Chile: La difícil tarea de crear una constitución en la que todos se sientan representados
Con los resultados de la histórica votación chilena en donde la opción ‘Rechazo’ obtuvo la mayoría el pasado 4 de septiembre, el Ejecutivo exhorta a una nueva asamblea para remediar los errores que llevó a la negativa de cambiar la Carta Magna instaurada por Pinochet 40 años atrás.
Foto: Pixabay
LatinAmerican Post | David García Pedraza
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El 4 de septiembre marcó un antes y un después en la historia democrática de Chile, luego de más de un año en la que hombres y mujeres, por igual, redactaran la que sería la nueva Constitución Política de Chile. Esta fue rechazada por más del 60% de la población en las urnas. Con más del 99% de las mesas escrutadas, solo el 38% le daba la aprobación a la nueva Carta Magna, lo que significó una derrota directa al presidente chileno Gabriel Boric. El mandatario había prometido en campaña sacar adelante la propuesta de la nueva Constitución en el primer intento, a pesar de que en el Congreso (tanto en la cámara alta como en la baja), la oposición a su gobierno tenía las mayorías parlamentarias.
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Boric, quien lleva casi seis meses en el cargo, se ha tenido que enfrentar a la histeria colectiva de los partidos de centro y derecha, además de la sutil, pero desafiante situación económica del país sudamericano. De acuerdo con el Banco Central, a pesar de que la situación financiera se expandió en un 5.4% de abril a junio, la pobreza sigue al alza, y ahora al rechazo de la que hubiese sido su aspiración política más grande, la expiración de la Constitución que dejó Pinochet.
Nueva Constitución Sí, pero no así
Debido a los estallidos civiles ocurridos en el 2019 en Chile, en especial en la capital, Santiago, la idea de reformar totalmente la Constitución del país, que se ha querido realizar desde 1989, comenzaba a tomar fuerza entre los manifestantes que le pedían soluciones al gobierno por los recortes de presupuesto en políticas públicas y los manejos que se le daban al patrimonio de la nación. A pesar de que en su momento el presidente en ese entonces, Sebastián Piñera, le dio un no rotundo a la idea de una asamblea constituyente, finalmente dio el brazo a torcer y durante el último año de su mandato puso a disposición los recursos para la ejecución de la misma.
Después de la abrumadora cifra en donde más del 78% de la población le dijo Sí al cambio de la Carta Magna en octubre de 2020, la comunidad chilena se mostraba esperanzada, ya que, en medio de la pandemia del Covid-19, la idea de que una constitución creada bajo la dictadura de Pinochet llegara prontamente a su fin era un logro de hace más de tres décadas atrás que pedía la ciudadanía en general. Sin embargo, contando con personas exclusivas para la redacción de la nueva Constitución, sin intervención del Congreso, creando diferentes espacios para el debate, la información y la deliberación, Chile le dijo ‘Rechazo’ a la propuesta, en cierta medida por los factores como las noticias falsas y por el peso de las ideas de izquierda en una Carta que es para toda la población.
La victoria de ‘Rechazo’ como muestra de una paradoja
Una de las figuras que promovía el rechazo a la ya desestimada nueva constitución fue el ex diputado y candidato presidencial José Antonio Kast, sutil admirador de Augusto Pinochet. Kast expresaba que la redacción de la nueva Carta Magna le hacía daño a las libertades individuales de los chilenos, además de darle supremacía a los pueblos indígenas, cuyos privilegios llevarían a Chile a una desestabilización económica mayor. Kast, quien fue contrincante de Boric en las pasadas elecciones tiene posturas marcadas en contra del aborto y de leyes de tendencia izquiedista, por tal motivo se le consideró bandera de la opción ‘Rechazo’ que los chilenos eligieron en las urnas como ganadora.
Otro de los aspectos de que el rechazo resultara victoriosa en la contienda, fue la falta de un discurso conciso, en donde se entendieran en simples palabras los artículos que demandaba la nueva constitución. Varios partidarios de la opción ‘Apruebo’ no sabían cómo expresar las ideas de una correcta manera por lo cual los electores caían en duda para apoyar la iniciativa. Sumando el factor de la desinformación por medio de las redes sociales y cadenas de WhatsApp, estrategia muy conocida para confundir a la población, los partidarios del ‘Apruebo’ le conceden la derrota a las falsas comunicaciones e interpretaciones.
Finalmente, la incertidumbre económica, independientemente del resultado, fue un empujón para que los chilenos se fueran por el dicho ‘Más vale malo conocido que bueno por conocer’, en donde, al ver la crisis en la que está su país, decidieron, al menos por ahora, seguir con la Carta Magna de Pinochet, una constitución que les garantiza cierta estabilidad. Por su parte, el presidente Gabriel Boric ha convocado a una reunión de Ministros para que, durante la semana siguiente a la votación se tomen las acciones asertivas para lograr un nuevo consenso. Boric está decidido a tumbar la Constitución vigente sin importar los intentos necesarios. Por otro lado, la derecha chilena ha dicho que seguirán siendo parte de la conversación, pero no han dicho el cómo a pesar de los enfrentamientos en las calles que ya se han tomado Santiago, como manera de presionar a ambas tendencias.
Los chilenos quieren un cambio por igual
La legalización del aborto, leyes ambientales más estrictas, el apoyo a los proyectos sociales y la situación política y especial de los indígenas son temas muy puntuales en donde la redacción de la nueva Constitución debe ser muy equilibrada para lograr un acuerdo nacional, y por ende una aprobación civil. Este fue un aspecto en donde falló este intento, ya que, según varios académicos, a pesar de que la ideas estén muy bien expuestas, no son de la aprobación de cierto porcentaje de la población.
Los chilenos, el Congreso y la voluntad de diálogo entre los dos bandos, son los tres pilares necesarios para que la nación salga favorecida en un nuevo intento de dejar en la historia a la controvertida, pero funcional, Constitución de Augusto Pinochet.