Irak: dos décadas después de una invasión que no debió haber ocurrido
En marzo de 2003, una coalición de países liderada por Estados Unidos identificó a Irak como un objetivo bélico, con la promesa de llevar libertad y democracia a esa nación árabe. Veinte años después, la historia cataloga este accionar como un poderoso fracaso social, militar y geopolítico.
Foto: Getty
LatinAmerican Post | David García Pedraza
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La República de Irak después del 2003 no ha vuelto a ser la misma. A pesar de que su historia reciente ha estado marcada por dictaduras, como la de Sadam Huseín, guerras con sus vecinos Irán y Kuwait, y por una notable sociedad religiosa, el intervencionismo occidental prometió a esta nación árabe liberarla de todo radicalismo y transformar a la nación iraquí en un territorio próspero económicamente.
Han pasado veinte años desde aquella promesa que no se ha cumplido, en donde todos los intereses de los iraquíes han sido burlados por las potencias de occidente. Se podría considerar el hecho de que la penosa invasión del 20 de marzo de 2003 ha sido un colonialismo disfrazado de insurrección hacia el gobierno de Huseín, cuyos verdaderos propósitos no eran más que asegurar el bienestar de un país a costa de otro.
La cuna de la civilización en el medio de un sabotaje internaciona
Irak ha estado en la mira constante de occidente desde que en 1980 Sadam Huseín, presidente de Irak, autorizaba el uso de armas de destrucción masiva contra la población civil en el marco de la guerra con Irán y posteriormente en la Guerra del Golfo de 1990. A pesar de que la ONU realizó un trabajo extenso para eliminar estas armas de Irak y evitar su producción, occidente no estaba convencido de que se hubieran eliminado por completo. Este argumento sería crucial en el futuro para Estados Unidos y su desarrollo de la ‘Guerra contra el terrorismo’.
Luego de los atentados de septiembre de 2001, Estados Unidos tomó la batuta internacional para desarrollar una agenda que lo ayudará a preservar el puesto de potencia mundial. Con el pretexto de la guerra contra el terrorismo islámico, a puerta cerrada en el Consejo de Seguridad de la ONU, occidente aseguró que los regímenes árabes eran un peligro global, ya que alentaban la violencia contra el mundo. Allí, con ayuda de varios exiliados iraquíes, el mundo señaló a Irak, y en especial a Huseín, como promotor del terrorismo.
El inicio de la toma de Irak y la verdadera causa de la invasión
El argumento de que Irak poseía armas de destrucción masivas fue suficiente para que se ordenara una toma militar de Irak bajo la idea de llevar libertad a esa república árabe. No obstante, varios miembros del Consejo de Seguridad y la población en las calles, se rehusaron a creer esta idea. Aun así, la toma fue aprobada y ejecutada el 20 de marzo de 2003.
Durante casi 50 días, los ejércitos de Estados Unidos y sus aliados fueron los protagonistas de la Invasión iraquí, dejando un resultado inicial de 7 mil civiles muertos y decenas de miles más heridos. Luego de esta ofensiva, y con el derrocamiento de Sadam Huseín, la ‘Coalición Multinacional de Irak’ logró su cometido. Sin embargo, Estados Unidos específicamente tenía más planes en Irak: Control territorial y explotación petrolera. Pero esto solo dejó inestabilidad política que sirvió de caldo para la creación de otros grupos terroristas, como el Estado Islámico.
La mentira de las armas químicas daba antesala a las conspiracione
La ‘liberalización del Irak de Huseín’ pasó de ser el orgullo de Estados Unidos al error más cuestionado por el mundo hasta hoy. Al no descubrirse armas de destrucción masivas en el territorio iraquí, las teorías sobre la verdadera causa de que Washington invadiera Irak no se hicieron esperar.
Los intereses particulares de dos exiliados iraquíes, Rafid Ahmed Alwan al-Janab y Maj Muhammad Harith fueron los detonantes de la invasión, ocupación y guerra en Irak. Ambos personajes dijeron que el país árabe estaba produciendo armas de destrucción masiva a base de uranio, lo que fue el ‘casus belli’ para ordenar la invasión.
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La mentira no duraría mucho. Tanto Janab como Harith confesaron haber mentido, y se justificaron diciendo que lo hicieron para tener una mejor vida en occidente. La inteligencia estadounidense y británica, a pesar de saber sobre estas confesiones, siguieron buscando las armas para mostrar resultados que nunca llegaron.
Lo que más llama la atención de este falso positivo es que, la duda permaneció siempre latente sobre si verdaderamente Irak tenía armas de destrucción masiva. Aun así, Estados Unidos y Reino Unido no dieron el brazo a torcer y eligieron confiar en quien no debían, una decisión que costaría la credibilidad de las instituciones.
La credibilidad de las instituciones internacionales como la ONU y la OTAN quedaron esfumadas viendo los resultados en donde Irak no poseía tal armamento. Esto ha servido como excusa para la proliferación de noticias falsas y teorías de la conspiración sobre el móvil para señalar a Irak como un enemigo mundial, tanto así que se ha llegado a pensar que lo del 11 de septiembre de 2001 fue un autoatentado.
Las figuras árabe y musulmana son vistas como terrorista
Como si no fuese suficiente la Guerra en Irak, en el 2014 nace una nueva organización criminal: El Estado Islámico, quien se separa de Al-Qaeda para crear un califato con el fin de que sus poblaciones conquistadas vivan bajo las interpretaciones que realizan sobre el Islam, con la Ley Sharia como mandato.
La islamofobia y el temor hacia la sociedad árabe son vistas como un problema en las sociedades europeas y occidentales, ya que el estigma de la cruel historia contemporánea de los países en los cuales los árabes y musulmanes son mayoría, no aporta favorablemente para eliminar estos prejuicios.