AMÉRICAS

El Clan del Golfo de Colombia recibe etiqueta de terrorista mientras crece la fiebre del fentanilo

La designación de terrorista por parte de Washington al Clan del Golfo de Colombia choca con la ofensiva del presidente Donald Trump contra el fentanilo y los ataques extraterritoriales. Para la apuesta de “paz total” del presidente Gustavo Petro, el momento es brutal, amenazando diálogos, rutas migratorias y la soberanía regional desde Urabá hasta el Tapón del Darién.

Diálogos de paz chocan con una línea roja estadounidense

En Urabá, la puerta de entrada al Caribe en el norte de Colombia, la autoridad suele sentirse antes de verse. El Clan del Golfo—también llamado Gulf Clan—ha convertido las rutas en poder, moviendo cocaína hacia afuera y cobrando “impuestos” que moldean los viajes cotidianos.

El Departamento del Tesoro de EE.UU. ha añadido al grupo a su lista de Organizaciones Terroristas Extranjeras (FTO), informó la BBC. La medida se produjo pocas horas después de que el presidente Trump firmara una orden clasificando al fentanilo como “arma de destrucción masiva”. La guerra contra la cocaína en Colombia se está replanteando bajo la óptica de los opioides.

La BBC señaló que el líder Dairo Úsuga fue capturado en 2021, pero la red continuó bajo el mando de Chiquito Malo. Con miles de miembros, es considerada la mayor banda de narcotráfico de cocaína en Colombia, abasteciendo a Estados Unidos y Europa y lucrando con el tráfico de migrantes a través del Tapón del Darién hacia Panamá. Según la BBC, Marco Rubio la responsabilizó de ataques contra funcionarios, fuerzas de seguridad y civiles. En la lista estadounidense ya figuran el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y dos grupos disidentes que se separaron de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) tras el acuerdo de paz de 2016.

Para Petro, quien prometió una “paz total”, el momento es castigador. Menos de dos semanas antes, informó la BBC, su gobierno alcanzó un acuerdo histórico con el Clan del Golfo en Doha para iniciar el desarme. Incluía el compromiso de que los miembros no serían extraditados a Estados Unidos. Con otros diálogos estancados, parecía un avance—hasta que la etiqueta de FTO amenazó con criminalizar el contacto y profundizar los ya tensos lazos.

El secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio. EFE-EPA FILE/JIM LO SCALZO

Ataques marítimos y la aritmética de la fuerza

Mientras tanto, la ofensiva se ha vuelto letal en el mar. La BBC reportó más de 20 ataques estadounidenses contra embarcaciones sospechosas de narcotráfico en el Caribe y el Pacífico. Más de 90 personas murieron. Algunos expertos legales afirman que estas operaciones violan la ley. Para las comunidades costeras, un titular de “interdicción” suele traducirse en un funeral. Es un motivo más para desconfiar de promesas lejanas.

Petro calificó los ataques de “asesinato”, informó la BBC, y Rubio lo llamó “lunático”. Trump, citado por la BBC, ha advertido sobre “ataques en tierra” contra “narcoterroristas”, señalando a Nicolás Maduro de Venezuela y al Cartel de los Soles. Pero también insinuó a Colombia: “Colombia tiene al menos tres fábricas de cocaína”. Más tarde, añadió: “Pero no son solo ataques terrestres en Venezuela, también son ataques terrestres contra gente horrible que está trayendo drogas y matando a nuestra gente.”

Un perito forense de la policía realiza una prueba a un alijo de cocaína. EFE/Mario López/Archivo

Miedo al fentanilo y repercusiones en América Latina

La emergencia por fentanilo en Estados Unidos es brutal: la BBC citó más de 110,000 muertes relacionadas con drogas en 2023, aunque las sobredosis fatales cayeron un 25% en 2024. Trump sostiene que los ataques salvan vidas, diciendo que cada golpe “salva 25,000 vidas estadounidenses”, pero la BBC informó que las autoridades estadounidenses no han presentado ninguna prueba de que las embarcaciones atacadas transportaran fentanilo. El fentanilo—unas 50 veces más potente que la heroína—no se origina en Colombia ni Venezuela, han señalado expertos, lo que complica una estrategia que golpea rutas de cocaína invocando el terror de los opioides.

La orden ejecutiva apunta a un enfoque de doble vía: continuar atacando las rutas de suministro de cocaína mientras se amplía la autoridad para combatir el contrabando de fentanilo. Estudios discutidos en The Lancet y la International Journal of Drug Policy enfatizan que las olas de sobredosis siguen tanto el acceso a tratamiento y la desigualdad como la interdicción. Claudia Sheinbaum, de México, según la BBC, instó a abordar las causas del consumo de drogas y advirtió que el fentanilo también es un analgésico hospitalario legal. Mientras tanto, la etiqueta de FTO congela cualquier activo en instituciones estadounidenses. Permite procesar por “apoyo material”, incluso a ciudadanos estadounidenses, poderes que podrían convertir la mesa de paz de Colombia en un campo minado legal.

Para las comunidades en Urabá y a lo largo del Tapón del Darién, el campo minado no es teórico. Una postura más rígida de EE.UU. puede fragmentar los grupos armados, castigar a civiles señalados como “colaboradores” y desplazar la violencia a nuevas rutas. Colombia ha vivido décadas de estrategia antidrogas respaldada por EE.UU.; la apuesta de Petro es reducir los incentivos para combatir. Si Washington premia la escalada, los costos recaen primero en los trópicos.

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