El mito de la Unificación del Voto Latino o Hispano
Un voto latino o hispano unificado en la política estadounidense es un mito. Este artículo explora cómo los diversos antecedentes, experiencias y prioridades de los latinos e hispanos hacen imposible una identidad política única y por qué la política debe ir más allá de suposiciones basadas en la identidad.
La ilusión de un voto monolítico
El concepto de “voto latino” se ha utilizado en elecciones de Estados Unidos para describir a un grupo de individuos provenientes de América Latina y España. Es un término que asume que este grupo amplio y diverso puede clasificarse como un bloque homogéneo capaz de inclinar elecciones. Pero esta visión es demasiado simplista y tiende a subestimar la diversidad cultural, política y social de esta comunidad. Pensar que todo el votante latino es igual ignora la singularidad de cada uno.
Cuando hablamos del “voto latino,” no nos referimos a un solo grupo homogéneo. Agrupamos a personas de orígenes muy diferentes, desde mexicanos en Texas hasta cubanos en Florida y venezolanos en Nueva York. Esta compleja variedad de experiencias y orientaciones políticas es lo que realmente define a la comunidad latina. La realidad es que, en términos de voto, no existe un voto latino o hispano único, sino una variedad de voces con sus propias preocupaciones e intereses.
Es tentador simplificar y categorizar a los votantes, pero hacerlo ignora la complejidad de la comunidad latina. Tal como sucedió con los inmigrantes irlandeses, italianos y polacos en su momento, hoy en día se comete el mismo error con los latinos. Con el tiempo, estas comunidades se asimilaron a la vida estadounidense y sus identidades políticas se moldearon más por valores personales y circunstancias que por su herencia étnica. Lo mismo está ocurriendo con los latinos, quienes son un grupo dinámico y en evolución, diverso geográfica y políticamente.La realidad es que no existe un solo “voto latino.” Los partidos que no entiendan esto perderán votantes en lugar de ganarlos.
¿Qué significan realmente “latino” e “hispano”?
Antes de profundizar en por qué la idea de un voto latino unificado es errónea, es esencial entender qué significan los términos “latino” e “hispano” y en qué se diferencian. “Hispano” se usa generalmente en EE. UU. para describir a personas de países de habla hispana, como México, Puerto Rico, Cuba y gran parte de Centro y Sudamérica. “Latino,” en cambio, se refiere a personas de América Latina, incluyendo países como Brasil, donde el portugués es el idioma principal y no el español.
El problema con estos términos es que no todos encajan. Mientras que el término “latino” podría aplicarse a la mayoría de personas de América Latina, excluye a los brasileños, que comparten valores culturales con sus vecinos de habla hispana pero tienen un idioma distinto. Incluso dentro de las comunidades de habla hispana, hay una gran variedad de identidades y experiencias. Un mexicano estadounidense de Los Ángeles puede tener una perspectiva completamente diferente a la de un cubano-americano de Miami o un colombiano-americano de Nueva Jersey. Estas diferencias están moldeadas por su estatus migratorio, tradiciones familiares, situación económica y valores culturales, lo que hace imposible generalizar sus inclinaciones políticas.
Puede ser una suposición conveniente para los estrategas políticos, pero es incorrecto y reductivo asignar experiencias individuales basándose únicamente en un origen lingüístico o geográfico compartido al prever patrones de voto.
El rostro cambiante de la población hispana
La población latina en Estados Unidos es vista a menudo como un grupo homogéneo por muchos estrategas políticos, pero esta visión no refleja su diversidad. Según el Pew Research Center, la población hispana en EE. UU. alcanzó los 65.2 millones en 2023, aproximadamente el 19% del total. La mayoría de este grupo nació en Estados Unidos, lo que indica que muchos latinos están completamente integrados en la sociedad estadounidense y es menos probable que voten basándose únicamente en su trasfondo cultural o étnico.
