Familias Venezolanas Enfrentan el Silencio sobre Transferencias de Prisioneros entre EE.UU. y El Salvador

Una familia venezolana teme por un pariente deportado que ha desaparecido. Sospechan que la persona está detenida en una cárcel de El Salvador, conocida por albergar a terroristas. Esta difícil situación resalta un proceso común pero secreto. La política implementada bajo el gobierno de Trump implicó la transferencia de numerosos migrantes sin documentación a destinos en el extranjero. Las familias no saben qué pasó con ellos.
Desaparecido Sin Rastro
Un viernes reciente, el migrante venezolano Alirio Guillermo Belloso, de 30 años, informó a su familia que estaba siendo deportado de EE.UU. a Venezuela. Horas después de dar aviso, perdió todo contacto con ellos. Pasaron varios días sin noticias sobre su paradero. Antonio Fuenmayor, hermano de Belloso, declaró en una entrevista con EFE: “No puedo encontrar ningún registro de él en el sistema de inmigración. Es como si nunca hubiera estado bajo custodia. Nadie puede confirmar dónde está”.
Pronto surgieron rumores de que Belloso podría estar entre un grupo de más de 200 venezolanos—presuntos miembros de la banda criminal Tren de Aragua—que fueron enviados a una prisión de máxima seguridad en El Salvador. Una foto publicada por el gobierno de Nayib Bukele mostró a un detenido venezolano no identificado siendo rapado mientras permanecía encadenado. Fuenmayor cree que podría ser su hermano. “Lo que están haciendo es inhumano”, agregó Fuenmayor desde su hogar en Florida. “Nadie nos dice nada. Él solo tenía un caso civil de inmigración. No ha sido acusado ni condenado por ningún delito ni en EE.UU. ni en Venezuela”.
Según Alixon Fuenmayor Vera, tío de Belloso y abogado en Venezuela, toda la familia sigue sin información: “Se suponía que debía ser deportado directamente a Venezuela. En su lugar, vemos una foto de alguien que podría ser él encadenado en El Salvador. Esto es un abuso de poder evidente”.
Transferencia Misteriosa a El Salvador
La crisis para la familia de Belloso—y muchas otras familias venezolanas—comenzó cuando se supo que la administración de Trump había trasladado a cientos de detenidos a una prisión remota en El Salvador. Las autoridades salvadoreñas alegan que estas personas están vinculadas al Tren de Aragua, una infame banda criminal transnacional.
El Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot) tiene mala reputación debido a sus duras condiciones. Su existencia responde a la estrategia del presidente Bukele contra grupos criminales. Los detenidos allí enfrentan severas restricciones y son considerados altamente peligrosos. Imágenes del interior muestran a los prisioneros rapados y encadenados, fuertemente vigilados por personal armado.
La familia de Belloso se enteró de estas deportaciones a través de informes de prensa, una sola fotografía y comentarios en redes sociales. La agencia de Inmigración y Control de Aduanas de EE.UU. (ICE), que tenía la custodia de Belloso, se negó a confirmar o desmentir su traslado. Al preguntar sobre su estado, ICE remitió a EFE a la Casa Blanca, sin éxito.
“Es indignante”, dijo el hermano de Belloso. “Es padre de una niña pequeña. Estaba esperando su cita de asilo. Ahora es como si el sistema lo hubiera borrado”.
Expertos legales temen que muchos de los deportados a El Salvador hayan visto sus derechos vulnerados. Esto se debe a una antigua ley de EE.UU., conocida como la Ley de Extranjeros Enemigos, promulgada en 1798.
Esta legislación dejó de aplicarse después de la Segunda Guerra Mundial. Permite a las autoridades expulsar a ciertos no ciudadanos sin los procedimientos judiciales habituales. Críticos afirman que el uso de esta ley socava el debido proceso.
De Repartidor a “Enemigo de EE.UU.”
El caso de Belloso refleja la brusquedad de estas deportaciones. Según sus familiares, llegó a EE.UU. por la frontera sur en 2023, con la esperanza de trabajar y mantener a su familia en Venezuela. Se estableció en un pequeño pueblo de Utah con dos primos, trabajando como repartidor para sobrevivir.
