Medio ambiente

Se intensifica ola de calor en Nicaragua: Alerta climática regional

Nicaragua enfrenta un calor implacable, con temperaturas cercanas a los 39°C en sus regiones occidentales. Esto indica una ola de calor persistente que refleja desafíos climáticos más amplios en Centroamérica, donde los eventos climáticos extremos se vuelven cada vez más comunes. Insta a una reevaluación de las estrategias climáticas regionales.

Nicaragua está lidiando con una intensa ola de calor, con temperaturas en los departamentos occidentales de León y Chinandega acercándose a los abrasadores 39 grados centígrados. El Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales (Ineter) informó que este fenómeno climático continúa las condiciones climáticas extremas que aquejan a la nación centroamericana durante la última quincena.

Calor extremo previsto

El director de meteorología del Ineter, Márcio Baca, destacó durante una rueda de prensa en Managua que la zona occidental de Nicaragua podría experimentar temperaturas de hasta 39 grados centígrados. Se espera que este calor extremo, pronosticado para la próxima semana, sostenga la ola de calor en todo el noroeste del Pacífico de Nicaragua, caracterizada por condiciones predominantemente soleadas y calurosas.

Las temperaturas actuales ya están superando los límites: León y Chinandega alcanzan hasta 39 grados centígrados. Otras zonas, incluida Managua, las regiones del norte y el resto del país, experimentan temperaturas que oscilan entre los 35 y los 38 grados centígrados. En años anteriores, se han reportado incidentes de insolación severa, con temperaturas agradables que oscilan entre 44 y 47 grados Celsius, en áreas como Somotillo, Villanueva, Malpaisillo, Larreynaga y Mina El Limón.

Según el Portal de Conocimiento sobre Cambio Climático del Banco Mundial, Nicaragua, conocida por su clima tropical y su mínima variación estacional, es el país más caluroso de América Latina. Cuenta con una temperatura promedio de 27,97 grados centígrados, la más alta de la región. La estación seca, que se extiende de noviembre a abril, es particularmente sofocante en León y Chinandega. Datos históricos indican que la temperatura máxima en estas provincias durante los últimos cinco años ha fluctuado entre 36 a 38 grados Celsius en León y 38 a 42 grados Celsius en Chinandega.

Parte de una tendencia climática más amplia

Esta persistente ola de calor en Nicaragua no es un incidente aislado sino parte de una tendencia climática más amplia que afecta a Centroamérica. La región, caracterizada por sus diversos ecosistemas que van desde bosques tropicales hasta arrecifes de coral, es cada vez más vulnerable a fenómenos climáticos extremos, incluidas olas de calor prolongadas, patrones erráticos de lluvia y huracanes.

El aumento de las temperaturas en Nicaragua y en la región centroamericana en general subraya la necesidad urgente de estrategias climáticas integrales que aborden los impactos inmediatos del clima extremo y al mismo tiempo aborden los desafíos a largo plazo que plantea el cambio climático. Estas estrategias deben abarcar una variedad de medidas, desde mejorar la recopilación y el pronóstico de datos meteorológicos hasta implementar prácticas de uso sostenible de la tierra y mejorar las capacidades de preparación y respuesta ante desastres.

Además, la situación en Nicaragua sirve como un llamado a la acción para la cooperación regional para abordar el cambio climático. Los países centroamericanos que comparten desafíos ambientales y condiciones climáticas similares pueden beneficiarse de los esfuerzos de colaboración en investigación, intercambio de recursos y formulación de políticas para mitigar los impactos del cambio climático y mejorar la resiliencia climática regional.

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La actual ola de calor en Nicaragua es un claro recordatorio de los crecientes desafíos climáticos de Centroamérica. A medida que aumentan las temperaturas, se hace cada vez más evidente la necesidad de adoptar una acción climática sólida, coordinada y proactiva. Abordar estos desafíos requiere compromiso nacional, solidaridad regional y apoyo internacional, lo que subraya la naturaleza interconectada del cambio climático y el esfuerzo colectivo necesario para combatir sus impactos de largo alcance.

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