AMÉRICAS

Latinoamérica revela memorias de la Segunda Guerra Mundial, ochenta años después de la paz en Europa

El 8 de mayo, el mundo conmemora el 80.º aniversario del Día de la Victoria en Europa. Aunque los titulares destacan batallas libradas al otro lado del océano, la menos conocida contribución de América Latina a la Segunda Guerra Mundial resurge, revelando historias de alianzas, recursos y resiliencia.

El camino de un hemisferio hacia la guerra

La guerra oficial terminó en Europa el 8 de mayo de 1945, cambiando la política global. Aunque estaba alejada de las zonas de combate más intensas, América Latina sí participó en la Segunda Guerra Mundial. Cada país enfrentó decisiones difíciles. Algunos optaron por una neutralidad cautelosa; otros ofrecieron pleno apoyo a los Aliados. México y Brasil ingresaron a la guerra. Enviaron soldados y pilotos a campos de batalla en el extranjero. Desde materias primas hasta puertos seguros, ciertos países ofrecieron recursos esenciales. Esto transformó sus economías y relaciones internacionales.

Argentina se mantuvo neutral hasta marzo de 1945, buscando ventajas políticas y comerciales antes de declarar la guerra al Eje. Mientras tanto, Chile permitió al principio que operaran redes de espionaje nazi, al tiempo que acogía a refugiados que huían del conflicto europeo. En Uruguay, el hundimiento del acorazado alemán Graf Spee frente a Montevideo mostró cuán rápido llegó el conflicto a aguas sudamericanas. En todo el continente, las interrupciones del transporte marítimo afectaron duramente las industrias locales: los productores de banano en Centroamérica enfrentaron crisis severas cuando los mercados europeos y asiáticos colapsaron.

A pesar del sentimiento generalmente proestadounidense de muchos gobiernos latinoamericanos, existían complejidades políticas internas. La presión diplomática desde Washington aumentó a través de la Política del Buen Vecino, fomentando vínculos económicos y militares más estrechos. Sin embargo, esta sinergia vino acompañada de expectativas de cooperación: desde bases aéreas estratégicas en las Islas Galápagos (Ecuador) hasta minerales esenciales provenientes de Bolivia y Perú. Mientras la guerra se intensificaba, dictadores como Getúlio Vargas en Brasil y Jorge Ubico en Guatemala enfrentaban nuevas realidades políticas influenciadas por los ideales democráticos promovidos por los Aliados.

Brasil, México y muchos más

Brasil destaca por haber enviado más de 25,000 soldados al teatro europeo. La Fuerza Expedicionaria Brasileña luchó con valentía en Italia, apoyando el avance Aliado en Monte Castelo. Aunque la cantidad total de soldados Aliados era mayor, los hechos de los brasileños fueron cruciales. 467 no regresaron. Además, bases aéreas en el noreste de Brasil abastecieron de combustible a aviones Aliados rumbo a África y Europa.

México también participó activamente. Después del hundimiento de dos petroleros mexicanos en 1942 por submarinos alemanes, el presidente Manuel Ávila Camacho declaró la guerra al Eje. México aumentó la producción de minerales estratégicos como cobre, zinc y plomo, esenciales para tanques, aviones y armas. El famoso Escuadrón 201, los Águilas Aztecas, llevó a cabo misiones en Filipinas. México también firmó el Programa Bracero con EE.UU., enviando miles de trabajadores agrícolas al norte, lo que marcó profundamente las relaciones bilaterales.

En otras partes, Uruguay envió carne y recursos a los Aliados, mientras Paraguay rompió relaciones con el Eje y declaró la guerra en 1945. Chile reprimió redes de espionaje y más de 600 chilenos se unieron a los Aliados. Colombia sufrió el hundimiento de barcos mercantes y detuvo a ciudadanos del Eje, aunque no envió tropas oficiales. Cuba hundió el submarino alemán U-176, reforzando la presencia naval Aliada. Panamá, aunque no participó directamente, fue estratégica gracias al canal bajo control estadounidense. El Salvador, Honduras, Nicaragua y República Dominicana declararon la guerra temprano, confiscando negocios de ciudadanos del Eje. Bolivia y Venezuela aumentaron la producción de estaño y petróleo, cambiando sus economías de forma permanente. También hubo impacto cultural: el periódico El Mundo Libre en El Salvador promovía la democracia; La Voz de Chihuahua en México, la solidaridad continental. EE.UU. usó la radio y el cine para fortalecer la unidad continental.

Cambios duraderos y un legado conmemorativo

Hoy, 8 de mayo, en el 80.º aniversario del Día de la Victoria en Europa, es momento de recordar el rol diverso de América Latina en la Segunda Guerra Mundial. La guerra transformó economías: la industria mexicana creció, iniciando el “Milagro Mexicano”. La minería chilena, el petróleo venezolano y el estaño boliviano también prosperaron. Militarmente, varios países modernizaron sus fuerzas y fortalecieron lazos con EE.UU. Ideológicamente, el conflicto ayudó a derribar dictadores como Maximiliano Hernández Martínez en El Salvador y Jorge Ubico en Guatemala.

El conflicto abrió nuevas rutas migratorias. Miles de refugiados se establecieron en México, Argentina y otros países. El programa Bracero reorganizó el movimiento laboral y sentó bases para futuras migraciones e intercambios culturales. El espíritu de unidad interamericana, reforzado por la Política del Buen Vecino, perduró más allá de los tratados de paz.

Ochenta años después, el rol latinoamericano en la Segunda Guerra Mundial demuestra que los conflictos globales rara vez se limitan a los frentes de batalla. Cada país manejó lealtades cambiantes, presiones diplomáticas y necesidades materiales a su manera. Todos contribuyeron a la victoria Aliada. Desde soldados brasileños en los Apeninos hasta pilotos mexicanos en el Pacífico, los sacrificios de la región resuenan en la historia.

Mientras se celebran conmemoraciones este 8 de mayo, recordar a América Latina en la Segunda Guerra Mundial nos muestra que la lucha contra el Eje se extendió mucho más allá de Normandía o Berlín. Las granjas uruguayas, las minas chilenas, los bananos centroamericanos y los aeródromos ecuatorianos también fueron parte del esfuerzo. Las capas de la historia revelan el pasado del continente y cómo los poderes globales han influido en el rumbo de América Latina.

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En el 80.º aniversario del Día de la Victoria en Europa, se honra a los soldados y a los millones que vivieron la guerra desde lejos. Su resiliencia construyó la América Latina moderna y dejó un legado que debe ser recordado, celebrado y estudiado por las futuras generaciones.

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