El Campo de Detención de Caimanes en Florida Desata Miedo y Furia en América Latina

Un campo de detención recién construido en los humedales de Florida se ha convertido en un surrealista epicentro del debate migratorio en EE.UU., donde las bromas del presidente Donald Trump sobre “guardianes caimanes” enmascaran la creciente preocupación de líderes indígenas, científicos ambientales y migrantes latinoamericanos atrapados bajo su sombra.
Tiendas, Tanques y un Pantano Llamado “Alcatraz de los Caimanes”
En el borde de una pista de aterrizaje empapada por la lluvia, justo al oeste de Miami, el presidente Donald Trump sonreía frente a una extensión de tiendas de campaña de ayuda ante desastres y barro fresco. A su lado estaban el gobernador Ron DeSantis y la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem. Detrás de ellos, el alambre de púas brillaba bajo la tormenta.
Trump señaló hacia los manglares.
“Tenemos muchos guardaespaldas en forma de caimanes”, bromeó, repitiendo una frase que ya había dicho en la Casa Blanca y nuevamente durante el vuelo.
Según EFE, el presidente incluso demostró una técnica de correr en “zig-zag” —para cualquier migrante, dijo, lo suficientemente audaz como para escapar. Llamó al nuevo sitio “Alcatraz de los Caimanes”, un nombre que él y DeSantis comenzaron a corear juntos, como si ensayaran para una futura camiseta de campaña.
Pero más allá de la teatralidad había algo concreto: una instalación de detención construida en el borde de los Everglades, con capacidad para 5,000 migrantes. Documentos filtrados a EFE por el fiscal general de Florida describen un plan para traer jueces migratorios semanalmente y acelerar los procesos de deportación en el lugar. DeSantis destacó el foso natural. “Los caimanes hacen el trabajo de patrullaje fronterizo”, dijo.

Advertencias Indígenas y Ecológicas Bajo la Lluvia
No todos se reían.
Fuera de la cerca, activistas de las tribus Seminole y Miccosukee se unieron a científicos ambientales, empapados hasta los huesos, sosteniendo pancartas mientras llegaban las primeras bandas de tormenta.
“Este es un pantano de transición”, dijo la manifestante Faith Ward a EFE. “No se ha hecho ningún estudio de impacto ambiental. No hay mitigación. Nada”.
Su preocupación no era especulativa. Estudios de la Universidad Internacional de Florida muestran que introducir a miles de personas, generadores diésel y baños químicos en esta zona de los Everglades podría alterar todo el ecosistema local, desde el hábitat del pantera de Florida hasta los esfuerzos de control de pitones birmanas invasoras.
María Pino, antropóloga especializada en derechos sobre tierras indígenas, señaló mapas de zonas de caza tribales protegidas bajo el Acuerdo de Big Cypress de 1994. “La construcción acelerada aquí es un precedente peligroso”, dijo. “Trata tierras bajo tratado como si fueran decorado de campaña”.
Los Migrantes Enfrentan un Nuevo Disuasivo: Reptiles
Para los migrantes latinoamericanos, las bromas sobre caimanes no sonaban a sátira. Sonaban a amenaza.
“Nos enseñarán a huir de los caimanes, no de la pobreza”, dijo Camilo López, un solicitante de asilo colombiano tratando de hablar por encima de los cánticos y sirenas mientras los agentes desviaban a los manifestantes.
Un estudio de 2022 de la Universidad de Texas sobre la militarización fronteriza halló que las narrativas disuasorias basadas en animales —como serpientes de cascabel, coyotes y ahora caimanes— pueden influir en el comportamiento migrante, incluso cuando el peligro es exagerado. Pero aquí no es imaginario. Los Everglades albergan a más de 1.2 millones de caimanes.
El ecólogo de vida silvestre Frank Mazzotti advierte que las perturbaciones suelen hacer que los caimanes se vuelvan más móviles, aumentando—no reduciendo—la probabilidad de contacto humano. “Luces potentes, ruido, restos de comida”, dijo a periodistas, “esas cosas atraen a la fauna”.
Más extraño aún, los fondos iniciales del campamento —6 millones de dólares— provinieron de una reasignación de fondos de FEMA para desastres, una decisión que llamó la atención de investigadores de la Universidad de Georgetown, quienes señalaron que esa cifra apenas cubre el costo real si se incluyen atención médica, seguridad y manejo de agua.
Teatro Político y un Ecosistema Frágil en Juego
“El Alcatraz de los Caimanes” es más que un centro de detención. Es un escenario político.
Florida ya participa en el programa de Oficiales de Servicio de Órdenes de ICE, que permite a los alguaciles locales retener a inmigrantes indocumentados para que los recoja el gobierno federal. Ahora, con un espectáculo en un pantano, completo con fauna viva y tiendas militares, Trump redobla su apuesta—usando Florida como campo de pruebas para su estrategia migratoria de un segundo mandato.
Como han señalado historiadores de la Universidad de California, el movimiento recuerda a los campos de trabajos forzados de los años 30 construidos en pantanos y regiones aisladas, donde la geografía se usaba como castigo.
La imagen importa. Unas pocas docenas de simpatizantes de Trump, incluido Enrique Tarrío, el líder de Proud Boys indultado, ondeaban banderas bajo la lluvia antes de que la policía dispersara la multitud. Para ellos, el campamento es una victoria simbólica. Para otros, es una señal de alerta.
Detrás de los flashes, quedan preguntas centrales:
- ¿Pueden las audiencias migratorias en tiendas ofrecer debido proceso?
- ¿Qué ocurrirá en temporada de huracanes si el sitio se inunda y libera aguas residuales en los canales de los Everglades que alimentan el suministro de agua de Miami?
- ¿Se respetarán o arrasarán los reclamos de tierras indígenas?
Faith Ward, la activista, no se inmutó. “Esto trata sobre derechos humanos, derechos del agua y la dignidad de todos nosotros”, dijo antes de que los oficiales la empujaran detrás de las barricadas de acero.
Trump, por su parte, parecía indiferente. Abordó el helicóptero presidencial bajo nubes de tormenta, insinuando a los reporteros que podría eximir a trabajadores agrícolas y de la construcción—sectores dependientes de mano de obra migrante—de la misma redada que acaba de expandir.
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Por ahora, el campamento en los Everglades es tanto símbolo como prueba de resistencia: una solución temporal en un lugar frágil. Un ecosistema convertido en herramienta para un titular.
Y cuando se apaguen las cámaras, los verdaderos costos—ecológicos, legales y humanos—podrían persistir como niebla sobre un plan nacido del espectáculo y construido en terreno inestable.