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Los desafíos del embarazo adolescente y los matrimonios tempranos persisten en Bolivia

Bolivia sigue enfrentando el problema de los embarazos adolescentes, especialmente entre niñas menores de 14 años, lo que subraya la urgente necesidad de una educación sexual integral, marcos legales más estrictos y apoyo continuo con recursos para menores vulnerables en comunidades urbanas y rurales a nivel nacional.

Una situación crítica para niñas menores de edad

Aunque los datos oficiales indican que Bolivia ha avanzado en la reducción de los embarazos adolescentes, especialmente en el grupo de edad de 15 a 19 años, el país continúa enfrentando casos alarmantes que involucran a niñas más jóvenes, algunas de apenas 12 y 13 años. A inicios de abril, una niña de 12 años de un municipio rural del Altiplano dio a luz en una ambulancia mientras era trasladada a un centro de salud. Este incidente, reportado por la Defensoría del Pueblo, resaltó “una condición crítica para alguien de su edad”.

Trágicamente, el embarazo de esta niña fue resultado de una violación por parte de su maestro, quien actualmente se encuentra en detención preventiva. Su caso refleja un problema común en Bolivia. Existen fallas estructurales que permiten la continuidad de la violencia sexual y los embarazos adolescentes. Las autoridades señalan que muchos de estos casos permanecen en secreto, y cuando salen a la luz, las respuestas oficiales pueden ser tardías o insuficientes, exponiendo a las víctimas a más daños.

Según cifras oficiales presentadas en la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (EDSA) de 2023, la tasa específica de fecundidad entre adolescentes de 15 a 19 años disminuyó de 84 nacimientos por cada 1.000 en 1998 a 48 por cada 1.000 en 2023. Estas cifras son más alentadoras en zonas urbanas (35 por cada 1.000) que en las rurales (88 por cada 1.000), lo que señala desigualdades que requieren mayor atención. Sin embargo, la situación para las menores de 14 años sigue siendo grave, y los casos de abuso sexual son especialmente preocupantes.

En conversación con EFE, Ximena Pabón, coordinadora de programas de la Fundación Alianza por la Solidaridad, señaló que entre 2018 y 2023 los embarazos entre adolescentes de 15 a 19 años disminuyeron del 18 % al 14 %. Aunque reconoce avances en ese grupo de edad, enfatizó que “esta disminución no se aplica a las niñas menores de 14 años”, según datos del Ministerio de Salud. Estos embarazos suelen ser producto de violencia sexual, y en algunos casos se “resuelven” forzando un matrimonio entre la víctima y el agresor, lo que perpetúa normas sociales dañinas.

Barreras sociales y educación sexual limitada

Una gran dificultad para resolver el problema del embarazo adolescente en Bolivia es la resistencia —tanto institucional como cultural— a brindar educación sexual completa. Según Pabón, la presión de los padres muchas veces obliga a las escuelas a evitar temas relacionados con la sexualidad, bajo la creencia errónea de que esta información alienta a los adolescentes a iniciar su vida sexual más temprano. Los datos no respaldan esta creencia, explicó a EFE. Una educación abierta y precisa suele retrasar la actividad sexual y ayuda a los jóvenes a tomar decisiones informadas sobre su salud reproductiva.

Muchas escuelas carecen de programas sólidos de educación sexual. Los docentes a menudo enfrentan resistencia de padres o autoridades locales que cuestionan los estándares aceptados de comportamiento o apelan a tradiciones. Por eso, los adolescentes recurren a fuentes dudosas de información, como la televisión, internet o sus amistades, que pueden distorsionar o exagerar las relaciones románticas o físicas. Pabón indicó que este problema merece atención, ya que los medios de entretenimiento, videojuegos y ciertas letras de canciones transmiten mensajes que hipersexualizan a las niñas o minimizan el acoso.

Además, persisten problemas sistémicos. En Bolivia, el Código de las Familias y del Proceso Familiar permite el matrimonio desde los 16 años con consentimiento de los padres. Aunque existe un proyecto de ley en el Senado que busca prohibir los matrimonios y uniones libres con o entre menores de 18 años, este aún no ha sido aprobado. Quienes lo apoyan, citando recomendaciones internacionales, sostienen que cerrar esas brechas legales protegería a los menores vulnerables. Los críticos, en cambio, apelan a las tradiciones culturales y temen que eliminar la participación parental ignore los contextos locales.

