Venezuela: lo que se sabe del NO aumento al salario mínimo
La inflación en la que se encuentran la mayoría de economías a nivel mundial ha obligado a los gobiernos a tomar medidas para combatir el hambre. Sin embargo, Venezuela sufre por su economía devaluada.
Foto: kremlin.ru
LatinAmerican Post | David García Pedraza
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Read in english: Venezuela: What Is Known about the Lack of Minimum Wage Increase?
Una de las muchas problemáticas que tiene Venezuela desde el inicio de la crisis económica, que se ha venido dando desde el 2013 con la muerte de Hugo Chávez y la caída de los precios del petróleo, ha estado relacionada con la devaluación de la moneda. Esta situación ha condenado al bolívar a ser una de las divisas más afectadas a nivel mundial por la hiperinflación que sufre el país sudamericano.
A pesar de los esfuerzos que se han realizado desde el gobierno, estos no parecen ser suficientes. Tanto así que Nicolás Maduro, aprovechando las manifestaciones durante el 1° de mayo por el Día del Trabajo, comunicó a la opinión pública que el salario mínimo se mantendrá en 5,25 dólares, unos 130 bolívares, tal como se fijó desde marzo de 2022. No obstante, informó que los bonos denominados ‘cestaticket’ subirán de 15 a 40 dólares, y un nuevo ‘bono de guerra’ será de 20 dólares. Con esto serán 60 dólares de más que se sumarán al salario mínimo.
Las personas que se verán beneficiadas por estos nuevos bonos serán los empleados del sector público, como docentes y personal de la salud. Sin embargo, los precios de la canasta familiar están tan altos que estos bonos no alcanzarán a cubrir estos gastos, argumento que verifica el Centro de Documentación y Análisis Social (Cendas). De acuerdo con este centro, para comprar productos de primera necesidad alimentaria para un grupo de cinco personas se necesitan 510 dólares.
Los ‘asalariados en indigencia’ se hacen sentir
A pesar del anuncio de Maduro de incrementar el precio de los bonos, los empleados del Estado no escatiman esfuerzos para mostrar su inconformismo realizando plantones y manifestaciones. Durante el último trimestre han aumentado en un 47% según el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social.
El Ejecutivo ha culpado a Estados Unidos y sus sanciones económicas de la imposibilidad de asegurar salarios dignos a la población. Aun así, los manifestantes no se cansan de protestar, aunque este acto no les asegure obtener lo que pretenden.
Por su parte, los empleados del sector privado, a pesar de que ganan más, no son ajenos a estos gritos de justicia salarial y laboral. Gracias a estas manifestaciones se rompe un conformismo obligado que se siente en las calles con las políticas que provienen desde el gobierno. Solamente en el sector público, cuyos empleados denominan a sus salarios como ‘salarios indigentes’ se encuentran dos millones de personas. Asimismo, los pensionados de este sector rondan por los tres millones de personas.
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¿Una nación con pobreza oficial?
Siendo el país con el salario mínimo más bajo de América Latina, Venezuela va aumentando récords poco favorables para su economía. Si se realiza el cálculo de pobreza en el país bolivariano, basándose en la premisa de la ONU y el Banco Mundial que considera pobre a una persona que vive con 2.15 dólares o menos al día, Venezuela vive una situación muy complicada. Si se dividen los 65.25 dólares entre 30 días, da un resultado de 2.17 dólares, lo que significa que el salario mínimo no es suficiente para que a una persona no se le considere en situación de pobreza.
Tanta es la desvalorización de la moneda local que los venezolanos han optado por utilizar el dólar para salvaguardar su economía personal. Durante muchos años el gobierno venezolano se negó a usar esta moneda, haciendo hincapié en el rechazo a la divisa imperialista y capitalista. Sin embargo, en la actualidad la dolarización en Venezuela es un hecho, inclusive desde el gobierno se ha comenzado a emplear la moneda norteamericana.
Toda esta situación de la dolarización, más la precariedad salarial y la inestabilidad inflacionaria, ha hecho que en Venezuela no haya salarios dignos para la población en general, solamente para los altos mandos y grandes posiciones.
60 dólares al mes ¿Para qué alcanzan en Venezuela?
Se sabe que con 510 dólares se puede llevar al hogar venezolano una estabilidad mínima. No obstante, ¿qué pasa cuando apenas son 60 dólares los que hay en el bolsillo?
De acuerdo al Observatorio Venezolano de Finanzas, 60 dólares alcanzan para comprar 30 huevos, dos kilos de harina de maíz, dos kilos de queso blanco, tres kilos de carne, un pollo mediano y dos aceites de maíz. Alimentos como la pasta se encuentran a 2.29 dólares el kilo, la leche a 11.42 dólares por dos cartones, y el café molido a 11.60 dólares el kilo.
Aquí solo se está incluyendo lo relacionado con comida, por lo que los productos de aseo, transporte, medicamentos y ropa ni siquiera se pueden contemplar en las cuentas de las familias venezolanas.
El espectro de la inflación desde otras latitudes
Las comparaciones no son del agrado de los gobiernos, y mucho menos cuando son internacionales. No obstante, lo valioso de esta acción es conocer verdaderamente qué tan bien, o qué tan mal, está la economía nacional.
Uno de los indicadores más comunes y prácticos es el relacionado con el precio de la Big Mac. Su ciencia está en conocer, por medio del precio de esta hamburguesa, si una moneda está sobrevaluada o devaluada en el mercado. Así se permite comparar el poder adquisitivo entre las naciones.
En el caso de Venezuela, comprar una Big Mac cuesta 1.76 dólares, donde el salario mínimo es de 60; en Colombia cuesta 4.16 dólares, donde el salario mínimo está en 242; en el gigante Brasil cuesta 4.44 dólares, y el salario mínimo está en 264; y en México cuesta 4.19, mientras el salario mínimo se encuentra en 321. En donde más cuesta un Big Mac en Latinoamérica es en Uruguay con 6.85 dólares y cuyo salario mínimo se encuentra en 527.
Siendo esta una manera sencilla de observar la inflación en cada país y el valor real de la moneda hace suponer que solo unos pocos países son afortunados económicamente, y más pocos aún en América Latina. Venezuela es un ejemplo constante de que hay que saber aprovechar los momentos de prosperidad para poder afrontar las situaciones de precariedad.