La congelación de ayuda de Trump detiene los programas de aplicación contra el fentanilo en México
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Con su renovado compromiso de acabar con la crisis del fentanilo, el presidente Donald Trump ha puesto en riesgo las iniciativas antidrogas. La amplia suspensión de la asistencia de EE. UU. a otros países ha detenido operaciones contra grupos de narcotráfico en México. Como resultado, el trabajo conjunto entre ambas naciones para desmantelar redes de opioides enfrenta obstáculos. Sin embargo, la suspensión de fondos va en contra del objetivo declarado de combatir el tráfico de drogas en la frontera.
Una paralización repentina de la ayuda contra el fentanilo
A través de una decisión abrupta, el presidente Donald Trump detuvo la ayuda enviada al extranjero, lo que provocó la paralización de los programas de EE. UU. dirigidos a combatir el fentanilo en México. Reuters informó sobre esta pausa en la financiación, señalando que contradice las declaraciones previas de Trump sobre la lucha contra los opioides sintéticos. La Casa Blanca presentó esta medida bajo la política de “America First”, pero la suspensión afecta los esfuerzos conjuntos de ambos países para localizar laboratorios de droga, bloquear el ingreso de precursores químicos y cortar las rutas de envío de los carteles a través de las fronteras.
La Oficina de Asuntos Internacionales de Narcóticos y Aplicación de la Ley (INL) del Departamento de Estado ha facilitado durante años la cooperación con las autoridades mexicanas. Según Reuters, la totalidad de los programas de la INL en México—clave en la lucha contra el fentanilo—se enfrenta a una suspensión indefinida debido a esta congelación. Durante años, estas iniciativas han entrenado a fuerzas de seguridad locales para rastrear y desmantelar laboratorios clandestinos de fentanilo, así como evitar la llegada de precursores ilícitos a puertos mexicanos.
En particular, la donación de perros detectores de drogas ha resultado ser una medida efectiva. Reuters cita un informe de la INL de marzo de 2024 que muestra que estos perros ayudaron a incautar millones de píldoras de fentanilo solo el año pasado. Los caninos identifican contrabando y actúan como un elemento disuasorio en un país donde los laboratorios clandestinos pueden trasladarse de un lugar remoto a otro. Sin embargo, la congelación de la ayuda pone en pausa todos estos avances.
“Al detener esta asistencia, Estados Unidos debilita su capacidad para manejar una crisis que afecta a millones de estadounidenses”, dijo Dafna H. Rand, exdirectora de la Oficina de Asistencia Extranjera del Departamento de Estado (2021-2023), citada por Reuters. La gravedad de esta interrupción no puede subestimarse: EE. UU. ha perdido más de 450,000 vidas por sobredosis de opioides sintéticos en la última década. La suspensión de los programas contra el fentanilo se ha convertido en un punto clave de debate público, especialmente porque la decisión se tomó a los niveles más altos con un aviso mínimo.
Funcionarios del gobierno mexicano, desde asesores presidenciales hasta representantes de relaciones exteriores, han guardado silencio a pesar de los múltiples intentos de Reuters por obtener declaraciones. El Departamento de Estado de EE. UU. ha adoptado la misma postura. Ante esta falta de respuestas, tanto en México como en EE. UU., surgen preguntas sobre si la decisión del equipo de Trump indica un cambio de rumbo en la forma en que combina las medidas antidrogas con sus objetivos de relaciones internacionales.
Programas Críticos Bajo Escrutinio
Entre los esfuerzos financiados por EE. UU. que ahora están paralizados, destacan los cursos de capacitación para desmantelar laboratorios clandestinos, el despliegue de caninos especializados y las estructuras logísticas que fomentan la colaboración entre autoridades estadounidenses y mexicanas. Reuters revisó documentos del Departamento de Estado que muestran cómo estos programas eran la columna vertebral de la estrategia de México contra el fentanilo. Estas iniciativas ayudaban a la recopilación de inteligencia en tiempo real, la coordinación de operativos contra redes de suministro e incluso la creación de unidades de respuesta rápida en zonas fronterizas.
