Los primeros 100 días de tensión de Maduro bajo la lupa

Al llegar a la marca de 100 días de su disputado tercer mandato, el presidente venezolano Nicolás Maduro enfrenta desafíos persistentes a su legitimidad, nuevas sanciones y el retorno forzado de miles de migrantes —muchos de ellos deportados desde Estados Unidos— al territorio latinoamericano.
Preocupaciones sobre la legitimidad y reacciones internacionales
El nuevo período de Nicolás Maduro como presidente comenzó el 10 de enero, en medio de una fuerte controversia. Los resultados electorales completos no han sido publicados, algo inusual en Venezuela, lo que ha hecho sospechar a muchos que los votos fueron manipulados. Los críticos sostienen que la información parcial publicada no es suficiente para confirmar a Maduro como el ganador indiscutible, y algunos grupos de oposición afirman que el verdadero vencedor fue Edmundo González Urrutia.
La disputa interna también tiene una dimensión internacional marcada. Potencias como Rusia, China, Irán y Turquía siguen respaldando al gobierno de Maduro, elogiando su administración por lo que califican como una resistencia a la injerencia extranjera. En contraste, muchos países —incluidos Estados Unidos, Canadá y varias naciones latinoamericanas— cuestionan la base legal de su mandato, alegando que el proceso electoral no cumplió con criterios democráticos fundamentales.
El gobierno de Maduro rechaza sistemáticamente lo que considera una injerencia internacional injustificada. Funcionarios en Caracas aseguran que Venezuela es blanco de un plan deliberado para generar inestabilidad y atacar su soberanía nacional, en medio del aumento de las críticas del exterior. La tensión con Washington se intensificó tras la imposición de sanciones más duras, la restricción de compras de petróleo venezolano y la aplicación de aranceles a diversos productos desde el regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos.
En discursos encendidos, Maduro insiste en que “ninguna amenaza en el mundo intimidará a Venezuela” y recientemente declaró un estado de emergencia económica, presentando las sanciones estadounidenses como un ataque directo a la estabilidad nacional. Como parte de sus medidas ante la agresión percibida, su gobierno emitió una alerta de viaje a los ciudadanos que visitan Estados Unidos, advirtiendo sobre posibles riesgos.
Desafíos migratorios y perspectivas electorales
La migración ha sido un tema central durante estos primeros 100 días del nuevo mandato de Maduro. Las autoridades reportan que más de 2,500 venezolanos regresaron al país entre febrero y principios de abril, la mayoría deportados desde Estados Unidos. Esta cifra incluye varios vuelos procedentes del territorio estadounidense tras un acuerdo negociado luego de la visita de un emisario de la administración Trump a Caracas.
El gobierno venezolano condena lo que califica como una “agresión civilizatoria” contra sus migrantes. Esta retórica se intensificó cuando Estados Unidos deportó a más de 200 presuntos miembros del Tren de Aragua, una red criminal que Washington ha calificado como organización terrorista. Caracas rechaza esta acusación, afirmando que estas personas no pertenecen a un grupo criminal organizado venezolano y que las deportaciones constituyen un castigo colectivo.
Maduro anunció una serie de futuras elecciones, que abarcan tanto cuerpos legislativos como cargos locales, para afianzar su control. Las fechas de votación para las asambleas nacional y locales están fijadas para el 25 de mayo. Este calendario provocó divisiones dentro de la oposición. Algunos grupos promueven la participación para desafiar al gobierno en las urnas, mientras que otros se niegan a participar, alegando que el partido gobernante pretende manipular los resultados.
Una posible reforma constitucional añade más incertidumbre política. El fiscal general de Venezuela encabeza una comisión que redacta los cambios, y Maduro sostiene que estas modificaciones son necesarias para una “renovación nacional”. Sin embargo, los críticos consideran esta iniciativa como una maniobra del gobierno para consolidar su control sobre el país. Maduro afirma que el proyecto de reforma será sometido a votación pública una vez finalizado.
Economía, derechos humanos y la disputa por el Esequibo
Los problemas económicos de Venezuela también ocupan los titulares. Entre enero y mediados de abril, el bolívar se devaluó más de un 30% frente al dólar en el mercado oficial. El tipo de cambio pasó de aproximadamente 54 bolívares por dólar al inicio del mandato a más de 80, lo que ha agravado la situación de una población que ya sufre precios elevados en productos básicos.
Los artículos esenciales se han vuelto aún más costosos, ya que el tipo de cambio del mercado paralelo superó los 100 bolívares por dólar. Economistas señalan que el uso extendido del dólar en las transacciones internas ha contribuido al alza general de los precios. Organizaciones independientes informan que la inflación superó el 10% en el primer trimestre del año.
Los sindicatos han intensificado sus protestas para exigir un aumento del salario mínimo, actualmente en $1.60 al mes, sin contar con pequeños bonos para empleados públicos. Fuentes independientes estiman que una persona necesita alrededor de $100 mensuales solo para comprar alimentos básicos, lo que evidencia una enorme brecha respecto al salario oficial.
Los problemas de derechos humanos persisten en el mandato de Maduro. Familiares de presos políticos han realizado numerosas manifestaciones exigiendo su liberación y denunciando encarcelamientos que consideran arbitrarios. Aunque se reporta una disminución en el número de presos por motivos políticos en comparación con principios de año, los activistas sostienen que las prácticas represivas continúan, especialmente en lo que respecta al acceso a la defensa legal, visitas y atención médica para los detenidos.
A esto se suma el resurgimiento de la disputa territorial sobre el Esequibo, una región rica en recursos de unos 160,000 kilómetros cuadrados reclamada tanto por Venezuela como por la vecina Guyana. La propuesta del gobierno de Maduro de “elegir por primera vez un gobernador” para el Esequibo enfureció a Georgetown, que acudió a la Corte Internacional de Justicia (CIJ) para solicitar medidas urgentes que impidan a Caracas realizar elecciones en el territorio en disputa. Venezuela argumenta que tiene derechos históricos válidos sobre la región y acusa a Guyana de haberse aliado con ExxonMobil para explotar zonas marítimas aún en litigio.
Este episodio refleja la postura combativa de Maduro en política exterior. Aunque las tensiones han aumentado con Estados Unidos y otros países, Caracas también mantiene disputas con su vecino Guyana. A ojos del gobierno venezolano, estas acciones reafirman la identidad nacional. Para los críticos, en cambio, son maniobras para desviar la atención de la grave crisis económica y el creciente descontento popular.
Maduro se encuentra en un punto decisivo al inicio de su tercer mandato, con muchos días aún por delante. Sus seguidores celebran su defensa de la soberanía frente a lo que consideran injerencia injusta de grandes potencias. Sus detractores, por otro lado, afirman que su gobierno sigue empujando a Venezuela hacia el aislamiento de las naciones democráticas, mediante prácticas autoritarias continuas.
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La verdadera prueba puede llegar con las múltiples elecciones programadas para este año, las cuales podrían revelar la profundidad del apoyo a Maduro —o el grado de desconfianza de los votantes. En un panorama político marcado por sanciones, migración forzada, disputas territoriales, inflación descontrolada y dudas constantes sobre la legitimidad democrática, todas las miradas están puestas en si su administración será capaz de forjar un futuro más estable. Para millones de venezolanos dentro y fuera del país, estos 100 días podrían ser solo el prólogo de una historia mucho más extensa e incierta.