Polémica ambiental: en Colombia se puede vender la piel del caimán aguja
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El gobierno autorizó la comercialización de esta piel. Sin embargo, diferentes sectores han manifestado su preocupación y desacuerdo
El gobierno decidió levantar parcialmente la prohibición para comerciar con el caimán aguja. La decisión no fue bien recibida por la comunidad ambientalista, pues esta especie ha estado amenazada por la caza desde hace varias décadas.
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Desde 1969, esta especie ha estado en peligro, pero fue hasta 1986 que se determinó que esta especie estaba en peligro de extinción. El caimán, cuyo nombre científico es crocodylus acutus, se ha recuperado y su estado ha mejorado a vulnerable con el paso del tiempo. Por esta razón, autorizar el comercio de su piel y huevos parece un retroceso en materia de protección ambiental.
Sin embargo, a pesar de la preocupación ambiental que ha surgido, la decisión se tomó en base a estudios que comprueban que la especie ya se encuentra en equilibrio. La medida, establecida por la Dirección de Bosques, Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, corresponde a estos estudios y a una labor de recuperación que se realizó con la comunidad en donde se autorizó la caza.
Según El Tiempo, la medida será efectiva en los manglares de la bahía de Cispatá, Tinajoes, La Balsa y sectores aledaños, en el departamento de Córdoba. En un comunicado del Instituto Humboldt se explica que "el levantamiento parcial de la veda a la población de caimán aguja será exclusivo y restringido a sus huevos y dentro del Distrito de Manejo Integrado de la bahía de Cispatá. La cosecha se permitirá únicamente a los grupos de comunidades locales de la zona, autorizados por la Corporación Autónoma Regional de los Valles del Sinú y San Jorge (CVS) y en el Plan de Manejo Específico, y quedará restringida a particulares o entidades".
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¿Por qué se tomó la decisión?
Permitir la comercialización de esta especie, de hecho, hace parte de la recuperación de la misma. El Colombiano entrevistó a Nelsón Rosales, habitante de Córdoba, quien hace 20 años se dedicaba a cazar los caimanes.
Rosales explica que, si bien él y sus compañeros no mataban los animales, sí los entregaban a terceros con otros fines. El artículo cuenta que luego de un censo realizado de 1994 a 1997, se encontró que en Colombia solo quedaban 250 especímenes. Por lo que los biólogos Giovanni Ulloa y Clara Sierra emprendieron una difícil tarea: “convencer a los cazadores, como Nelson, de dejar de ser los enemigos de los animales y pasar a ser sus conservadores”.
Aunque la misión no fue fácil, el proceso se facilitó cuando se les explicó a los cazadores que en el largo plazo podrían volver a comercializar este animal si la comunidad demostraba la recuperación de la especie.
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“El proceso ha permitido que los cocodrilos superen el mayor peligro de extinción y se han recolectado más de 21 mil huevos. Se calcula que la población total puede ser cercana a los 11.700 especímenes. La iniciativa de conservación ha sido ejemplo para el mundo”, se reseña en El Colombiano.
Poder comercializar esta especie responde a la autorización de Cites, Convención sobre el Comercio Internacional de Especies amenazadas de Fauna y Flora silvestre, que asegura que se puede hacer un uso sostenible.
Por su parte, el Instituto Humboldt monitoreará la actividad de recolección de la comunidad y será solo en fechas específicas cuando se pueda hacer “uso sostenible” de esta especie.
LatinAmerican Post | Marcela Peñaloza