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¿Hemos dejado de evolucionar como especie?

Aunque no lo percibamos, como seres humanos continuamos en constante evolución, al igual que otras especies. Te contamos sobre los cambios físicos y de comportamiento más curiosos de las últimas décadas.

Escultura de especies

Foto: Pixabay

LatinAmerican Post | María Fernanda Ramírez Ramos

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Cuando estamos en el colegio, aprendemos sobre cómo se ha dado la evolución a lo largo de la historia y resulta un tema fascinante. Tanto los seres humanos como los animales hemos desarrollado características físicas y de comportamiento en relación con el ambiente y contexto que nos rodea. Así, con el uso del fuego, la ropa, los cultivos y la adecuación del entorno para construir refugios, los seres humanos fuimos desarrollando las capacidades que mejor se adaptaban al estilo de vida que construimos. 

Hoy en día, con el avance de las tecnologías y los cambios tan acelerados en el entorno, cabe preguntarnos si seguimos evolucionando. Aunque parece que nuestro dominio sobre el entorno y las condiciones de vida nos ha hecho frenar la selección natural, esto no es así. La evolución en un proceso continuo que sucede a través de mutaciones y selección natural a través de periodos largos de tiempo. Hay procesos que ocurren a ritmos impredecibles y que transforman a las especies o comunidades para adaptarse mejor a la vida.

"El ADN que conforma nuestros genes, al igual que el de todos los organismos vivos de la Tierra (a excepción de algunos virus), está sujeto a las “normas” de la mutación aleatoria. De vez en cuando, estas mutaciones afectan a un rasgo importante, como el color del pelaje de un animal", señala la National Geographic, para explicar los procesos de evolución. Asimismo, con la intervención del ser humano en el ambiente y en los procesos de desarrollo de la vida, también consigue generar cambios en sí mismo y en las demás especies. 

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Así, hoy en día es posible notar diferentes fenómenos, rasgos o comportamientos que dan cuenta de nuestra constante evolución como seres humanos. Te contamos sobre algunas adaptaciones que lo comprueban: 

Ausencia de las muelas cordales o del juicio 

Desde el origen de la humanidad, las dietas de los seres humanos han cambiado enormemente. Por esta razón, no es de extrañarse que cada vez más niños nazcan sin sus cordales, molares o del juicio. Se trata de una cuestión de evolución, pues cada día son más innecesarias debido a nuestros estilos alimenticios. Así, puede ser cuestión de décadas para que simplemente sean unos dientes que ya no surjan más. 

Disminución de la temperatura corporal

Un grupo de investigadoras de la Universidad Standford encontró que la temperatura corporal humana ha ido disminuyéndose. Se analizaron 677.423 mediciones de temperatura corporal tomadas a personas de diferentes edades y por un largo periodo. "Encontramos que los hombres nacidos a principios del siglo XIX tuvieron temperaturas 0,59°C más altas que los hombres de hoy, con una disminución monótona de -0,03°C por década de nacimiento", señala la investigación. Este es un signo de evolución, pues parece responder al cambio de las condiciones de vida, la disminución de las infecciones y de la inflamación, en general. Sin embargo, este cambio también implica que se requieren menos calorías para cumplir con las necesidades. 

Tolerancia a la lactosa

En principio, los mamíferos solo toleran la lecha de su madre cuando son bebés o en sus primeros años de vida. Sin embargo, los seres humanos empezamos a tomar leche de otras especies como las vacas o las cabras. Lo particular es que además lo hacemos cuando somos adultos. Sin embargo, no todas las personas han desarrollado la capacidad de producir lactasa en la adultez, por esta razón hay quienes son intolerantes a los lácteos. Así, producir esta enzima y tolerar los lácteos es fruto de la evolución.

Huesos más ligeros

Diversas investigaciones sugieren que desde que el Homo sapiens masificó cultivar para alimentarse, los huesos han ido perdiendo densidad. Nuestras labores diarias cada vez requieren menor esfuerzo físico. "Estudios previos sugieren que la gracilidad esquelética es el resultado de la falta de actividad física debido a una mayor dependencia de la cultura, es una consecuencia biomecánica de la locomoción bípeda o refleja diferencias fisiológicas sistémicas entre los humanos modernos y otros primates", señala una investigación realizada por científicos de la The Ohio State University.

Aumento en la expectativa de vida

La mayoría de los países ha aumentado la expectativa de vida de sus ciudadanos en las últimas décadas. Aunque no lo parezca, esta capacidad de vivir más también es producto de la evolución. Las sociedades han conseguido aumentar su calidad de vida para vivir más, tratar a tiempo las enfermedades y vivir más años. Sin embargo, no es un fenómeno generalizado y también hay patrones de comportamiento y modificación del entorno que están siendo peligrosos, sin contar con la desigualdad.

 

¿Cómo serán los humanos del futuro?

La ciencia también ha estado interesada en conocer cómo serán los humanos en el futuro. Por eso, se han hecho diversas predicciones que nos permiten imaginar que rasgos y capacidades humanas se irán transformando. El común denominador de estos hallazgos es que la tecnología será el factor determinante que cambiará nuestra anatomía y funcionamiento. Para empezar, se prevé que tengamos ojos más grandes y con párpados diferentes, mejor adaptados a las pantallas. Asimismo, nuestras extremidades se transformarán para dominar mejor las tecnologías. Finalmente, los desarrollos en materia de salud harán que cada vez seamos más resistentes a las enfermedades o podamos prevenirlas de forma más eficaz. Ni hablar de la edición genética, que aún es un terreno escabroso, pues está en pleno desarrollo.

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