ANÁLISIS

Cómo Irán está Construyendo Poder en América Latina: La Izquierda Latinoamericana Baila un Peligroso Tango con Teherán

Mientras los misiles cruzaban los cielos entre Teherán y Jerusalén, un nuevo frente se abría al otro lado del mundo: los gobernantes izquierdistas de América Latina abrazaban sin tapujos el modelo iraní, tanto en plazas como en parlamentos. Desde las grandes avenidas de Caracas hasta las alturas del altiplano paceño, el largo brazo ideológico de Teherán se extiende profundamente.


La Conexión Caraqueña

A fines de junio, Venezuela convirtió una ceremonia de premiación rutinaria en una declaración de lealtad geopolítica. Bajo las luces de un estadio, el presidente Nicolás Maduro entregó el Premio Nacional de Periodismo no a reporteros locales, sino a dos iraníes cuya cobertura del breve choque entre Teherán e Israel reflejaba perfectamente la narrativa oficial iraní. Durante doce días, todos los canales estatales transmitieron programas “especiales” que elogiaban la “defensa de la soberanía” de Irán, mientras marchas oficiales recorrían las avenidas de Caracas.

Cuando el presidente del Parlamento, Jorge Rodríguez, subió al escenario, sus palabras evocaban épocas pasadas: “Irán le dio un puñetazo en la boca a la entidad sionista”, proclamó, encendiendo a multitudes ya acostumbradas a la retórica incendiaria. “Solo hicieron falta doce días para que el mundo viera a Israel como el tigre de papel que es.” Este espectáculo fue más que un acto de solidaridad: fue una señal de que Venezuela —aislada por sanciones y el colapso económico— había asumido un papel protagónico en la narrativa antioccidental de Teherán.


Red de Guerra Ideológica

Lo que alguna vez pareció una teoría conspirativa fantasiosa se ha consolidado en una red estructurada. En Nicaragua, comandantes sandinistas comparten campos de entrenamiento con asesores iraníes, combinando tácticas guerrilleras con instrucción teológica. Las ondas de radio en Cuba vibran con programas producidos en Teherán, que atacan a las democracias “imperialistas” y celebran a los héroes de la resistencia. En Managua y La Habana, envíos de equipos de medios y software iraníes refuerzan medios estatales que emiten mensajes sincronizados.

Lejos de ser receptores pasivos, estos gobiernos se han convertido en coautores del manual iraní de guerra informativa. Las transferencias tecnológicas permiten a Teherán monitorear voces opositoras, mientras que los ejercicios conjuntos de seguridad evidencian una creciente afinidad con la doctrina de la Guardia Revolucionaria. Cada transmisión, panfleto y artículo compartido en línea refuerza una visión antioccidental del mundo, dejando claro lo que antes solo se insinuaba: el poder blando de Irán ahora es una realidad tangible en América Latina.


El Aula Revolucionaria de Bolivia

En el altiplano boliviano, la influencia de Teherán ha echado raíces de formas inesperadas. En 2023, La Paz firmó un amplio pacto de defensa con Irán que dejó perplejos a diplomáticos en Washington y Bruselas. El acuerdo contemplaba suministro de armamento, intercambio de inteligencia y la creación de un centro de formación ideológica para milicias bolivianas. Allí, los jóvenes reclutas aprenden tácticas de unidades pequeñas junto con lecciones extraídas directamente del manual de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán. Simultáneamente, el canal boliviano Abya Yala surgió como una plataforma de programación socialista con tintes islamistas, combinando teología andina de liberación con discursos del clero iraní.

Sus boletines retratan a la democracia liberal como un mito importado destinado a erosionar la identidad nacional. Se alienta a los oyentes a verse como parte de una resistencia global contra el imperialismo cultural. En este aula, las líneas entre teoría política, fervor religioso y doctrina paramilitar se difuminan, formando reclutas tan cómodos con la retórica ideológica como con los ejercicios de combate.


Sombras en la Triple Frontera

Incluso donde no se han firmado tratados formales, redes encubiertas vinculan a Teherán con el submundo latinoamericano. En Bogotá, la inteligencia colombiana sigue discretamente a supuestos operativos de Hezbollah que, bajo cobertura diplomática, recaudan fondos y reclutan. Y en la infame zona de la triple frontera entre Paraguay, Argentina y Brasil, rutas de contrabando que antes controlaban sindicatos locales ahora canalizan armas y dinero para los aliados iraníes. Funcionarios corruptos en pueblos fronterizos permiten que células clandestinas prosperen en casas de seguridad y complejos rurales.

Estas enclaves operan bajo un velo de negación plausible: ¿se trata de extensión ideológica o crimen organizado? En realidad, ambos se entrelazan. El lavado de dinero, el tráfico de drogas y la minería ilegal financian operaciones políticas, mientras el fervor ideológico impulsa el contrabando de tecnología sensible. El trágico precedente del atentado contra la AMIA en Buenos Aires en 1994 —donde un coche bomba vinculado a Hezbollah mató a 85 personas— persiste como advertencia: estas redes pueden pasar rápidamente de alianzas en la sombra a acciones letales.

IG@consulvequito


Una Encrucijada Hemisférica

El reciente estallido entre Israel e Irán hizo más que dominar los titulares de Medio Oriente. Activó a los socios latinoamericanos de Teherán en muestras sincronizadas de apoyo. Los medios estatales venezolanos repitieron discursos que elogiaban la “victoria” de Irán. Los canales bolivianos transmitieron manifestaciones celebratorias. Los diplomáticos nicaragüenses presentaron resoluciones condenando la “agresión occidental”. Lo que comenzó como solidaridad regional se convirtió en una transmisión hemisférica —forjada en las plazas y amplificada por los micrófonos oficiales. Como observa WorldCrunch, “América Latina ya no es un espectador pasivo. Es un enclave funcional dentro de una coalición global que une a Teherán, Moscú, Pekín y La Habana.”

Pero este eje no es invencible. Las democracias latinoamericanas, aunque frágiles, aún conservan la capacidad de movilización y resistencia. Grupos de la sociedad civil, medios independientes y organismos regionales como la OEA aún pueden oponerse a la injerencia extranjera. La pregunta ahora es si Occidente verá estos desarrollos como un espectáculo secundario o como un frente decisivo en la geopolítica del siglo XXI.

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Ignorar la expansión del alcance iraní en América Latina no es solo complacencia: es arriesgarse a la erosión de las normas democráticas tanto dentro como fuera del hemisferio. Lo que ocurre hoy en Caracas o La Paz resuena en capitales desde Ciudad de México hasta Washington. Y mientras el sol se oculta sobre el Caribe y las cumbres andinas, la verdadera batalla por la influencia apenas comienza.

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