AMÉRICAS

Un hospital de campaña español devuelve la vida a la atención sanitaria en Falmouth, Jamaica

En Falmouth, Jamaica, donde el huracán Melissa destrozó el hospital regional, una unidad de campaña respaldada por España restituye ahora la atención básica. Los cirujanos, pediatras y bomberos del equipo START trabajan con el personal local para estabilizar pacientes y ganar tiempo para una reconstrucción más inteligente y más segura.

Una ciudad de 9.000 habitantes recupera su quirófano

En una colina sobre el puerto de Falmouth, tiendas blancas brillan contra las ruinas de un hospital reducido a su estructura. Hace dos semanas, los vientos de 200 millas por hora del huracán Melissa azotaron la costa norte de Jamaica, arrancando techos, inundando salas y dejando a una ciudad de 9.000 habitantes sin quirófano. Ahora, el zumbido de los generadores y el olor a desinfectante señalan algo raro en una zona de desastre: impulso.

La unidad de emergencias de la Cooperación Española, conocida como START (Spanish Technical Aid Response Team), ha instalado un hospital de campaña totalmente equipado junto al edificio dañado. Las tiendas albergan un quirófano, salas de recuperación, una farmacia y una zona de triaje que canaliza pacientes silenciosamente. El objetivo, dijo Paco Sigüenza, subdirector de emergencias humanitarias de AECID, es “asumir la carga clínica para que los equipos locales puedan centrarse en las reparaciones”.

Estamos aquí para apoyar al hospital de Falmouth, que está dañado en varias de sus estructuras,” dijo Sigüenza a EFE. “Si acogemos a esos pacientes y podemos hacer esas cirugías aquí, le dará tiempo al hospital local para rehabilitarse.

Antes de que llegaran las tiendas, las ambulancias trasladaban a los pacientes politraumatizados por carreteras maltrechas hasta parroquias vecinas, un trayecto que costaba horas y, en algunos casos, vidas. Ahora, la médica de urgencias Nordia Williams, que se formó en Cuba y ha pasado semanas en vela atendiendo pacientes bajo lonas, por fin puede volver a trabajar con ritmo. “Este hospital nos va a ayudar muchísimo porque contamos con la ayuda de médicos de España que van a trabajar junto con nosotros,” dijo a EFE. Al otro lado de la calle, una parada de autobús funciona ahora como sala de espera, y la fila avanza hacia una atención que ya no exige cruzar la isla.

Dentro del hospital START: cirugías, salas y un salvavidas

Lo que España envió a Falmouth no es un gesto simbólico; es un hospital con músculo. En términos humanitarios, la unidad START puede realizar siete cirugías mayores o quince menores al día y alojar a 20 pacientes hospitalizados en observación. Dentro, las salas laten de actividad. Los cirujanos se inclinan sobre las mesas de operaciones; las enfermeras preparan sueros; los traductores se mueven entre el patuá jamaicano, el español y el inglés, asegurándose de que cada diagnóstico llegue en el idioma correcto.

“El Ministerio de Salud de Jamaica pidió ayuda a través de la Organización Mundial de la Salud, y el Gobierno de España respondió”, explicó Sigüenza a EFE. El despliegue incluye más de 70 voluntarios, entre ellos 48 profesionales sanitarios, así como bomberos, ingenieros y expertos en logística.

Los bomberos de los servicios de emergencias de Madrid se encargan de los generadores, las torres de iluminación y los sistemas de agua. Cocineros de la ONG SAL mantienen al equipo en marcha a base de arroz y lentejas. “Ya tenemos planificados dos relevos de 15 días,” señaló Sigüenza, apuntando que la misión se adaptará a las necesidades locales.

La colaboración es fluida. Anestesistas españoles consultan con enfermeras jamaicanas sobre las historias clínicas; una partera local señala qué casas en la ladera son inaccesibles para las ambulancias; psicólogos atienden a sobrevivientes tanto de la tormenta como del miedo que dejó. “La coordinación es natural”, dijo Williams. “Todo el mundo entiende lo que hay que hacer”.

