La cara oculta de las energías renovables que afecta a Latinoamérica
El mundo necesita una transición energética hacia fuentes renovables, sostenibles y/o neutras en carbono. Sin embargo, esto supone grandes retos, más allá de la inversión económica, para que sea un proceso justo y responsable
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LatinAmerican Post | María Fernanda Ramírez Ramos
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Uno de los temas más importantes de los que se está hablando en la COP27 es la descarbonización de las industrias y la aceleración de la transición energética. Dicha transición es el proceso por el cual se pretende cambiar un sistema energético basado en combustibles fósiles, principalmente petróleo, gas y carbón, hacia un sistema con bajas emisiones de carbono, o sin emisiones, que se logra a partir del uso de energías renovables.
Dentro de las energías renovables se incluye la hidroeléctrica, solar, geotérmica, eólica, biocombustibles sólidos y líquidos, biogás, marina y de residuos. Además, está el hidrógeno verde, que se crea por electrólisis del agua a partir utilizando otras fuentes de electricidad renovables. Para desarrollar las tecnologías que soporten los sistemas energéticos renovables son necesarios elementos como las tierras raras, el litio, el grafito, el cobre, el níquel o el cobalto. Teniendo en cuenta información del Banco Mundial, de acá al 2050 se requerirán alrededor 3 mil millones de toneladas de minerales y metales con el fin de alcanzar la transición energética en el mundo.
La otra cara de la moneda: extractivismo en América Latina y otras regiones
De acuerdo con la CEPAL “América Latina y el Caribe ocupa un lugar clave en el contexto global debido a su amplia dotación de recursos naturales críticos y estratégicos para transitar hacia una mayor disponibilidad de energías renovables, lograr los objetivos climáticos globales y combatir el cambio climático”. Asimismo, esta entidad proyecta que “para América del Sur, se proyectan hasta 2030 inversiones nuevas por 74.000 millones de dólares en proyectos de energías renovables, 36.000 millones de dólares en energías renovables no convencionales y 38.000 millones de dólares en energía hidroeléctrica”. Esto se debe a que, en América Latina, específicamente en Suramérica, se encuentran grandes reservas de minerales y materiales necesarios para impulsar la transición energética.
En otro frente, la CEPAL señala que la región tiene una oportunidad industrial en el área de la movilidad eléctrica a través de la manufactura de vehículos y con el procesamiento de materias primas como el cobre o el litio. El litio, conocido como el oro blanco, será fundamental para el impulso económico de América Latina, pues es indispensable para la construcción de las baterías de los coches eléctricos. Argentina, Bolivia, Chile, México y Perú albergan el 67% de las reservas mundiales, como lo señalan los datos de la U.S. Geological Survey, 2021.
Y aunque estos datos parezcan buenas noticias en términos económicos y de inversión, así como en el impulso de la reducción de las emisiones de carbono, es una situación mucho más compleja de lo que parece. La presencia de estos recursos supone también una problemática para la región, pues no la aleja de los conflictos sociales y ambientales del extractivismo. La contaminación de los ríos, el desplazamiento de comunidades, con la consecuente afectación a sus modos de vida y cultura, la destrucción de bosques, el uso de la violencia, y la pérdida de vida son solo algunas de las consecuencias.
En este sentido, la implementación de las energías renovables no puede analizarse solamente desde el punto de vista económico y de seguridad energética, pues el aspecto socioambiental también es crucial. Si no se piensa en modelos alternos a la explotación tradicional para estos recursos, que implique un respeto por los derechos humanos y una planificación que permita mitigar los efectos nocivos de la minería sobre los ecosistemas y la vida, esta explotación solamente profundizará aún más los problemas que ya están presentes.
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“No existe justicia climática si es extractivista”
Una investigación realizada por el Environmental Justice Atlas y Mining Watch, analizó los impactos de la minería necesaria para la transición energética en las Américas. En países como Chile, Brasil, Perú, Argentina o Bolivia se encuentran importantes reservas de estos metales y materiales y sus procesos de extracción ya están generando conflictos ambientales y sociales. Dicho informe, que realizó un mapeo con la colaboración de más de 25 organizaciones en 9 países de América, señala que “Este «boom de la minería verde» está afectando cada vez más los derechos humanos y de los pueblos indígenas, así como el medio ambiente y los medios de vida de las comunidades”.
Este informe concluye que los procesos de extracción que se están aplicando con los metales necesarios para la transformación energética solamente está siendo un cambio de mercado para las empresas mineras. Sin embargo, es necesario que suponga un cambio de modelo tanto a nivel político como social. En este sentido, señala que “la eficiencia o el reciclaje son componentes necesarios para abordar la crisis climática, pero estas estrategias por sí solas no resolverán la creciente demanda de estos materiales. Por lo tanto, para una transición justa resulta ineludible reducir significativamente el consumo de materiales y energía, especialmente en el norte global”.
Asimismo, la investigación señala que "las corporaciones mineras, en su mayoría canadienses y australianas en los casos documentados, y los gobiernos promocionan un modelo que no cuestiona el estilo de vida del Norte global, ni se plantea preguntas clave como energía para qué, para quién y a qué coste socioambiental". En este sentido, resume que los movimientos de América y el mundo advierten que “no existe justicia climática si es extractivista.”
La transición energética debe ser desarrollada como una transición justa, y no solo en materia de acceso a energía. La mayoría de los países del norte global, como los de la Unión Europea, Canadá o Estados Unidos, no tienen grandes reservas de materiales como cobre o litio, por lo que tendrán que obtenerlos de otras regiones como Sudamérica, Australia, África Oriental y África Central o Asia. Por esta razón, el componente de justicia climática debe ser un componente clave en la transición energética mundial.
Además, es necesario hacer una pedagogía y concienciación sobre esta justicia climática para que más ciudadanos comprendan que detrás de todo bien y servicio hay un proceso. Es necesario que se adopte un cambio en los modos de consumo mundiales.