Pacto de impunidad: la amarga navidad peruana
El indulto otorgado a Alberto Fujimori generó indignación no sólo en Perú, sino también en Latinoamérica, debido a la sombra de impunidad que hay detrás la decisión de Pedro Pablo Kuczynski
En plena víspera de navidad, el presidente del Perú, Pedro Pablo Kuczynski, sorprendió a los peruanos con una desagradable sorpresa, cuando anunció que había decidido otorgar, por “razones humanitarias”, el indulto que días antes había solicitado personalmente el ex presidente Alberto Fujimori.
A pesar de los argumentos expuestos por Kuczynski, la mayoría de peruanos quedó con la sensación de que en realidad lo que motivó la sorpresiva decisión del presidente, fue un pacto de impunidad negociado con anterioridad entre dos élites, cuyo primer acuerdo fue la absolución del mandatario peruano en el Congreso el pasado 21 de diciembre, cuando se daba casi por hecho que él sería destituido de su cargo, debido a sus vínculos con la corrupta constructora brasilera Odebrecht.
¿Por qué hablar de un pacto de impunidad?
Si algo ha quedado claro con el escándalo de Odebrecht, es que sus sobornos se repartieron por todo el continente, sin ningún distingo de personas, partidos políticos, ideologías o pensamientos. Sus dineros beneficiaron a varios políticos latinoamericanos, cuyas campañas se financiaron gracias a la ‘generosa contribución’ de esa empresa.
En el caso de Perú hay un ex presidente condenado, otro prófugo de la justicia y uno más sindicado de haber tenido vínculos con Odebrecht. Como si eso fuera poco, no sólo Kuczynski está involucrado en ese escándalo, sino que Keiko Fujimori, hija del ex presidente Fujimori y quien disputó con el actual mandatario la presidencia de ese país, en el año 2016, también ha sido mencionada en las declaraciones de los ejecutivos de Odebrecht, como una de las beneficiarias de sus dineros.
De acuerdo a lo anterior, el solo pensar que la bancada fujimorista en el congreso peruano contemplara enjuiciar y destituir al presidente, evidenciaba una enorme contradicción, motivada quizás por el revanchismo que quedó luego de la derrota del fujimorismo en las urnas, y perder la oportunidad, no sólo de recuperar el poder, sino de otorgarle el indulto a su líder.
Sin embargo, las circunstancias despejaron el camino para una diplomática negociación que permitiera llegar a un acuerdo que beneficiara a las dos partes. Resulta entonces que la solicitud que Fujimori hizo personalmente para que se revisara su caso y se le otorgara el ‘indulto humanitario’, no fue un hecho aislado, sino el primer acuerdo del pacto de impunidad entre Kuczynski y el fujimorismo. De ahí se explica que, sorpresivamente, el día del juicio al presidente un sector de la bancada fujimorista, liderado por Kenji Fujimori, se abstuviera de votar por la destitución, de tal manera que el quórum fuera insuficiente y el mandatario peruano siguiera en su cargo sin ningún problema.
Posteriormente, Kuczynski correspondió al favor que recibió del fujimorismo, olvidó que durante su campaña aseguró con vehemencia que no otorgaría el indulto a Fujimori y cambió de parecer para conceder el cuestionado indulto en plena nochebuena. No hay otra explicación a lo que sucedió en esa lamentable noche del 24 de diciembre.
La reacción de los peruanos no se hizo esperar, desde el momento en que Kuczynski anunció que había indultado a Fujimori, se desencadenó una ola de protestas, principalmente en Lima, pero también en otras ciudades del Perú, en rechazo al indulto de quien es considerado por muchos un criminal responsable de graves violaciones a los Derechos Humanos, que nunca ha reconocido abiertamente sus crímenes, ni ha perdido perdón por estos.
El pacto de impunidad hecho en Perú, es una ofensa a la memoria de las víctimas de los actos cometidos por Fujimori y un irrespeto a la dignidad de quienes hoy siguen clamando por verdad y justicia.
Latin American Post | Samuel Augusto Gallego Suárez
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