Un mundo entre el Sí y el No: el caso de Cataluña
Recientemente, hemos sido testigos a nivel mundial de una buena cantidad de consultas ciudadanas que pretenden resolver temas de la más alta complejidad: el brexit, el plebiscito en Colombia, el referendo escocés o la independencia de Cataluña son algunos ejemplos.
Iniciando el mes de junio, el gobierno catalán anunció en Barcelona la celebración de un referendo unilateral sobre la independencia de esa comunidad, a realizarse el 1 de octubre. No es la primera vez que el heterogéneo sector soberanista catalán propone un evento semejante y tampoco es la primera vez que el gobierno español anuncia su oposición.
La polarización está servida.
Esta situación no es ajena a América Latina. El caso del plebiscito sobre los Acuerdos de Paz en Colombia, la demanda de la oposición venezolana para realizar elecciones antes de tiempo, las consultas en Uruguay sobre la legalización del aborto o la producción y el consumo de marihuana, son algunos ejemplos. La polarización que ocasiona que una decisión como cualquiera de estas se tome por medio del Sí o del No ciudadano es tan obvia como compleja, principalmente cuando uno de los polos goza de las herramientas que otorgan las instituciones.
De hecho, pese a lo diferente que pueden ser los casos mencionados, todos ellos coinciden en señalar que ese polo usa y abusa de su poder.
¿Puede la situación en Catalunya aportar alguna pista al respecto?
“¿Quiere que Cataluña sea un Estado independiente en forma de República?” es la pregunta que los 5,5 millones de catalanes con derecho a votar deberán contestar en el caso de que la consulta se realice. Una de las estrategias que prevé el Gobierno de España, liderado por el conservador Mariano Rajoy, es la de ni siquiera permitir la realización de una consulta informal como la que tuvo lugar en noviembre de 2014. Su argumento es que un referendo de estas características desafía al Estado de Derecho y “rompe a España”.
Esta posición es respaldada por el Partido Socialista y Ciudadanos, una reciente formación política de origen catalán; mientras que del lado de los soberanistas se encuentra la izquierda parlamentaria representada por Unidos Podemos. La polarización, incluso, hizo efecto en la alcaldía de Barcelona. Este fin de semana, tres importantes líderes de la coalición que gobierna en la ciudad se apartaron de la alcaldesa Ada Colau, quien se mantiene firme en su respaldo al referendo.
El reto planteado por el Gobierno de España a los soberanistas catalanes no es menor. El presidente de la Generalitat de Catalunya, Carlos Puigdemont, insiste en que el referendo es un “ejercicio del legítimo derecho a la autodeterminación” que tienen los ciudadanos de cualquier parte del mundo y que sea cual sea el resultado en las urnas, el Govern buscará las maneras de hacerlo formal.
También, La Asociación de Municipios por la Independencia de Cataluña, a la que pertenecen 787 de los 948 ayuntamientos de esa comunidad, expresó su voluntad de participar y colaborar con la consulta del 1 de octubre. La respuesta a este anuncio fue un manifiesto firmado por más de cien notables catalanes que piden omitir el referendo y piden diálogo por parte de los gobiernos central y catalán.
Con las consultas y la polarización llegan sus primas hermanas: las encuestas. De acuerdo con una realizada por la consultora GAD3, el 54% de los catalanes acudiría a las urnas el próximo 1 de octubre. La cifra llama la atención, pues podría representar un apoyo superior a la consulta, con respecto al acto informal del 2014 en el que apenas participó el 42%. Una conclusión de lo anterior es que las diferentes acciones del gobierno central intentando torpedear la consulta, ha acentuado los apoyos a los soberanistas.
Dice el diputado catalán Gabriel Rufián que las consultas no son solamente asunto de un Sí o un No, sino un asunto de democracia.
¿Qué tendremos que decir al respecto en América Latina?
LatinAmerican Post | Pedro Rojas Oliveros
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