Latinoamérica observa el conflicto en Yemen en medio de implicaciones globales

El aumento de la tensión en Medio Oriente ha generado una preocupación generalizada que va más allá de Yemen. Un grupo de países lanzó un ataque aéreo, en el que participaron Estados Unidos y el Reino Unido, pero se enfrentaron a una feroz resistencia de los combatientes hutíes. En todo el mundo, las alianzas y estrategias geopolíticas están cambiando. Las naciones latinoamericanas siguen de cerca estos eventos, anticipando impactos en el comercio global y en las negociaciones diplomáticas.
Un conflicto en rápida escalada
Estados Unidos y el Reino Unido llevaron a cabo múltiples ataques aéreos el fin de semana contra los rebeldes hutíes en Yemen, causando numerosas bajas. Este grupo chiita, que recibe apoyo de Irán, había prometido atacar barcos vinculados con Israel en los mares Rojo y Arábigo. Al ordenar los ataques, el presidente Trump advirtió que usaría una fuerza considerable contra los hutíes si Irán no cesaba inmediatamente su respaldo financiero y militar. Los rebeldes respondieron rápidamente, declarando que tomarían represalias.
Este conflicto marca la mayor intervención de EE.UU. en Medio Oriente desde que Trump regresó a la Casa Blanca en enero, coincidiendo con la imposición de nuevas sanciones contra Irán. La situación ha intensificado un ambiente ya tenso. Según fuentes hutíes, los rebeldes lanzaron un ataque contra un portaaviones estadounidense, el USS Harry S. Truman, y sus buques escolta en el norte del mar Rojo, empleando 18 misiles balísticos y de crucero, además de al menos un dron.
Aunque el alcance real de los daños a los activos navales de EE.UU. sigue sin confirmarse, el portavoz hutí Yahya Sarea afirmó en un discurso televisado que el ataque era una represalia contra la intervención militar estadounidense en Yemen. Trump ordenó los bombardeos tras el anuncio de los insurgentes de que reanudarían los ataques contra barcos relacionados con Israel. Estos acontecimientos representan una nueva fase en un conflicto prolongado, donde diversos actores, tanto cercanos como lejanos, están involucrados con objetivos y límites propios.
Para muchos observadores, la situación en Yemen es un reflejo en menor escala de una lucha más amplia por la influencia en Medio Oriente. Los hutíes, también conocidos como Ansar Allah, surgieron en la década de 1990 y siguen la corriente zaidí del chiismo. Su enfrentamiento con el gobierno reconocido internacionalmente de Yemen se intensificó en 2014, cuando tomaron Saná, la capital del país. En 2015, una coalición liderada por Arabia Saudita intervino para apoyar al gobierno yemení, con asistencia de EE.UU. La guerra resultante ha causado cientos de miles de muertes y ha desplazado a millones de personas, generando lo que la ONU describe como una de las peores crisis humanitarias del mundo.
¿Quiénes son los rebeldes hutíes?
Los hutíes tienen su origen en un movimiento llamado Juventud Creyente, fundado por Hussein Badreddin al-Houthi, de quien tomaron su nombre. Influenciados por los objetivos de Irán en la región, se fortalecieron con una postura abiertamente hostil hacia EE.UU. e Israel, alineándose con la ideología iraní. Esto los coloca dentro del llamado “Eje de Resistencia”, que también incluye a grupos armados como Hamas en Gaza y Hezbolá en Líbano.
Su proximidad con Teherán les ha garantizado financiación, armas y entrenamiento, lo que les ha permitido formar un ejército considerable, estimado en entre 100,000 y 200,000 combatientes. Aunque inicialmente los hutíes eran un grupo de alcance local en las montañas del norte de Yemen, el conflicto ha elevado su perfil internacional, especialmente por sus ataques a barcos comerciales y militares en rutas estratégicas como el mar Rojo.
