ANÁLISIS

El legado latinoamericano de Jimmy Carter es su logro más destacado

El trabajo del ex presidente de los Estados Unidos, Jimmy Carter, en América Latina ayudó a transformar el panorama político de la región. Abogó por los derechos humanos y la democracia, y sus acciones siguen resonando desde Argentina hasta Paraguay, convirtiéndolo en una figura venerada en toda América Latina.

Reimaginando la Política Exterior de EE. UU en América Latina

Cuando Jimmy Carter asumió la presidencia en 1977, América Latina estaba en medio de la tormenta. Guerras civiles azotaban a Guatemala y Nicaragua, y casi todos los países de la región estaban bajo dictaduras. Incluso naciones tradicionalmente democráticas como Chile y Uruguay estaban gobernadas por regímenes militares brutales. Argentina, durante su “Guerra Sucia”, orquestó una de las represiones más violentas de la historia moderna, con hasta 30,000 personas asesinadas.

Antes de Carter, la política exterior de EE. UU en América Latina a menudo apoyaba a dictaduras alineadas con los intereses americanos, independientemente de sus abusos a los derechos humanos. Franklin Delano Roosevelt justificó famosamente su respaldo al dictador de Nicaragua, Anastasio Somoza, diciendo: “Puede que sea un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”.

Carter adoptó un enfoque radicalmente diferente. Puso fin al apoyo al hijo de Somoza, Anastasio Somoza Debayle, y suspendió la ayuda militar a regímenes opresivos. Su administración criticó activamente las violaciones de derechos humanos, promovió elecciones libres y transfirió el control del Canal de Panamá a Panamá, un acto emblemático de soberanía para la región.

Vanessa Walker, profesora de Estudios Latinoamericanos, escribió en 2021 que las políticas de Carter “reimaginaron los intereses nacionales de EE. UU al combinar los derechos humanos con un mayor respeto por la soberanía nacional, desafiando los patrones de intervención de la era de la Guerra Fría y el apoyo a dictaduras de derecha”.

Apoyando a Defensores de los Derechos Humanos

El apoyo inquebrantable de Carter a los derechos humanos se sintió profundamente en toda América Latina, especialmente por aquellos que arriesgaron sus vidas para desafiar a regímenes represivos.

En Argentina, el periodista Jacobo Timerman, quien expuso las atrocidades de la junta militar, le agradeció a Carter por salvarle la vida. Encarcelado y torturado, la liberación de Timerman se logró después de que Carter interviniera personalmente, haciendo llamadas directas al dictador argentino, el Gral. Jorge Videla. De manera similar, el laureado con el Premio Nobel de la Paz argentino Adolfo Pérez Esquivel, otro opositor de la dictadura, atribuyó su libertad a los esfuerzos de Carter.

Durante una visita clandestina en 1978 a Brasil, Carter se reunió con el Arzobispo de São Paulo, Paulo Evaristo Arns, un defensor de los derechos humanos. En aquel entonces, el régimen militar brasileño reprimía duramente las disidencias. Carter también fomentó el surgimiento de movimientos laborales independientes, incluyendo al Sindicato de Trabajadores Metalúrgicos de Brasil liderado por Luiz Inácio Lula da Silva, quien luego sería presidente de Brasil.

A sabiendas, el grupo laboral de Lula luchó contra las estrictas normas laborales de Brasil, y él terminó en la cárcel poco después de que Carter dejara de ser presidente. Lula lideró Brasil como presidente, mostrando los cambios que Carter ayudó a iniciar en la región.

El Giro de Paraguay hacia la Democracia

El compromiso de Carter con la democracia fue quizás más visible en Paraguay. La nación sin salida al mar, bajo la dictadura de 35 años del Gral. Alfredo Stroessner, era conocida por la corrupción desenfrenada, la tortura y la represión política.

Incluso después de dejar el cargo, Carter abogó por la reforma democrática en Paraguay. Llegó en 1993 para observar las primeras elecciones democráticas del país en 182 años a pesar de las amenazas de los líderes militares. Su presencia mostró su fuerte compromiso con la apertura y la responsabilidad.

Cuando los partidos opositores se enfrentaron a sabotajes, como disparos en una estación de televisión y líneas de comunicación rotas, Carter intervino. Fue con los líderes partidarios a la empresa telefónica estatal y pidió firmemente que se arreglen los servicios. Sus esfuerzos garantizaron la integridad del voto, lo que resultó en que el empresario Juan Carlos Wasmosy se convirtiera en el primer presidente electo democráticamente de Paraguay.

La intervención de Carter marcó la transición de Paraguay de la dictadura a la democracia, convirtiéndola en la última nación sudamericana en abandonar su pasado autocrático.

Un Impacto Duradero en la Democracia Global

El impacto de Carter en América Latina va mucho más allá de su tiempo como presidente. Su Centro Carter en Atlanta supervisó más de 125 elecciones en todo el mundo, incluyendo varias en América Latina. Estas acciones construyeron su nombre como un luchador por la democracia y los derechos humanos.

En 1984, años después de dejar la presidencia, Carter viajó por Sudamérica, recibiendo mucha admiración de líderes, activistas y gente común. En lugares como Argentina y Brasil, su nombre como protector de los derechos humanos quedó insuperable.

Mientras que algunos críticos estadounidenses lo llamaron un presidente débil, los latinoamericanos lo admiraron profundamente. The New York Times lo calificó como “el presidente más incomprendido del último siglo” y “el hombre más decente que ha ocupado la Oficina Oval en el siglo XX”.

El trabajo de Carter cruzó las fronteras políticas y sociales de la Guerra Fría, dejando un legado basado en la justicia, la bondad y un firme compromiso con la dignidad humana.

El legado de Jimmy Carter en América Latina muestra su enfoque visionario de la política exterior. Al centrarse en los derechos humanos y la democracia, cambió la escena política de la región e inspiró a muchos líderes y activistas.

Desde liberar prisioneros políticos en Argentina hasta garantizar elecciones libres en Paraguay, la influencia de Carter sigue brillando con fuerza en América Latina, una región que le debe mucho a su bondad y valentía. A medida que América Latina busca un futuro lleno de paz y justicia, el legado de Carter seguirá siendo una luz guía.

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