En la práctica, estas brechas legales generan escenarios en los que familias, comunidades o autoridades participan —de manera intencional o no— en matrimonios tempranos que buscan “legitimar” un embarazo o “resolver” una violación. Este enfoque perpetúa el contacto entre las sobrevivientes y sus agresores, y les impide acceder a la educación y al desarrollo social que les permitiría romper con los ciclos de abuso.

El acceso a la atención médica es otro problema crítico. Desde 2014, Bolivia mantiene un fallo del Tribunal Constitucional que permite el acceso a un aborto legal con solo una denuncia de abuso sexual o un informe médico que indique riesgo para la vida de la madre. Aun así, muchos profesionales de la salud se niegan a realizar el procedimiento por motivos religiosos o morales. Pabón lamentó que esto “ha limitado gravemente los derechos de las mujeres y niñas”, y ha contribuido a abortos inseguros o a la maternidad forzada en menores.

Reformas legales propuestas y pasos futuros

Aunque se reconoce una disminución en los embarazos adolescentes entre jóvenes de 15 a 19 años, esta reducción no es uniforme. Algunos avances se deben a una mayor disponibilidad de anticonceptivos, campañas de salud sexual y cambios lentos en el discurso público. En entrevista con EFE, Pablo Salazar, representante del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) en Bolivia, destacó que la tendencia a la baja “no es igual para todos los grupos sociales”, reiterando que las comunidades rurales suelen quedarse atrás y que las adolescentes más jóvenes siguen siendo especialmente vulnerables.

Salazar también señaló que para las niñas de entre 10 y 14 años, la conversación va más allá del acceso a anticonceptivos. Se trata de “educación, protección y cambio de normas culturales dañinas”. Enfatizó que la sociedad boliviana debe emprender cambios más amplios en la forma en que concibe el género, el poder y la responsabilidad de los adultos frente a los menores.

El Senado está considerando un proyecto de ley para prohibir todo matrimonio o unión informal con menores de 18 años. Esta medida busca realmente proteger a las niñas. Quienes la respaldan afirman que la ley, si se aprueba, cerrará vacíos legales usados para justificar uniones con menores. No obstante, su aprobación y posterior implementación no estarán exentas de dificultades.

Organizaciones como la Fundación Alianza por la Solidaridad y el UNFPA siguen promoviendo una mejor educación sexual. Sin un discurso claro tanto en las escuelas como en los hogares, los jóvenes enfrentan su sexualidad entre rumores y desinformación, lo que incrementa el riesgo de embarazos tempranos y no deseados. La capacitación adecuada para docentes, programas educativos culturalmente sensibles y la participación de los padres son claves señaladas para avanzar.

Pabón, quien desde hace tiempo aboga por un enfoque interseccional —que tenga en cuenta la diversidad cultural y socioeconómica del país— subrayó la urgencia del tema: los especialistas insisten en que el cambio requiere un esfuerzo conjunto de múltiples sectores. Mejorar el sistema legal para proteger a los menores del abuso sexual y los matrimonios tempranos, junto con garantizar que los profesionales de salud respeten los derechos reproductivos, es parte de una estrategia integral para reducir el embarazo adolescente. “Si abordamos estos problemas con verdadera voluntad política —a través de leyes, educación y su cumplimiento— Bolivia estará más cerca de garantizar un futuro más saludable y prometedor para todas sus niñas”, concluyó Salazar.

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La experiencia de Bolivia revela la fragilidad de los avances en derechos reproductivos adolescentes. Aunque se reportan mejoras entre las adolescentes mayores, las niñas más jóvenes siguen en alto riesgo. El país se enfrenta a una decisión crucial: abordar los prejuicios sociales y las fallas del sistema, o permitir que el silencio y las leyes inadecuadas perpetúen la violencia y la maternidad forzada. Las personas que trabajan directamente con víctimas piden nuevas leyes y una mayor comprensión sobre la educación sexual integral para finalmente brindar a las jóvenes más vulnerables de Bolivia una oportunidad real de tener un futuro seguro y saludable.

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