El Niño exacerba la crisis de seguridad alimentaria en Centroamérica
Un estudio reciente del Programa Mundial de Alimentos y Acción contra el Hambre revela que El Niño ha empeorado gravemente la seguridad alimentaria de millones de personas en Centroamérica, particularmente en el Corredor Seco, en medio de crecientes impactos del cambio climático.
En 2023, Centroamérica enfrentó uno de sus años más desafiantes cuando El Niño, un fenómeno climático conocido por provocar sequías prolongadas, afectó gravemente la agricultura y la seguridad alimentaria de la región. Este impacto se sintió con mayor intensidad en el Corredor Seco, una zona que se extiende a lo largo de varios países de la región y en la que viven más de 10 millones de personas.
El Niño es parte de El Niño-Oscilación del Sur (ENSO), caracterizado por el calentamiento de las temperaturas de la superficie del mar en el Océano Pacífico. Este calentamiento afecta los patrones climáticos globales y generalmente resulta en una reducción de las precipitaciones en Centroamérica, lo que genera condiciones de sequía que devastan los cultivos y, en consecuencia, los medios de vida de los agricultores locales. El Programa Mundial de Alimentos (PMA) y Acción Contra el Hambre (ACH) informaron que el fenómeno se ha intensificado en frecuencia y gravedad debido al cambio climático, complicando los esfuerzos para predecir y mitigar sus efectos.
El corredor seco: una región vulnerable
El Corredor Seco incluye partes de Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala. Está habitada predominantemente por pequeños agricultores que producen granos básicos como maíz y frijol. Estos agricultores son especialmente vulnerables a las fluctuaciones climáticas debido a su dependencia de la agricultura de secano y la calidad marginal de sus tierras cultivadas.
En 2023, el Corredor Seco experimentó una de sus peores sequías en más de cuatro décadas, y las precipitaciones alcanzaron niveles históricamente bajos. A esta sequía le siguieron fuertes lluvias irregulares a finales de año, que solo aliviaron parcialmente la escasez de agua, pero provocaron problemas adicionales, como inundaciones localizadas y daños a los cultivos.
Históricamente, Centroamérica ha sido susceptible a diversas adversidades climáticas con importantes repercusiones sociales y económicas. La historia colonial y poscolonial de la región está marcada por disputas territoriales y la concentración de recursos agrícolas en manos de unos pocos, lo que exacerba la vulnerabilidad a los cambios ambientales. Hoy en día, los impactos de El Niño no son sólo meteorológicos sino profundamente socioeconómicos y afectan a las comunidades más marginadas que carecen de recursos para adaptarse a las condiciones cambiantes.
El PMA y otros organismos internacionales han observado una tendencia preocupante: el aumento de la frecuencia de los fenómenos de El Niño y La Niña debido al cambio climático global. Esta tendencia amenaza con deshacer los avances logrados en las últimas décadas en materia de seguridad alimentaria y reducción de la pobreza en Centroamérica.
Situación actual y respuesta
En 2023, el PMA y la ACH estimaron que entre 1,7 y 2,7 millones de personas en El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua necesitarían asistencia alimentaria para marzo de 2024 debido al impacto de El Niño. Sólo en Guatemala, 360.000 hectáreas de tierras agrícolas en el Corredor Seco se vieron afectadas negativamente por la falta de lluvias, lo que afectó significativamente la producción de alimentos y elevó los precios.
Los gobiernos y las agencias internacionales han estado luchando para responder a estos desafíos. La estrategia del PMA incluye transferencias de efectivo, asistencia alimentaria y el fortalecimiento de los sistemas de alerta temprana y las capacidades institucionales para predecir y responder mejor a estos eventos climáticos.
Estrategias e innovaciones a largo plazo
Para abordar los desafíos que plantea El Niño se requiere un enfoque multifacético que incluya ayuda inmediata y estrategias a largo plazo para desarrollar la resiliencia. Son fundamentales las innovaciones en las prácticas agrícolas, como el desarrollo de variedades de cultivos resistentes a la sequía y mejores técnicas de riego. Además, existe un reconocimiento cada vez mayor de la necesidad de mejorar la gestión de recursos basada en la comunidad e integrar el conocimiento tradicional con la tecnología moderna para crear sistemas agrícolas sostenibles.
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Los episodios recurrentes de El Niño y su intensificación debido al cambio climático representan una amenaza significativa para la estabilidad y el progreso de Centroamérica, particularmente en sus regiones más vulnerables como el Corredor Seco. La situación exige una respuesta coordinada e innovadora que aborde las necesidades inmediatas y trabaje hacia la sostenibilidad y la resiliencia a largo plazo. A medida que el planeta continúa calentándose, las lecciones aprendidas en Centroamérica podrían proporcionar información valiosa para otras regiones del mundo que enfrentan desafíos climáticos similares.