el 7 de diciembre de 2022.
Los peruanos no son los únicos disgustados con sus políticos
Con el 77% de desaprobación de la opinión pública hacia Boluarte y 90% hacia el legislativo, según una encuesta del Instituto de Estudios Peruanos y el diario La República de Perú, la crisis política peruana se siente de manera latente en las calles del país. En Lima, los desórdenes han llegado a afectar el turismo de la capital y del principal atractivo de Perú: Machu Picchu.
Además de los problemas a los que los turistas deben afrontar esperando salir de Perú lo antes posible, desde el extranjero también se ha mostrado el malestar de la jefatura del Boluarte y el actuar de los parlamentarios peruanos. Los comentarios de los jefes de Estado de Chile, Colombia y México son los que más resuenan, creando así un sinsabor en la diplomacia regional.
Gabriel Boric al expresar su preocupación sobre las acciones de la policía contra los manifestantes peruanos, Manuel López Obrador al decir sobre Boluarte que era un títere al servicio de la oligarquía. Incluso, Gustavo Petro, declarado persona 'no grata' en la nación inca, al insinuar que el imbécil era Luis González Posada, ex canciller peruano, al tratar con el mismo término a López Obrador. Esto ha producido un combate diplomático en América Latina, tanto así que el premio nobel de literatura peruano, Mario Vargas Llosa, lamentó la manera en que los dirigentes de estos tres países se dirigen hacia la política peruana, además de cuestionar las posturas de los gobiernos de Argentina, Bolivia Y Honduras respecto a la crisis peruana.
¿Perú se aproxima a un aislamiento como el de Venezuela en 2019?
La restricción de incentivos económicos (como inversión extranjera y tratados de libre comercio) y la ruptura de relaciones diplomáticas entre naciones son mecanismos utilizados para aislar a un país cuyo gobierno se considera una amenaza para su propia población. Por enumerar algunos casos desde la ONU, la OEA o grupos de países varios han utilizado estas estrategias para presionar a gobiernos como el iraní, el ruso, el afgano, el nicaragüense, y el más conocido en América Latina: El régimen de Nicolás Maduro en Venezuela.
En el 2019, con la idea del entonces presidente de Colombia, Iván Duque, de crear un cerco diplomático para hacerle frente al gobierno de Maduro a nivel regional, basado en el Grupo de Lima firmado en 2017 por 14 países que buscaba apoyar a la oposición venezolana para una salida pacífica del conflicto, no logró su cometido. A pesar del apoyo de Estados Unidos con sanciones económicas hacia Maduro, sus allegados y las empresas estatales, ese cerco diplomático solo sirvió para intensificar el apoyo de los líderes de izquierda de la región, a tal punto que Perú, México y Argentina, por nombrar algunos fueron desistiendo de esta idea al catalogarla de ineficiente.
El cerco diplomático finalizó con la salida de Duque y la entrada de Petro, y al quedarse esta idea sin un político que la dirigiese, el gobierno venezolano siguió su rumbo normalmente, sin importarle la presión internacional que tuvo por tres años. Ello demostró que la unión regional, para 2021 en adelante mayoritaria de izquierda, no logró el cometido por la mayoría de derecha que había en 2017. Dada esta balanza, al gobierno de Boluarte le podría pasar lo mismo dada la coyuntura en 2023.
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Con el rechazo por parte de los gobiernos de Argentina, Chile, México y Colombia hacia la gobernanza peruana y el actuar de sus legisladores y fuerzas públicas, poco a poco se va creando una especie de cerco ideológico para lograr que más actores políticos se unan con el fin de comenzar a tomar acciones que permitan el fin del conflicto peruano. Lo interesante en este panorama será el cómo lo logran, ya que la derecha se ha caracterizado por ser fuerte e inminente en estos casos, sin embargo, al llevar la batuta la izquierda, posiblemente la negociación hablada será una de las vías a tomar.
Lima: la Caracas de la derecha
Sin importar que Dina Boluarte represente a un partido de izquierda, o extrema izquierda, el Congreso del Perú tiene un gran poder en la forma que se gobierna, y este, al ser de derecha, está expuesto a ser la oposición directa del expresidente Pedro Castillo, cuyo apresamiento fue el detonante de la crisis peruana.
Tanto la derecha como la izquierda en Perú tienen desaprobaciones altísimas, y este escenario hace recordar a la política venezolana en 2017, por este motivo la similitud entre los gobiernos de Caracas y Lima es un indicio de lo que le podría pasar en un futuro muy cercano a las relaciones exteriores de Perú.
No obstante, el equilibrio de poderes que es mejor en el caso peruano puede ser una piedra en el zapato para la unión latinoamericana, de izquierda, que exhortaría al gobierno y a la ciudadanía a concertar mesas de diálogo para finalizar la histeria colectiva y pensar en soluciones efectivas.
Falta observar la postura que llegue a tomar Brasil y la posibilidad de que AMLO no le entregue a Perú la presidencia de la Alianza del Pacífico.