Ya no se puede estereotipar a los hispanos como trabajadores agrícolas. Si bien esto es cierto para una parte de la población, hoy en día muchos latinos son profesionales educados: médicos, abogados, contadores y empresarios. Muchos pertenecen a la clase media, y sus prioridades no siempre están impulsadas por su identidad étnica, sino por temas como la libertad económica y las oportunidades personales. Los inmigrantes de Venezuela, Colombia y Brasil, por ejemplo, buscan libertad económica y la posibilidad de diseñar su propio futuro, lejos de políticas colectivistas.
El patrón de voto refleja este cambio de valores. Muchos latinos priorizan la libertad económica sobre los problemas sociales y son más propensos a apoyar a candidatos que fomenten la libertad individual y las oportunidades de éxito personal. Por ejemplo, muchos venezolanos estadounidenses han adoptado valores conservadores debido a sus experiencias bajo un gobierno socialista. De manera similar, los colombianos, que han escapado de la violencia del narcotráfico e inestabilidad, tienden a apoyar políticas de orden y reformas económicas que les permitan prosperar en EE. UU.
La diversidad dentro de la población latina seguirá creciendo, haciendo más difícil que los partidos políticos se basen en estrategias identitarias. Al igual que todos los estadounidenses, los latinos tienen sus propias ideas, preocupaciones y puntos de vista políticos, lo que significa que no se pueden clasificar o influir fácilmente como un bloque monolítico.
Los peligros de tratar a los latinos como un bloque de votantes
El mito de que los latinos son votantes monolíticos ha causado problemas políticos, especialmente en el Partido Demócrata. Durante décadas, los demócratas han promovido políticas de identidad entre los votantes latinos, asumiendo que son naturalmente progresistas debido a su historia de marginación. Pero esta estrategia ha fallado porque los latinos son pluralistas y más igualitarios en sus ideas políticas. Tratar a los latinos como un bloque de votantes puede llevar a errores en el desarrollo de políticas y estrategias de campaña, potencialmente alienando a una parte significativa de la comunidad.
En las elecciones presidenciales de 2020, alrededor del 45% de los latinos respaldaron a Donald Trump, a pesar de sus posturas controversiales sobre inmigración. Esto demuestra que a los latinos les preocupan menos las políticas sociales que el acceso económico y el estado de derecho. Las políticas de Trump sobre la economía atrajeron a algunos votantes latinos, aunque no todos estaban de acuerdo con él en todo.
Esta división política fue evidente en las elecciones intermedias de 2022, cuando los demócratas latinos sufrieron en estados oscilantes. Inflación, crimen, educación, salud: estos temas comenzaron a importar más que los viejos discursos de los demócratas. Muchos latinos se habían cansado de la falta de escucha del Partido Demócrata, mientras que el enfoque de los republicanos en la libertad económica y la libertad individual comenzó a resonar más fuerte.
Esta fractura dentro de la población latina subraya los riesgos de asumir que todos los latinos son iguales o se preocupan por las mismas cosas. Si los partidos no reconocen esta diversidad, alienarán a muchos ciudadanos. El Partido Demócrata, que continúa considerando a los latinos como una unidad monolítica, perderá los votos que cree asegurar.
Conclusión: Más allá de la política de identidad
El mito del “voto latino” se basa en una política de identidad anticuada que ya no representa una comunidad en evolución. A medida que la población latina en Estados Unidos crece, también crece la variedad de sus preferencias y prioridades políticas. Los líderes políticos no pueden seguir confiando en estereotipos y categorías obsoletas si quieren ser efectivos con los latinos.
Los políticos que desean conectar con los votantes latinos deben dejar de usar términos genéricos y aceptar la amplia diversidad de sus opiniones. Temas como las oportunidades económicas, la salud, la educación y la seguridad nacional resuenan entre los latinos al igual que entre el resto de los estadounidenses. Si los partidos reconocen esto, evitarán perder contacto con una porción esencial y creciente del electorado.
La idea de un voto latino o hispano unificado es una construcción política que ya no se sostiene en una comunidad dinámica y diversa. A medida que la demografía continúa cambiando, es momento de que el discurso político evolucione y reconozca a los latinos como individuos, cada uno con experiencias y aspiraciones únicas.