Donar sangre: Un debate entre el negocio y la urgencia
Tres países de Latinoamérica son ejemplo global en donación de sangre sin remuneración
Cada dos segundos una persona necesita sangre en el mundo pero los bancos de plasma a nivel global no cuentan con las reservas suficientes para atender la demanda. Este flagelo obliga a cientos de pacientes, en especial en países no desarrollados, a recurrir a mercados ilícitos para adquirir donaciones, poniendo aún más en riesgo la vida que se intenta salvar.
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Esta situación ha mantenido abierto el debate sobre la necesidad de establecer una remuneración concreta que pueda incentivar la recaudación de sangre.
Sin embargo, existen posturas a favor y en contra de dicho postulado. Quienes se oponen argumentan que remunerar la donación de sangre disminuirá el número de personas que lo hacen de manera voluntaria. Por su parte, aquellos que apoyan la iniciativa, indican que la remuneración incrementa el número de donantes y bloquea el mercado ilícito que se forma en torno a la venta de plasma.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año se recogen 112 millones de unidades de sangre, cantidad suficiente para llenar 43 piscinas olímpicas; no obstante, esta cantidad sigue siendo mínima en comparación con la demanda. Para enfrentar el panorama, algunas instituciones han propuesto manejar incentivos económicos para los donantes como deducciones de impuestos, tarjetas con dinero y pasajes de transporte público, pero no todas las ciudades ni personas están de acuerdo con este canje.
Dinero a cambio de vida
Mario Macis, economista y profesor de la universidad Johns Hopkins, explicó durante entrevista con la cadena NTN24, una teoría de psicología la cual indica que retribuir de manera económica o simbólica una labor que por lo general se realiza sin compensación, disminuiría el número de individuos que acuden a hacerlo de manera voluntaria.
Aunque no existen estadísticas precisas que puedan corroborar esta teoría, estudios previos han demostrado que al aplicar los incentivos para los donantes de sangre en lugares como Argentina, Italia y Suiza, se observó un incremento en el número de donantes.
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No obstante, estos incentivos despiertan la preocupación de organizaciones como la OMS, que aseguran que la remuneración podría propiciar que las personas mientan sobre su historial médico y donen sangre contaminada no por la intención de ayudar sino por la compensación que reciben a cambio.
Solo Canadá, Alemania, República Checa, Austria, Hungría y EE.UU. permiten remunerar los donantes de plasma. En EE.UU. un donante de sangre puede recibir hasta 5.000 dólares anuales por su plasma y se cree que esta modalidad ha permitido que la nación del norte sea el único país del mundo que puede cubrir su demanda interna de sangre.
Es tanta la popularidad de la remuneración por plasma que ofrece EE.UU. a los donantes, que cada semana cientos de mexicanos cruzan la frontera estadounidense para donar sangre a cambio de entre 50 o 70 dólares que reciben por una bolsa de sangre en los centros médicos que se encuentran ubicados en la zona fronteriza.
América Latina, ejemplo para el mundo
Según cifras de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Argentina, Brasil y Colombia encabezan la lista de las naciones con mayor cantidad de donaciones voluntarias en la región. Datos de la OMS demuestran que en Latinoamérica y el Caribe, el 44,23% de las donaciones de sangre se realizan de manera voluntaria. El 55,73% se recoge mediante reposición, o los casos donde un individuo decide donar sangre para un familiar o cercano que la requiere. Solo el 0,04% se adquiere mediante donación remunerada.
La baja cifra de donación de plasma por compensación, puede deberse a los pocos métodos de compensación que se manejan en la región, puesto que se ha comprobado que las economías más vulnerables recurren a estos métodos en caso de desempleo o escasez.
Bajo este panorama, compensar económicamente a los donantes se convierte en un problema con varias aristas. Por un lado, están las miles de vidas que dejan de salvarse cada año por falta de sangre; por otro lado, la falta de incentivos a los posibles donantes, con remuneraciones que probablemente serían pagadas por los pacientes con el aumento de costos que representaría adquirir plasma. Todos, dilemas éticos que se presentan al poner un valor monetario a un elemento tan vital como la sangre.
Latin American Post | Krishna Jaramillo
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