Sin embargo, a mediados de enero, las autoridades locales inspeccionaron una gasolinera donde varios conductores latinos se habían detenido. Belloso, que no tenía licencia de conducir, fue arrestado. Su hermano asegura que Belloso estaba en proceso de solicitar asilo y tenía una cita pendiente para toma de huellas con el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de EE.UU.
Su tío afirma que, tras ingresar al sistema migratorio, Belloso optó por la deportación voluntaria a Venezuela para evitar una larga detención en EE.UU. Sus familiares en Maracaibo esperaban su pronto regreso.
En cambio, la única pista que tienen son fotos inquietantes de venezolanos encadenados en El Salvador—algunos con tatuajes, otros posiblemente etiquetados erróneamente como pandilleros. “Lo han convertido en una amenaza para la seguridad nacional de la noche a la mañana”, lamentó su tío. “Es un castigo por ser venezolano”.
Críticas Crecientes e Inseguridad Jurídica
Organizaciones como Venezolanos Perseguidos Políticos en el Exilio (Veppex) piden al gobierno de Trump reconsiderar la aplicación generalizada de la Ley de Extranjeros Enemigos a migrantes venezolanos. En una carta abierta, José Antonio Colina, presidente de Veppex, advirtió que esta política “podría afectar injustamente a una comunidad que en su mayoría busca refugio y oportunidades en EE.UU. tras huir de una crisis humanitaria”.
“Solicito humildemente que cualquier medida se base en pruebas específicas y procesos legales justos”, escribió Colina a la Casa Blanca. “Deben dirigirse a verdaderos criminales, no a grupos enteros de personas”.
A pesar de estas peticiones, las respuestas oficiales siguen sin llegar. El silencio del gobierno se extiende a los tribunales federales. La familia de Belloso asegura que un juez no pudo revisar su caso de deportación debido a supuestas preocupaciones de seguridad nacional y el uso de una ley arcaica.
Expertos jurídicos consideran que esta falta de transparencia crea una situación alarmante. Argumentan que tratar a los migrantes venezolanos como adversarios extranjeros pone en riesgo el cumplimiento de normas internacionales sobre asilo.
Los detenidos permanecen en una prisión en El Salvador, diseñada para albergar a líderes de pandillas y terroristas. Están separados de sus familias y sin acceso adecuado a asistencia legal. El hermano de Belloso expresó su frustración: “Si no le dan información a un juez federal, mucho menos nos la darán a nosotros”.
Con el tiempo en contra, ni el gobierno de EE.UU. ni las autoridades de El Salvador han respondido. La familia de Belloso busca confirmar si fue uno de los trasladados a Cecot. La falta de información impide que contraten un abogado local para gestionar su liberación.
Parientes en Venezuela se preguntan por qué los deportados son enviados a otro país, especialmente a una prisión conocida por albergar a líderes de pandillas y terroristas. No hay explicaciones claras, dejando a las familias en incertidumbre. Su tío expresó: “Él solo era un repartidor que esperaba su audiencia. Ahora ha sido arrastrado a un proceso donde nadie nos dice qué está pasando”.
Exigiendo Transparencia y Debido Proceso
El caso de Belloso ilustra las preocupaciones de los venezolanos en el extranjero. Muchos huyeron de problemas políticos, una crisis económica devastadora y condiciones extremas. Buscaban protección en EE.UU., pero enfrentan un trato injusto.
Defensores de derechos humanos denuncian que la aplicación de esta ley ignora los procedimientos migratorios normales y deja a las familias desinformadas. Exigen que las autoridades actúen con responsabilidad y transparencia sobre estos traslados.
La familia de Belloso sigue presionando. Contactan oficinas de ICE, consulados y cualquier fuente posible para conocer su paradero. Hasta ahora, sus esfuerzos han sido en vano. Temen que siga detenido indefinidamente, sin cargos ni audiencias programadas.
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Para familias como la suya, la urgencia es máxima. Mientras cambian las leyes migratorias en EE.UU., esperan que una llamada, un hallazgo legal o el apoyo público rompan el silencio antes de que sea demasiado tarde.