Destierro, la práctica anacrónica que Daniel Ortega está empleando

La semana pasada, varios medios reportaron la liberación de 222 presos políticos por parte del Gobierno de Daniel Ortega. Posteriormente, se conoció que la liberación, envío a Estados Unidos y posterior cancelación de nacionalidad, era una jugada política que utilizó el controvertido líder sandinista. Esta expulsión y posterior cancelación de nacionalidades, dejando apátridas a sus opositores, es un claro ejemplo de lo que se conoce como destierro.

Según la Agencia de la ONU para los refugiados, el destierro “se refiere a la pena de expulsar a alguien de un lugar o territorio. Generalmente, es el Estado el que decide expulsar, o desterrar, a esa persona por haber cometido un delito. Puede ser de forma temporal o para siempre”.

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Por ejemplo, en la gran obra literaria del Cid Campeador vivió en carne propia lo que era el destierro, tan común en esas épocas cuando fue escrito el texto y tan poco visto hoy en día.

El Destierro era una práctica usual en los siglos pasados cuando los mandatarios (mayoritariamente monarcas) enviaban a los criminales fuera del territorio central. En épocas coloniales era frecuente enviar a los presos a las colonias, como a Australia, Norteamérica o Guyana por parte de Reino Unido y Francia.

A pesar de que hoy en día el destierro ha desaparecido de varios códigos penales. Sin embargo, hay castigos similares en diversos países. Por ejemplo, La Voz de Galicia explica que hoy se utiliza la “privación del derecho a residir en determinados lugares o acudir a ellos por tiempo de seis meses a tres años”.

Lo llamativo de lo ocurrido en Nicaragua es que Ortega ejecuta esta sanción en contra de políticos opositores. Adicionalmente, Ortega les retira la ciudadanía, los desterrados, lo que los saca fuera del panorama político interno por ahora y en un futuro.

No obstante, esta medida también termina afectando un posible diálogo entre el sandinismo y la oposición o la comunidad internacional. Lo que al principio se le podía aplaudir por liberar presos políticos, terminó siendo simplemente una estrategia que empleó Ortega para aliviar una presión interna que mantenía con la detención de los 222 presos.

La mayoría de estos desterrados hacen parte de los masivos arrestos que ejecutó Ortega durante el periodo electoral de 2021. Durante el periodo de elecciones presidenciales, las autoridades nicaragüenses arrestaron a 7 aspirantes presidenciales.

A pesar de la liberación masiva, aún hay 39 presos políticos, según el Mecanismo para el Reconocimiento de Personas Presas Políticas de Nicaragua. Entre estas, está Rolando Álvarez, obispo de Matagalpa.

De acuerdo con EFE, el religioso fue condenado a 26 años y también se le despojó de su ciudadanía. Sin embargo, Álvarez se negó a salir desterrado y por eso se le trasladó del lugar donde tenía prisión domiciliaria y fue trasladado a prisión.

¿Qué viene para los desterrados?

Al perder la identidad, los opositores nicaragüenses son considerados apátridas. De acuerdo con UNHCR, el Derecho Internacional define a los apátridas como “una persona que no es considerada como nacional suyo por ningún Estado conforme a su legislación”.

Esta medida fue implementada por Ortega para impedir (o dificultar) futuros regresos al país y futura participación en política interna. 

Ahora, si bien por ahora los más de 95 opositores pierden su nacionalidad nicaragüense, pueden optar por otras nacionalidades. Ya España ofreció a todos los expulsados la nacionalidad española.