Medio ambiente

El comercio ilegal de vida silvestre amenaza la salud pública en América Latina

Un informe reciente de la ONU destaca las nefastas consecuencias del comercio ilegal de vida silvestre, no solo para la biodiversidad sino también para la salud pública mundial, y revela el riesgo de que surjan nuevas enfermedades a partir de la transmisión de animales a humanos.

El espectro de enfermedades emergentes transmitidas de animales a humanos pesa sobre la salud mundial, exacerbado por el comercio ilegal de vida silvestre sin control. Las Naciones Unidas publicaron recientemente su Informe mundial sobre crímenes contra la vida silvestre, arrojando una luz dura sobre las amenazas multifacéticas que plantean estas actividades ilícitas. Este informe subraya los importantes riesgos para la salud pública inherentes al comercio de vida silvestre, riesgos que han sido claramente resaltados por los desafíos actuales de la pandemia de COVID-19, que se cree que tiene orígenes zoonóticos.

En América Latina, una región repleta de ecosistemas biodiversos, el comercio ilegal de vida silvestre socava los esfuerzos de conservación y plantea amenazas únicas para la salud. La facilidad de los viajes y el comercio mundial, si bien es beneficiosa en muchos aspectos, ha facilitado el crecimiento de este comercio ilegal, aumentando así el riesgo de enfermedades zoonóticas, enfermedades que pueden pasar de los animales a los humanos con consecuencias potencialmente devastadoras.

Contexto histórico del comercio de vida silvestre en América Latina

El fenómeno del comercio de vida silvestre existe desde hace algún tiempo en América Latina. Durante siglos se han capturado y vendido animales exóticos, una práctica profundamente entrelazada con la historia de la región. En la era precolombina, las tribus indígenas veneraban y utilizaban la vida silvestre, a menudo simbólicamente y a veces como mercancías. Sin embargo, la llegada de los colonizadores europeos intensificó la explotación a medida que los animales se volvieron cada vez más vistos como recursos que debían extraerse para obtener el máximo beneficio.

A pesar de una mayor concienciación y el fortalecimiento de los marcos regulatorios, el comercio ilegal de vida silvestre sigue siendo rampante en los tiempos modernos. Prospera en las amplias fronteras de la región, en el terreno desafiante y en las agencias de aplicación de la ley, a menudo con fondos insuficientes. La falta de controles estrictos y la alta rentabilidad del comercio atraen a grupos del crimen organizado, lo que convierte el tráfico de vida silvestre en un problema transnacional importante.

Las implicaciones para la salud del comercio de vida silvestre

El informe de la ONU señala un vínculo preocupante entre el comercio de vida silvestre y la propagación de enfermedades infecciosas. Señala que en decomisos de animales comercializados ilegalmente se han detectado enfermedades consideradas “prioritarias” por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Estas enfermedades conllevan un alto riesgo para la salud pública debido a su potencial epidémico y a la insuficiencia de contramedidas.

De 2011 a 2020, los datos de incautaciones globales revelaron que las especies comercializadas de 31 familias de mamíferos, aves y reptiles estaban asociadas con estas enfermedades prioritarias. Las implicaciones son claras: el comercio ilegal de vida silvestre no es sólo una cuestión de conservación sino una amenaza directa a la salud humana.

El papel de América Latina en la seguridad sanitaria mundial no sólo es significativo, sino fundamental. Dada su rica biodiversidad, que incluye numerosas especies que podrían albergar patógenos zoonóticos, los esfuerzos de conservación de la región son de suma importancia. La destrucción del hábitat, impulsada por la deforestación y la expansión urbana, exacerba aún más el riesgo al acercar a los humanos a la vida silvestre. Es un equilibrio delicado que debe mantenerse por el bien de nuestra salud y la salud de nuestro planeta.

El análisis de 2022 de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza subrayó que la mayoría de las enfermedades emergentes son el resultado de actividades humanas, incluida la domesticación de animales y la alteración del hábitat. La revisión señaló que si bien la evidencia de patógenos que surgen específicamente del comercio de vida silvestre es limitada, esto también podría reflejar lagunas en nuestra comprensión y vigilancia.

Avanzando: abordar el desafío

Abordar el desafío del comercio ilegal de vida silvestre requiere un enfoque multifacético. Es crucial fortalecer la cooperación internacional y mejorar los mecanismos de aplicación de la ley. Los países latinoamericanos necesitan invertir en mejores sistemas de vigilancia y control en las fronteras para evitar eludir la cuarentena y otras medidas sanitarias diseñadas para frenar los riesgos asociados con el comercio de vida silvestre.

Además, la cooperación global y regional no sólo es beneficiosa, sino que se necesita con urgencia para abordar las causas fundamentales de la pérdida de biodiversidad y los riesgos para la salud. Iniciativas como la CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres) necesitan un apoyo más sólido de los gobiernos de todo el mundo, particularmente aquellos de regiones biodiversas como América Latina. Éste no es un problema que pueda resolver un país o una región por sí solos. Requiere un frente unido, un esfuerzo colectivo para proteger nuestra biodiversidad y nuestra salud.

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El informe de la ONU sobre crímenes contra la vida silvestre es un triste recordatorio de las intrincadas conexiones entre nuestro medio ambiente, los animales con los que lo compartimos y nuestra salud. Mientras América Latina continúa luchando contra el comercio ilegal de vida silvestre, la comunidad global debe reconocer las implicaciones más amplias de estas actividades. Sólo mediante esfuerzos concertados podemos esperar mitigar la doble amenaza a la biodiversidad y la salud humana, salvaguardando el planeta para las generaciones futuras.

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