EFE/ Orlando Barría

Voluntarios en sintonía con los equipos jamaicanos

Entre los voluntarios está la pediatra Elena Gil, que pidió una excedencia en su hospital de Laredo, España, para unirse a la misión. Ha trabajado en zonas de terremotos y clínicas en la selva, pero las secuelas de Melissa son un caos de otra clase. “Estamos aquí para apoyar a colegas que están saturados porque su hospital está dañado,” dijo a EFE. “El equipo START es precioso porque une a todo el sistema de salud. Venimos de toda España, pero trabajamos al unísono. No hemos trabajado juntos antes, y aun así sabemos cómo trabajar juntos.

Esa cohesión es crucial porque las necesidades son constantes. Llega una mujer embarazada en plena contracción. Un niño con neumonía tose en brazos de su padre. Un hombre diabético entra cojeando con una herida infectada que necesita desbridamiento antes de que se extienda. Sin el hospital de campaña, esos pacientes habrían tenido que viajar 40 millas hasta Montego Bay. Ahora, los cirujanos operan, los pediatras vigilan signos vitales y los psicólogos se ocupan de heridas más silenciosas: ataques de pánico, pesadillas y el destello de terror cuando una chapa de metal se sacude con el viento.

La destrucción de Melissa dejó al menos 32 personas muertas y pérdidas de miles de millones. Cada historia en el hospital START se siente como una corrección menor a ese balance. “No podemos deshacer la tormenta”, dice Gil en voz baja. “Pero sí podemos asegurarnos de que no se lleve más vidas de las que ya se ha cobrado”.

Más allá del triaje: la recuperación y la próxima tormenta

Falmouth no es la única ciudad remendada con tiendas. Otro hospital de campaña, atendido por equipos estadounidenses, opera en Black River, parroquia de Saint Elizabeth. Juntos, forman una columna vertebral temporal para el fracturado sistema de salud de Jamaica. En Falmouth, las tiendas españolas son a la vez salvavidas y lección: la resiliencia no es un eslogan; es un calendario operativo que se cumple.

Los residentes saben que las tiendas son temporales, pero su impacto es tangible. Una madre da a luz con seguridad sin tener que cruzar colinas empapadas por la lluvia. Un techador con un corte profundo conserva su brazo. Una abuela se toma la tensión sin cruzar los límites de la parroquia. “No es solo medicina, es esperanza”, afirma la enfermera Andrea Smith, ajustando una vía intravenosa.

La siguiente tarea es más compleja: aprender de Melissa. ¿Puede Jamaica descentralizar la atención ambulatoria para que la próxima tormenta no paralice parroquias enteras? ¿Pueden la energía de respaldo y el agua potable llegar a todas las clínicas antes de la próxima temporada de huracanes? Por ahora, las respuestas son prácticas y humanas. Un bombero español enseña a un técnico jamaicano cómo orientar un foco durante una cirugía nocturna. Un cocinero sirve sopa a enfermeras que no comen desde el amanecer.

Para diciembre, cuando el equipo START esté programado para regresar a casa, el hospital local habrá iniciado el largo proceso de reconstrucción, entoldado, recableado y sellado contra el agua. Pero algo más grande ya se ha restaurado. El hospital de campaña zumba durante la noche, sus generadores constantes, sus salas brillando de blanco en las colinas oscuras sobre el mar. Es una promesa escrita en luz: la atención sanitaria no se voló con el techo.

No estamos aquí para sustituir a nadie,” dijo Sigüenza a EFE. “Estamos aquí para estar a su lado hasta que su hospital vuelva a respirar.

Y mientras los primeros bebés nacidos bajo las tiendas españolas parpadean bajo el sol de la mañana, Falmouth tiene la prueba de que el pulso de la atención, pausado pero no perdido, ha regresado.

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