La sorpresa de la visa argentina pone en foco la coreografía de la Casa Blanca y sus dolores de crecimiento

Un anuncio festivo en Buenos Aires —que insinuaba el regreso de Argentina al programa de viajes sin visa hacia EE. UU.— cayó como un trueno en Washington. Kristi Noem, secretaria de Seguridad Nacional, celebró el hito; Marco Rubio, sorprendido, respondió con un memorando de la Casa Blanca diseñado para frenar la diplomacia “freelance”.
La sorpresa en Buenos Aires
El 28 de julio, la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, se presentó junto al canciller argentino Gerardo Werthein y la ministra de Seguridad Patricia Bullrich para firmar una “declaración de intención”. Elogió al gobierno de Javier Milei, destacando las bajas tasas de estadía irregular de argentinos en EE. UU. y los crecientes vínculos de viaje, enmarcando todo como una nueva asociación en materia de seguridad.
Para Buenos Aires, la simbología fue enorme. Tras dos décadas fuera del Programa de Exención de Visa, se le prometía a Argentina un camino —condicional y arduo, pero un camino al fin— hacia la entrada sin visa a EE. UU.
En Washington, el ánimo fue muy distinto. Rubio —quien funge como director de seguridad nacional y secretario de Estado bajo la jerarquía simplificada de la administración— no había sido informado. Cinco fuentes dijeron a Axios que se sintió “sorprendido” e irritado, no por el fondo del anuncio, sino por la ruptura del protocolo. Normalmente, el Consejo de Seguridad Nacional (NSC) coordina cada paso. En este caso, una secretaria de gabinete anunció un hito diplomático sin alinear previamente la coreografía con la Casa Blanca. En una administración que se enorgullece de la velocidad, la omisión fue evidente.
Un memo para frenar la carrera
La reacción fue rápida. El 8 de agosto, Rubio y la jefa de gabinete Susie Wiles emitieron un memorando al equipo superior del presidente, reafirmando con tono más severo una regla antes implícita: todos los compromisos internacionales deben pasar primero por el NSC.
“Ningún compromiso o declaración que obligue a Estados Unidos podrá hacerse sin aprobación previa del NSC”, decía el memo. La secretaria de prensa Karoline Leavitt insistió en que no estaba dirigido a nadie en particular, pero el momento dejaba claro el destinatario.
Defensores del memo lo llamaron disciplina, señalando seis acuerdos de paz y grandes tratados comerciales como prueba de que el modelo agilizado funciona cuando todos se mantienen coordinados. Pero el episodio argentino reveló la tensión inherente a la política exterior de Trump: un gabinete moviéndose al ritmo de las redes sociales y una Casa Blanca desesperada por mantener alineados mensaje, marca y compromisos.
Según Axios, el NSC tenía cierta noción del viaje de Noem a Argentina, pero la información nunca llegó al escritorio de Rubio. Con un NSC reducido y diseñado para la agilidad más que para la deliberación, los “barandales” que evitan sorpresas habían sido debilitados a propósito. El memo buscaba reconstruirlos sin frenar la velocidad presidencial.
La sombra de Lewandowski en el DHS
La sorpresa en Buenos Aires también se cruzó con otra historia: el papel inusual de Corey Lewandowski, confidente de Trump desde hace años, ahora designado como “empleado gubernamental especial” en el DHS.
Estos puestos están limitados a 130 días laborables al año, pero Axios reportó sospechas de que Lewandowski ha subcontado sus jornadas. Fuentes alegan que a veces entra a edificios del DHS acompañado, para evitar el registro de su tarjeta, y que usa teléfonos privados para reducir rastros digitales. Funcionarios de la Casa Blanca insisten en que su tiempo es controlado por personal de carrera, aunque admitieron que “ahora se lo está vigilando”.
La imagen pública importa. Lewandowski suele viajar con Noem, incluyendo dos giras recientes por varios países de Sudamérica, lo que genera preguntas sobre influencia y procesos. El propio Trump bloqueó que Noem lo nombrara jefe de gabinete formal, empujándolo en cambio al rol de SGE. Bajo esa luz, el desliz en Buenos Aires pareció menos un hecho aislado y más un síntoma de papeles difusos y líneas de autoridad debilitadas.

EFE@SHAWN THEW
Lo que está en juego para Argentina —y para una Casa Blanca que odia sorpresas
Perdido entre la intriga está el premio sustantivo. Reingresar al Programa de Exención de Visa sería una gran victoria para el gobierno de Milei y para los lazos EE. UU.–Argentina. Argentina fue excluida en 2002 durante el colapso financiero; reincorporarse requiere años de cumplimiento en seguridad, intercambio de datos y cooperación antiterrorista.
La declaración de Noem marcó el apoyo del DHS para iniciar ese proceso. Pero nada cambia de inmediato. El camino de regreso es largo, técnico y condicional. Por eso el proceso importa. Aliados y adversarios observan de cerca quién habla por Estados Unidos —y con qué autoridad.
En este caso, la reacción fue veloz. El memo del NSC reafirmó el control. La asesoría jurídica de la Casa Blanca siguió auditando las horas de Lewandowski. Rubio y Noem recompusieron sus lazos de trabajo. Pero el episodio expuso el dilema central: cómo llevar la diplomacia a “velocidad vertiginosa” sin que los secretarios de gabinete actúen por libre en política exterior.
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La respuesta se medirá en la próxima sorpresa —o en su ausencia. La postulación de Argentina al programa de exención de visa es ahora un proyecto de varios años, que requiere progreso paciente y muchas veces invisible. Que ese proceso avance sin drama dependerá de que la coreografía de la Casa Blanca se mantenga intacta. Por ahora, una verdad del reporte de Axios es clara: en una presidencia que valora la velocidad, el NSC pretende mantener ambas manos en el volante.