La situación en el mar Rojo empeoró a finales de 2023, tras los ataques de Hamas contra Israel. Los hutíes respondieron lanzando misiles contra el sur de Israel y atacando barcos mercantes con el objetivo de alterar la economía regional y ejercer presión sobre sus adversarios. Aunque un alto al fuego temporal en Gaza redujo los ataques hutíes por un tiempo, estos volvieron a intensificarse tras el colapso de las negociaciones de paz. Los hutíes declararon que los mares Rojo y Arábigo serían zona prohibida para cualquier barco vinculado con Israel, justificando sus ataques como respuesta a la reanudación de los bombardeos israelíes y el bloqueo de ayuda humanitaria.
En marzo, Washington volvió a designar a los hutíes como organización terrorista bajo una nueva orden ejecutiva de Trump. Esta es la segunda vez que reciben esta clasificación; la primera fue en enero de 2021, al final del primer mandato de Trump, pero Joe Biden la revirtió por razones humanitarias durante su administración. La nueva designación impone sanciones más estrictas a quienes les brinden apoyo financiero o material.
Repercusiones para América Latina
Aunque el conflicto en Yemen ocurre a miles de kilómetros de distancia, América Latina no está exenta de sus efectos. La crisis podría alterar los mercados globales de petróleo, lo que impactaría a importantes exportadores latinoamericanos como Venezuela, Brasil, Colombia y Ecuador. Si las rutas marítimas en el mar Rojo se vuelven zonas de guerra, el comercio mundial podría ralentizarse o incluso detenerse, aumentando los costos de transporte. Muchas economías latinoamericanas dependen de la demanda global de materias primas y podrían verse afectadas por una caída en las exportaciones y un alza en los seguros marítimos.
Además de los efectos en el comercio y la energía, el conflicto en Yemen podría influir en la diplomacia latinoamericana. Muchos países de la región buscan mantener buenas relaciones con EE.UU., pero también exploran asociaciones económicas con Medio Oriente. Algunas naciones han establecido lazos con Irán en el pasado, ya sea por afinidad política o por intereses financieros compartidos. Venezuela, por ejemplo, ha colaborado con Irán en diversos proyectos, mientras que Brasil ha explorado acuerdos comerciales y diplomáticos en la región. Si la situación se agrava y más actores como EE.UU., Arabia Saudita, Israel e Irán se involucran, los gobiernos latinoamericanos podrían verse obligados a reconsiderar su postura en la política global.
El vínculo entre América Latina y Medio Oriente también tiene una dimensión cultural. Comunidades de origen libanés y sirio tienen una fuerte presencia en países como Argentina, Brasil y Colombia, manteniendo conexiones familiares y comerciales con la región. Un aumento en el conflicto que involucre a grupos como Hezbolá o Irán podría generar preocupación dentro de estas comunidades, aunque el conflicto en Yemen no las afecte directamente.
El renovado papel militar de EE.UU. en Medio Oriente también plantea preguntas sobre la dirección de la política exterior bajo la nueva administración de Trump. Su firme postura en Yemen y su compromiso de proteger los intereses estadounidenses podrían desviar la atención de Washington de asuntos clave en el hemisferio occidental. América Latina depende del apoyo de EE.UU. en temas como migración, crimen y desarrollo económico, y podría enfrentar nuevos desafíos si la política estadounidense se centra más en Medio Oriente.
Además, el aumento del conflicto en Yemen genera presión sobre las agencias humanitarias ya sobrecargadas. Los países latinoamericanos, que lidian con crisis migratorias propias, podrían ver la situación como una advertencia de los efectos a largo plazo de los conflictos prolongados. Organizaciones de la región, incluidas iglesias y grupos de ayuda, podrían intentar expandir su alcance humanitario, aunque sus esfuerzos podrían verse limitados por riesgos de seguridad y consideraciones políticas.
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El conflicto en Yemen es otro episodio en una región marcada por guerras indirectas y enfrentamientos directos. Para América Latina, las repercusiones más inmediatas podrían ser económicas, con fluctuaciones en el precio del petróleo, problemas en el transporte marítimo y sanciones contra Irán y sus aliados. Dependiendo de la evolución del conflicto, los gobiernos de la región deberán evaluar cómo equilibrar sus intereses globales en un mundo cada vez más interconectado.