El Acuerdo de Panamá Desata Debate sobre una Mayor Presencia de EE. UU.

Panamá y Estados Unidos han firmado un nuevo acuerdo de seguridad. Este surgió porque Washington desea recuperar el control del histórico canal interoceánico. Muchas personas están preocupadas por esta situación. Algunos ciudadanos temen una repetición de ocupaciones militares pasadas, mientras que ciertos funcionarios apoyan el convenio.
Vínculos Históricos y Desarrollos Recientes
En diciembre de 1989, tropas estadounidenses ingresaron a Panamá. Alegaron razones como proteger a los ciudadanos estadounidenses, combatir el narcotráfico y mantener la neutralidad del Canal de Panamá. Este episodio dejó recuerdos dolorosos en muchos panameños, quienes recuerdan el largo periodo de presencia militar estadounidense, que influyó en la estructura social y política del país.
Aunque este periodo concluyó oficialmente en 1999, cuando se transfirió el control del canal, el impacto de la participación extranjera persiste en la conciencia nacional. Por eso, el anuncio de un nuevo pacto bilateral de seguridad ha despertado preocupaciones sobre soberanía e independencia. Las autoridades panameñas lo califican como un “memorando de entendimiento” temporal y revocable. Aseguran que no contradice los Tratados Torrijos-Carter de 1977, que garantizaron la entrega del canal y la eliminación de las bases estadounidenses en la antigua Zona del Canal. Aun así, el carácter secreto del documento ha alimentado especulaciones sobre su verdadero alcance.
Los comentarios de altos funcionarios estadounidenses, donde se habló de “recuperar” o “proteger” el canal, han agravado la situación. Esta vía marítima es esencial para el comercio mundial, pero también representa un símbolo de identidad para el pueblo panameño. Desde que el país eliminó su ejército en 1990 y solo cuenta con fuerzas policiales, la presencia de soldados extranjeros genera preocupación. Existe el temor de que la libertad de Panamá esté en riesgo.
Las declaraciones del secretario de Defensa de EE. UU., Pete Hegseth, durante su visita a Panamá, no han calmado los ánimos. Él hizo referencia a una supuesta influencia china en el canal, sugiriendo que el aumento de rotaciones de tropas estadounidenses busca contrarrestar intereses extranjeros. Aunque las autoridades estadounidenses enmarcan estas acciones como ejercicios de cooperación y entrenamiento, algunos panameños las ven como un posible paso hacia el restablecimiento de una presencia militar permanente.
Defensa del Gobierno y Preocupaciones Públicas
La Cancillería panameña afirma que el acuerdo no cede control ni viola el carácter neutral del canal. Según el gobierno, el memorando permite proyectos de entrenamiento conjunto y acciones de seguridad alineadas con tratados vigentes. Señalan que continúa una cooperación de seguridad que lleva 18 años. Cada gobierno panameño ha colaborado en temas de seguridad con EE. UU.
Aun así, ha surgido resistencia interna. Críticos cuestionan la necesidad y el contenido del pacto. Sostienen que, al mantenerse en secreto, se imposibilita la transparencia. Temen que el acuerdo pueda abrir la puerta al regreso de una base militar estadounidense, especialmente tras menciones recientes a Fort Sherman, la Estación Naval Rodman y la Base Aérea Howard, antiguos sitios ocupados por EE. UU.
La polémica aumentó después de que el expresidente Donald Trump declarara que “muchas tropas” habían ingresado a Panamá y retomado zonas antes controladas por Washington. Las palabras de Hegseth llevaron a pensar que la cooperación superaba simples ejercicios. Las dudas crecieron al saberse que alrededor de 1,000 soldados estadounidenses están colaborando actualmente con fuerzas panameñas. Sin embargo, el gobierno de Panamá niega que tropas extranjeras puedan operar sin restricciones o establecer instalaciones permanentes. Insiste en que el acuerdo solo permite colaboración temporal.
Se han realizado pocas protestas. Activistas y organizaciones han exigido la publicación completa del memorando. Debido al secretismo, creen que podría permitir la reapertura de puestos militares bajo el término de “despliegues rotativos”. Estas manifestaciones reflejan temores de que una nación poderosa dicte cómo Panamá debe manejar su defensa, afectando su capacidad de autogobierno.
Además de expertos en seguridad, líderes empresariales con vínculos estrechos con EE. UU. también opinan. Señalan preocupaciones continuas sobre el narcotráfico, el crimen organizado y los riesgos a la infraestructura marítima. Consideran el acuerdo como una alianza estratégica que brinda recursos, entrenamiento y tecnología. Para ellos, la seguridad práctica prevalece sobre el orgullo nacional. Dado que Panamá no tiene ejército regular, depende del apoyo internacional para proteger sus fronteras e infraestructuras esenciales.
El Futuro: Soberanía y Seguridad en Equilibrio
Una cuestión clave para muchos panameños es cómo enfrentar necesidades reales de seguridad sin comprometer la independencia nacional. El canal representa un pilar económico y el resultado de una larga lucha por liberarse del dominio extranjero. Cualquier entendimiento que sugiera un regreso al control foráneo despierta inquietudes.
Funcionarios del gobierno aseguran que el memorando se hará público próximamente. Hasta ahora, se conocen pocos detalles. El documento parece permitir ejercicios militares conjuntos, intercambio de información y acceso limitado a instalaciones antiguas de EE. UU. Las autoridades insisten en que los Tratados Torrijos-Carter siguen vigentes. Estos garantizaron la neutralidad del canal y su operación por Panamá. También señalan que el acuerdo prohíbe bases permanentes. Aun así, la gente se pregunta si estas medidas se ampliarán con el tiempo.
Ante estas incertidumbres, el diálogo entre autoridades y ciudadanía es crucial. La transparencia sobre las condiciones y límites para tropas extranjeras puede disminuir temores sobre una creciente influencia militar. Es vital recordar que acciones pasadas de EE. UU. causaron sufrimiento. Conversaciones sinceras con líderes locales y grupos sociales pueden fomentar un entendimiento mejor.
Las preocupaciones globales también inciden en el debate. Autoridades estadounidenses justifican su interés en el canal por la competencia con China. Los líderes panameños aseguran que su colaboración no implica romper relaciones comerciales con Asia. Panamá enfrenta un reto: equilibrar sus vínculos con potencias mundiales.
La población observa de cerca cómo el gobierno avanza con este memorando. El debate gira en torno a la independencia y el rumbo que tomará el país. ¿Servirá este acuerdo para combatir amenazas y mantener la estabilidad regional? ¿O marcará el regreso de un periodo donde fuerzas extranjeras controlaban el recurso más valioso del país?
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En los próximos meses saldrán más detalles, y los panameños estarán atentos. La conversación sobre seguridad, soberanía e influencia regional seguirá viva, presente en los medios, el gobierno y las comunidades. Al final, la postura del país frente a cualquier presencia militar extranjera reflejará la voluntad del pueblo, basada en su historia y su deseo de un futuro seguro y libre.