AMÉRICAS

La reelección de Bolsonaro y su misión de mantener viva a la derecha

El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, representa el último gran bastión de la derecha latinoamericana que vive sus horas más oscuras.

Jair Bolsonaro, presidente de Brasil.

Foto: Reuters

LatinAmerican Post | Luis Angel Hernández Liborio

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La cita de los brasileños con las urnas es en octubre, por ello el clima electoral en Brasil está al máximo. Aunque nada está dicho, la contienda es clara entre el expresidente Lula da Silva y el actual presidente, Jair Bolsonaro, quien busca la reelección. Este hecho representaría la última esperanza para la derecha latinoamericana, que tiene en Brasil a su último gran bastión ante sus fracasos recientes en Colombia, Chile, Perú, Argentina y México que, con diferentes candidatos, se han inclinado hacia la izquierda. 

Lula vs. Bolsonaro

Las elecciones brasileñas se encuentran polarizadas, la crisis económica global y los efectos sociales producidos por la pandemia han pasado factura al gobierno de Jair Bolsonaro. El actual presidente ha liderado un gobierno conservador e incluso escéptico en temas cruciales como el combate al cambio climático. A esto, podemos añadir su profundo sentido religioso que ha permeado a lo largo de su mandato. Los brasileños han visto en Bolsonaro al culpable de los efectos negativos de la pandemia y la crisis, lo que parece condenar a la derecha en este país y en la región.

La situación de Bolsonaro es sumamente complicada, su actuación en temas como la minería, la protección del Amazonas y sus comunidades, así como su respuesta a la pandemia, lo volvieron blanco fácil de la izquierda brasileña que ha encontrado en un renovado Lula da Silva al contendiente perfecto para recuperar el poder.

El expresidente salió casi ileso (políticamente) del escándalo de Lava Jato, aquel que destapó una red nacional e internacional de corrupción en todos los niveles de gobierno. Este escándalo llevó a Lula a prisión, pero logró convencer al electorado de que todo fue una maniobra política y no realmente de justicia, hecho que lo catapultó a la cima de las preferencias presidenciales. 

Bolsonaro tiene un panorama difícil, los escándalos de su gobierno que involucran también a sus hijos con acusaciones de malversación de fondos, el fin de las investigaciones de Lava Jato y la creciente desconfianza de los brasileños lo han puesto al filo del precipicio. No obstante, para Bolsonaro no todo está perdido, de acuerdo con la consultora y encuestadora Datafolha, el presidente se posicionó en junio pasado en el segundo lugar con el 28% de las preferencias frente al 47% de Lula da Silva. Aunque los números son duros, Lula no ha alcanzado el 50% necesario para ganar la primera vuelta, llevando la decisión a la segunda vuelta. La situación representaría la única oportunidad de Bolsonaro, quien ha apelado a su base cristiana y al Brasil conservador, con lo que él mismo denomina la “lucha del bien contra el mal”.

Bolsonaro a lo Trump

“El bien contra el mal” no es un recurso gratuito, Bolsonaro se dirige al Brasil religioso y conservador, ese segmento de la población que en Estados Unidos le dio la victoria a Donald Trump, aliado de Bolsonaro. El presidente brasileño sigue sus pasos, el negacionismo del cambio climático, la xenofobia y el hermetismo económico parecen calcados de la política del expresidente estadounidense. Esa aparente comodidad en la que se encontraba se ha extinguido con la llegada de Joe Biden y la caída de los otros bastiones de la derecha en la región. Lo último que Bolsonaro ha hecho al estilo de Trump ha sido sembrar la duda sobre la legitimidad y confiabilidad del sistema electoral. De esta forma, va preparando el terreno para ensuciar la atmósfera electoral y quizás hasta desconocer los resultados electorales de octubre. Nada diferente a lo que hizo Trump en su país al poner en riesgo la estabilidad democrática de los Estados Unidos.

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¿Por qué Bolsonaro es la mejor apuesta de la derecha brasileña?

Lava Jato supuso un terremoto en la política brasileña y latinoamericana, saltaron cientos de nombres de políticos de alto perfil en todos los países. Brasil no fue la excepción, al contrario, fue el epicentro del desastre, políticos de derecha y de izquierda, incluido el expresidente Lula da Silva, resultaron salpicados por el caso. Esto le permitió a Jair Bolsonaro llegar libremente a la presidencia, nada le impidió caminar tranquilamente hacia el gobierno. 

Cuatro años después, el cataclismo que representó Lava Jato se ha esfumado, la mayor competencia de Bolsonaro en la derecha podría haber sido Sergio Moro, el artífice del éxito de la operación anticorrupción y que llevó a Lula a la cárcel. Sin embargo, Moro se fue desplomando con denuncias en contra por corrupción, abuso de su autoridad y más. Esto dejó frustrado su intento de lanzar su candidatura presidencial. Al interior del partido de Bolsonaro todo es más simple, la mejor carta es siempre quien se encuentra en el poder, cambiar al candidato podría ser una muestra de debilidad y un reconocimiento implícito de los errores de los que se le acusa. Además, si en algo se parece Bolsonaro a Trump, es que no olvidaría ni se quedaría con los brazos cruzados si se le hubiese negado la candidatura.

La “estocada mortal” a la derecha latinoamericana

Si la izquierda logra recuperar el gobierno de Brasil, se consumará no solo la derrota nacional, sino la derrota a nivel latinoamericano de la derecha. La economía más grande de la región es aún el último bastión estratégico de la derecha tras caer en México y Colombia, que por primera vez son gobernados por la izquierda. Argentina, Chile, Perú, Bolivia y Honduras se suman, además de los casos especiales de Nicaragua, Cuba y Venezuela. A la derecha solo le quedarán Uruguay, Paraguay, Guatemala y Ecuador, al menos por el momento. Oscilar de la derecha a la izquierda y viceversa no es algo extraño para Latinoamérica. Tras los primeros gobiernos de izquierda de principios del siglo XXI llegó una oleada de gobiernos de derecha que podría terminar con Bolsonaro, pero no es imposible pensar que la tendencia puede invertirse nuevamente en los próximos años.

 

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