Dado lo compleja que es la cadena de suministro del fentanilo—cuyos precursores llegan desde China a puertos del Pacífico antes de ser trasladados por carretera a laboratorios clandestinos—las fuerzas mexicanas dependen en gran medida del apoyo técnico e informativo de EE. UU. “Los programas de asistencia extranjera de EE. UU. en México están combatiendo la cadena de suministro del fentanilo al capacitar a los servicios de seguridad locales y garantizar la máxima cooperación entre ambos países en la lucha contra esta droga mortal”, dijo Rand a Reuters. Sin embargo, al suspender los entrenamientos y la entrega de equipos, la congelación desafía el impulso operativo que ambas naciones habían construido con esfuerzo.
El Departamento de Estado ha indicado que la suspensión podría levantarse selectivamente para lo que el secretario de Estado, Marco Rubio, denominó “asistencia humanitaria que salva vidas”. No obstante, fuentes citadas por Reuters señalan que persiste la confusión sobre las directrices finales, y muchos programas siguen detenidos mientras los funcionarios intentan interpretar el alcance de la política. Algunas fuentes internas han revelado que se está considerando una excepción notable para operaciones antidrogas, pero aún no se ha anunciado una decisión oficial. Como resultado, numerosos agentes desconocen sus asignaciones presupuestarias y las instrucciones a seguir.
Un Cambio Unilateral en la Política de EE. UU.?
Paralela a la congelación de fondos está la nueva serie de amenazas de Trump contra México, que incluyen la imposición de aranceles del 25% si el gobierno no logra frenar el tráfico de fentanilo y la migración ilegal. Trump también ha señalado que EE. UU. podría designar a los principales carteles como organizaciones terroristas extranjeras, lo que indicaría un enfoque más unilateral para abordar la crisis. Sin embargo, algunos analistas advierten que depender del ejército estadounidense o de una designación terrorista podría socavar la cooperación a largo plazo, crucial para debilitar el poder de los carteles en ambos lados de la frontera.
No hace mucho, la cooperación bilateral en la lucha contra el narcotráfico, el intercambio de inteligencia y el despliegue conjunto de tropas en la frontera era la norma. Ahora, la situación ha cambiado drásticamente, pues Trump ha intensificado sus críticas contra México por su supuesto fracaso en contener el tráfico de fentanilo. Según Reuters, incluso dentro del gobierno de EE. UU., hay funcionarios que ven un cambio de las “operaciones conjuntas” hacia “medidas unilaterales estadounidenses”.
Durante su campaña presidencial, Trump criticó en repetidas ocasiones la estrategia antidrogas de la administración Obama, calificándola de débil y prometiendo una ofensiva más dura. Exigió que México “hiciera más” para frenar el tráfico de fentanilo, aunque las muertes por sobredosis de esta droga en EE. UU. también se dispararon durante su primer mandato. Ahora, con los laboratorios mexicanos impulsando la crisis de adicción, la congelación de la ayuda extranjera irónicamente obstaculiza los mismos esfuerzos diseñados para cerrar esos laboratorios.
Expertos en defensa nacional cuestionan la propuesta de clasificar a los carteles como entidades terroristas. Esta designación permitiría a EE. UU. llevar a cabo acciones fuera de sus fronteras, eludiendo o excluyendo a las autoridades mexicanas. Si bien esto podría generar resultados a corto plazo—como la vigilancia con drones o misiones de fuerzas especiales—los críticos advierten que también podría antagonizar al gobierno mexicano, que considera esta medida una violación a su soberanía.
Algunos funcionarios estadounidenses confesaron a Reuters que temen que la congelación de fondos no sea solo una decisión aislada, sino un giro filosófico más profundo en el que la administración considera la cooperación menos crucial que el poder de negociación unilateral. La posibilidad de acciones directas, como ataques con drones contra objetivos de carteles, evoca imágenes de Irak o Afganistán en lugar de una estrategia policial bilateral estándar. Mientras tanto, la postura del gobierno federal de México sigue siendo incierta, con el presidente Andrés Manuel López Obrador condenando públicamente cualquier intervención extranjera en asuntos internos.
