La infame historia de Vuelos de la muerte: ¿por qué fueron condenados 4 exmilitares argentinos?

Este 10 de diciembre se cumplirán 39 años del fin del Proceso de Reorganización Nacional (PRN) en Argentina, una dictadura cívico militar que inició con un golpe de estado en marzo de 1976 y que fue presidida por el fallecido Jorge Rafael Videla, condenado en 1985 por delitos de lesa humanidad y terrorismo de estado. Si bien Videla fue la cara de la dictadura del PRN, en esta tuvo participación el sector militar y sectores civiles como el empresarial y la iglesia católica, por lo que las investigaciones y los juicios siguen siendo ejecutados.

De hecho, el pasado 4 de julio, cuatro militares fueron condenados a cadena perpetua por la mecánica de vuelos de la muerte. Se trata de Santiago Omar Riveros, excomandante de Institutos Militares, de 98 años; Luis del Valle Arce, excomandante del Batallón de Aviación 601, de 93 años, y Delsis Malacalza, de 85, y Eduardo Lance, de 79, también exintegrantes del Batallón ya mencionado. Los cuatro cumplen actualmente con detención domiciliaria preventiva. 

Este juicio se realizó exclusivamente para tratar los crímenes hacia Juan Carlos Rosace, Adrián Enrique Accrescimbeni, Rosa Eugenia Novillo Corvalán y Roberto Ramón Arancibia, quienes fueron detenidos por el estado en el Campo de Mayo, una de los cuarteles más grandes de Argentina que es reconocido por ser un centro clandestino de detención durante la dictadura, para posteriormente ser asesinados a partir del mecanismo de vuelos de la muerte. 

¿Qué fueron los vuelos de la muerte?

En 2012 se finalizaron las investigaciones específicas sobre los vuelos de la muerte y se reveló la metodología detrás de estos hechos. Según un informe realizado por el juez Sergio Torres, titular del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal Nº 12, este método se utilizaba con el fin de eliminar pruebas de los crímenes cometidos. Este consistía en asegurarle a las víctimas que serían trasladadas a una "granja de recuperación", después eran drogadas con Pentotal y fusiladas antes de abordar el avión, desde el cual serían arrojadas al mar. De hecho, los victimarios conocían este procedimiento como "traslados". Para Torres, estos supuestos "traslados" significan  “la eliminación física masiva” de los desaparecidos y detenidos.

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El informe recogió decenas de testimonios de sobrevivientes. Martin Grass, uno de ellos, mencionó que “Todos los miércoles, excepcionalmente los jueves, se realizaban los ´traslados´. En un principio era creencia generalizada entre los prisioneros que sobrevivían que los traslados se realizaban a otros campos de trabajo presuntamente utilizados en el sur del país. En realidad, el traslado conducía a la muerte”. Al parecer, los martes era el día en que los oficiales se reunían para definir quiénes serían los no trasladados, pues la lógica era que todos fueran trasladados. 

A pesar del esfuerzo por parte de la dictadura para no dejar evidencia de sus crímenes, desde el primer año de esta (1976) comenzaron a aparecer cuerpos en las costas argentinas y uruguayas para años después ser identificados como detenidos del Campo de Mayo, de la ESMA (Escuela Superior de Mecánica de la Armada) y El Campito, estos dos últimos también centros clandestinos de detención. 

Esta investigación que ha tomado más de una década es muy importante no solo para esclarecer lo ocurrido durante la última dictadura argentina, sino también para reconocer los crimines individuales que han sido denunciados por la sociedad civil y a las víctimas y sobrevivientes no solo de una dictadura sino de hechos específicos brutales contra su humanidad e integridad.