AMÉRICAS

La derecha en América Latina y su papel como oposición de gobierno

La derecha en Latinoamérica es hoy, en gran parte, oposición. ¿Qué estrategias o posiciones han adoptado en países como Brasil, Colombia, Perú o Bolivia?.

jair bolsonaro

Foto: Antonio Cruz/Agencia Brasil

LatinAmerican Post | Luisa Fernanda Sánchez

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Read in english: The Right in Latin America and Its Role as Government Opposition

La victoria de Luiz Inácio Lula da Silva en las elecciones presidenciales de Brasil empujó al país nuevamente hacia la izquierda, destacando una oleada de triunfos en América Latina que poco a poco la volvieron a direccionar hacia este modelo que, para muchos expertos, significaría el regreso de la “marea rosa”. Pasó recientemente en Colombia con la victoria de Gustavo Petro, convirtiéndose en el primer presidente de izquierda, y se ha mantenido en seis de los siete países más grandes de América Latina, como Bolivia, con Luis Alberto Arce, y Perú con Pedro Castillo.

Es así como la derecha ha quedado simplificada a un papel de oposición donde ha tenido que demostrar su capacidad de convocatoria para hacer control político en temas que hoy ocupan la agenda internacional como la inflación, el endeudamiento y una economía poco favorecedora.

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Colombia sin una cabeza visible de oposición

Para la derecha en Latinoamérica, tener una cara visible que los represente se ha vuelto la consigna principal en el ejercicio de su labor. Sin embargo, no todos los han logrado. Es el caso de Colombia; los líderes de las fuerzas políticas que están en desacuerdo con los lineamientos y la visión política de Gustavo Petro, no han tomado la batuta como oposición y han brillado por su ausencia.

En teoría, la primera opción es el excandidato presidencial Rodolfo Hernández, quien se enfrentó contra Petro en segunda vuelta. De acuerdo con el Estatuto de la Oposición, una ley de 2018 creada para que la oposición tuviera más fuerza y presencia política le dio el derecho constitucional al segundo candidato más votado a asumir una curul en el Senado para así darle fuerza y visibilidad a una cabeza de la oposición. Sin embargo, Hernández renunció a tal derecho cuando dimitió de su cargo como senador para participar en las elecciones regionales de 2023 como candidato a la Gobernación de Santander. Una decisión que resultó, tanto para sus adeptos como sus detractores, en un daño irreversible a su estructura política como partido de oposición.

Partidos como el Centro Democrático ha enfilado baterías en cuestionar las medidas del gobierno, por lo que se estrenaron como oposición en las recientes manifestaciones en varias ciudades del país. Más de 9 mil manifestantes salieron a las calles de Bogotá y Medellín porque consideran lesivas para el pueblo medidas como la reforma tributaria y la reforma agraria en Colombia.

Modelos de extrema derecha predominan sin ser gobierno

En Brasil predominó por muchos años un modelo de gobierno de extrema derecha en cabeza de Jair Bolsonaro (2019-2022). Luego de su derrota en las pasadas elecciones presidenciales (2 de octubre de 2022), se dio un contundente freno a este modelo y las reacciones no se hicieron esperar. Una vez se conocieron los resultados, manifestantes y adeptos del “Bolsonarismo” salieron a protestar para exigir un reconteo de votos y desconocer la victoria de Luis Inácio Lula da Silva como el nuevo presidente de izquierda. Ahora, como oposición, la fuerza ultraconservadora en Brasil aprovecha todavía su popularidad para darle al nuevo gobierno una batalla política que, según analistas internacionales, está lejos de terminar.

El auge de Bolsonaro y el “Bolsonarismo” han hecho desaparecer prácticamente las opciones de centroderecha o derecha en el espectro político de Brasil. Es por eso que el nuevo Gobierno no la tendrá nada fácil, pues el país cuenta ahora con un parlamento más fuerte y más inclinado a la derecha. Esto sucede a pesar de todos los problemas, errores y críticas durante el mandato de Jair Bolsonaro, debido a la mala gestión de la pandemia y el desconocimiento del cambio climático y la deforestación del Amazonas.

Algo parecido sucede con el presidente de Perú, Pedro Castillo, el socialista que llegó al poder el 28 de julio de 2021 con un discurso reivindicatorio de los sectores más humildes y desfavorecidos de la sociedad. Frente a las grandes expectativas que generaba su llegada al Palacio de Gobierno, la luna de miel no duró mucho. En más de una ocasión y tan solo meses después de la posesión, legisladores de los partidos derechistas Avanza País, Fuerza Popular y Renovación Popular, presentaron ante el Congreso de ese país un pedido de destitución para remover del cargo al mandatario izquierdista, alegando su supuesta “incapacidad moral” para ejercer sus funciones.

Pese a que estas tres colectividades representan 55 de 130 del parlamento peruano, el pedido de destitución no ha alcanzado el número de los votos que se necesitan para aprobarlo. Es decir que, para remover a un presidente en Perú se necesitan 87 votos del total de los 130 congresistas.

Esta es quizá la oposición más férrea que se establece en América Latina, ante el temor constante de una posible destitución de Pedro Castillo que ha rondado a lo largo de su gobierno. Las marchas que buscan ejercer presión en su salida son cada vez más predominantes, sin contar las denuncias que ha hecho la oposición por fraude electoral, cuestionamientos y críticas ante la falta de rumbo y las crisis ministeriales. Tan solo en 120 días de gestión ha cambiado una docena de ministros y enfrenta posibles fracturas en la coalición de gobierno. Todo esto, ha logrado que la desaprobación del mandatario sobrepase el 59%, según el último sondeo de Ipsos.

Las preocupaciones sobre la sustentabilidad y la capacidad de representación de la derecha en América Latina parecen haberse ido transformando para ejercer una oposición en pro de la defensa de los valores conservadores y un modelo de gobernanza todavía muy arraigado en la región.

Que una mayoría de las naciones latinoamericanas sean gobernadas actualmente por líderes y partidos políticos de izquierda, no implica que la derecha se haya vuelto insignificante en términos electorales. De hecho, en países como Chile, Paraguay o México hay partidos políticos de derecha y centroderecha que no solo han alcanzado importantes niveles de representación parlamentaria, sino que también han logrado conquistar el Poder Ejecutivo en la última década.

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