Posibles Ramificaciones para México y la Región
A pesar de que la crisis del fentanilo sigue siendo el foco principal, la suspensión de la asistencia genera efectos en diversas áreas. La Oficina de Asuntos Internacionales de Narcóticos y Aplicación de la Ley opera en México en múltiples frentes: frena cruces fronterizos no autorizados, combate redes de tráfico de personas y ayuda en la modernización de gobiernos locales y tribunales. La paralización de estos programas erosiona la confianza, especialmente en comunidades que han dependido de entrenamientos, equipos y financiamiento constante. Las líneas de intercambio de inteligencia parecen menos ágiles, y las operaciones transfronterizas futuras permanecen en duda.
Otro efecto secundario es el posible vacío de poder que podría ser aprovechado por los mismos carteles que ambos gobiernos intentan derrotar. Sin entrenamiento continuo ni apoyo directo de EE. UU., las autoridades mexicanas podrían verse superadas en tecnología o con menos personal, especialmente en zonas remotas donde los carteles operan laboratorios. A medida que los opioides sintéticos continúan devastando comunidades en ambos lados de la frontera, irónicamente, la congelación de fondos podría fortalecer el mercado negro al brindarle a los criminales un período de menor vigilancia.
Desde una perspectiva económica, expertos dijeron a Reuters que la amenaza de aranceles del 25% podría dañar el sector exportador de México, debilitando potencialmente la cadena de suministro manufacturera desde Monterrey hasta Detroit. Las repercusiones afectarían tanto a consumidores mexicanos como estadounidenses. Al mismo tiempo, la designación de carteles como organizaciones terroristas podría elevar las tensiones, dificultando negociaciones sobre comercio, migración y otros temas compartidos.
Trabajadores humanitarios y miembros de la ONU también cuestionan la dimensión ética de la medida: si la motivación detrás de la suspensión es forzar una alineación con la política de “America First”, ¿esto opaca la misión de EE. UU. de combatir una amenaza transnacional que ya ha cobrado cientos de miles de vidas? Una fuente citada por Reuters expresó sentirse “profundamente dividida”, pues la urgencia de reducir las sobredosis choca con un cambio de política que desfinancia programas probados.
En última instancia, la congelación parece destinada a perjudicar la colaboración necesaria para abordar un problema que atraviesa múltiples fronteras y jurisdicciones. A través de capacitación continua, intercambio de información y el fortalecimiento de las fuerzas locales, las autoridades tienen más posibilidades de frenar el tráfico de fentanilo. Sin estos elementos básicos, las posibilidades de éxito disminuyen. La suspensión de estas iniciativas obstaculiza la lucha de México contra los grupos criminales, lo que, a su vez, agrava la crisis de drogas en las comunidades estadounidenses.
La promesa de Trump de erradicar los carteles en México y acabar con la crisis del fentanilo contrasta con las consecuencias de su decisión de congelar la ayuda exterior. Por ahora, la infraestructura completa de los proyectos antidrogas financiados por EE. UU. en México está paralizada, dejando inactivos a los perros detectores, los laboratorios especializados y las redes de inteligencia que habían logrado avances contra los carteles. Si la Casa Blanca otorgará una exención a las operaciones de la INL en México sigue siendo incierto. Mientras tanto, decenas de miles de estadounidenses siguen muriendo por opioides sintéticos, y al otro lado de la frontera, los agentes mexicanos enfrentan un crimen organizado más fortalecido.
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Esta suspensión podría marcar un punto de inflexión: un impulso renovado para reiniciar y expandir la cooperación transfronteriza o el inicio de una era de estrategias unilaterales. Expertos e informantes citados por Reuters advierten que, a corto plazo, la congelación priva a ambos países de la sinergia necesaria para enfrentar una crisis que no respeta fronteras políticas. Si la lucha contra el fentanilo es, como Trump ha dicho en varias ocasiones, “uno de los mayores desafíos de EE. UU.”, detener programas antidrogas efectivos en México podría convertirse en un revés autoinfligido.