Latinoamérica ante el desafío de reciclar
A pesar de los esfuerzos, ninguno de los países latinoamericanos logra un aprovechamiento de los materiales reciclables de más del 15%
A pesar de los avances existentes en el mundo a favor del reciclaje, todavía los países latinoamericanos se enfrentan a éste como uno de los mayores desafíos ambientales, económicos y sociales de la región. A pesar de los esfuerzos, ninguno de los países logra un aprovechamiento de los materiales reciclables de más del 15%.
Esta situación se deriva de condiciones particulares que han dificultado la implementación no solo de la normatividad, sino también de tecnologías. Al momento de comparar con otras regiones, es importante saber que buena parte de los residuos aquí generados son orgánicos (frutas y verduras). Otro elemento a contemplar es la presencia de un histórico y dinámico sector informal que vive del reciclaje y que ha de ser incluido en los procesos para asegurar su legitimidad.
La idealización de un modelo
Si bien no existe un único modelo, The Economist Intelligence Unit (EIU) 2017, presenta en su publicación: Avances y desafíos para el reciclaje inclusivo: Evaluación de 12 ciudades de América Latina y el Caribe, un escenario o modelo ideal. Más allá de las canecas de colores, este modelo sugiere las dimensiones: normativa, organizativa y de mercado en los entornos institucional, económico y social. Aunque enfatiza en la inclusión de la población recicladora, también ofrece un escenario de análisis, que junto con información complementaria traza un paralelo entre el estado actual y el deseado.
La normatividad
Es entendida como la consolidación de marcos políticos fuertes, que incluyan tanto incentivos, como sanciones y altos niveles de participación. Dicha normatividad ha de tener un carácter local, sin desligarse de las iniciativas nacionales. Esto debido a que la responsabilidad recae principalmente en los gobiernos locales, por ser estos los directamente responsables de la prestación del servicio y los beneficiarios en términos económicos.
Al respecto, la región cuenta con importantes avances en cuanto a normativa, sin embargo se enfrenta a un alto grado de vulnerabilidad para la aplicación de la misma. Esto debido, principalmente, a los cambios en las autoridades locales. Estas conllevan a la variación en las prioridades y por ende a la desfinanciación y perdida de los esfuerzos. Ciudades como Sao Pablo, Buenos Aires y Bogotá cuentan con amplia normatividad articulando tanto la gestión de residuos, como el reconocimiento de la población recicladora y la generación de información de salud publica, ambiente y educación ambiental. En este grupo es importante reconocer la gestión de ciudades como São Paulo y Buenos Aires que han logrado independizar sus marcos legales de los cambios de liderazgo, asegurando una mayor continuidad e impacto de sus iniciativas.
Si bien es cierto que las políticas resultan en su mayoría desconocidas, esto no significa que el proceso de reciclaje no se lleve a cabo, se estima que solamente el 2,2% del material es reciclado en los esquemas formales establecidos por las ciudades. El resto lo recolectan los 4 millones de recicladores informales que según cifras del Banco mundial se beneficia de esta actividad, la mayoría en condiciones de extrema pobreza.
Tanto sanciones como incentivos son todavía incipientes. Belice, Bogotá, Lima, Ciudad de México y Santiago de Chile han desarrollado programas parciales que incluyen rebajas en las tarifas de servicios públicos o programas de depósito y reembolso, muchos de los cuales se encuentran todavía en sus primeras etapas.
La organización
El manejo integrado de residuos empieza con la generación de políticas que den prioridad a reducir la generación de desechos. Seguida por la recuperación de la mayor cantidad de material y finalmente la disposición de lo menos posible. El grueso de las ciudades de la región enfoca sus esfuerzos técnicos en la ultima parte: la disposición. Siendo éste un problema de dimensiones considerables: olores, incendios, vectores, enfermedades y marginalización. Especialmente si tenemos en cuenta que la calidad, en términos de cobertura y manejo integral de residuos, suele ser inferior a la de otros servicios públicos pese a la cantidad de presupuesto invertido en recolección, transporte y disposición.
Paralelo a los procesos logísticos y tecnológicos requeridos para cada ciudad. La dimensión Organización, se refiere a la consolidación de compromisos y una mayor coordinación entre los diferentes actores y sectores de esta cadena, asegurando la participación y el poder de negociación de los recicladores, que finalmente son quienes hacen la mayor parte del trabajo.
La región presenta casos de éxito en la vinculación de los recicladores organizados como prestadores de un servicio público y por lo tanto remunerado, sin embargo el grueso de la muestra esta lejos de esto. La ausencia de programas que fomenten la organización y normalización de los recicladores, dificulta su participación en las cadenas de valor y disminuye el impacto ambiental de su gestión.
El mercado
Ahora, vale preguntarse ¿a dónde va el material que logra reciclarse? Pues bien, éste atiende una demanda de la industria de materias primas, tales como el papel, metal, vidrio y plástico principalmente. Pero antes de llegar a este punto han de pasar por procesos intermedios que agregan valor como son el limpiar, modificar o cortar para finalmente convertirse en nuevos productos.
Cada país es un caso diferente, pues algunos materiales son más valorados que otros, bien porque pueden obtener mejores precios o porque cuentan con una mayor demanda. Al mismo tiempo, otras ciudades no reciclan cierto tipo de materiales con potencial de ser transformados, debido a que no existe un mercado para estos. Se reconocen los avances de la Ciudad de Buenos Aires particularmente debido a los logros alcanzados por las industrias transformadoras y la inclusión de estos materiales en nuevas cadenas de mercado. Otros retos importantes en esta dimensión son los relacionados con el acceso a productos financieros los cuales a excepción de Buenos Aires, São Paulo y Santiago de Chile, donde las organizaciones de recicladores tienen oportunidades de acceso al crédito, son todavía muy pocos. Siendo estos indispensables tanto en la formalización como en la sofisticación de los procesos de reciclaje.
El reciclaje es sin duda una actividad económica que asegura la eficiencia en el uso de los recursos al requerir menor tiempo y esfuerzo que la generación de materiales vírgenes. El reciclaje también disminuye los procesos de explotación y asegura una mejor calidad de vida.
Definitivamente es importante continuar en la generación de esfuerzos y de mayor compromisos por parte de los gobiernos y de la ciudadanía en general, particularmente en lo que refiere a la reducción en la generación de residuos y en la participación de mercados incluyentes y cada vez más ecológicos, así cómo la identificación de nuevas estrategias para la utilización de subproductos orgánicos y su inclusión en cadenas productivas.
Latin American Post | Nathalia Isabel
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