ANÁLISIS

Represión de la marihuana en Argentina traiciona los ideales libertarios de Milei

Argentina canceló abruptamente los permisos para cultivar cannabis medicinal, lo que pone en duda las ideas libertarias del presidente Javier Milei. Aunque apoyó la libertad personal con poca intervención estatal, su gobierno dio marcha atrás rápidamente en la política, contradiciendo sus creencias expresadas.

Un giro repentino en la política de marihuana

Recientemente, el gobierno de Argentina anunció que revocaría todos los permisos existentes para el cultivo de marihuana medicinal, lo que sacudió la base que se había construido cuidadosamente desde 2017. La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, describió la marihuana con niveles más altos de THC como una “droga peligrosa”, llegando a compararla con “soja transgénica”. Señaló la supuesta proliferación de operaciones a gran escala no autorizadas, citando el caso de una persona con licencia para cultivar 18 plantas que cultivaba 18,000, como prueba del colapso regulatorio.

Esta medida de “empezar desde cero” desmantela efectivamente el Programa de Registro de Cannabis (REPROCANN), bajo el cual los individuos podían cultivar legalmente cannabis medicinal con receta médica, comprar cannabis en farmacias autorizadas o delegar el cultivo a un tercero. También se permitían las ventas en farmacias y el transporte de hasta 40 gramos de cannabis bajo este sistema ahora cuestionado. Según todas las indicaciones, la nueva política busca eliminar cualquier posible o percibida laguna legal, cerrando todo el marco de licencias para investigar supuestos abusos y expansiones ilegales.

A primera vista, algunos ven la decisión como una forma de establecer reglas más estrictas para frenar las malas prácticas. Este cambio me sorprende porque va directamente en contra de los puntos de vista libertarios sostenidos por el presidente Javier Milei. Milei ha argumentado que el consumo de drogas es una decisión individual, comparándolo con la “eutanasia en cuotas”, una forma directa de sugerir que, si las personas eligen autolesionarse, el gobierno no debería intervenir, ni tampoco hacerse cargo de las posibles consecuencias. Sin embargo, la administración que lidera acaba de aprobar una política que impone un control estatal generalizado, despojando efectivamente a los pacientes y cultivadores legítimos de marihuana medicinal del derecho a continuar sus actividades bajo un marco legal previamente válido.

La retórica libertaria de Milei vs. la realidad de gobernar

El presidente Milei construyó gran parte de su identidad política al posicionarse como un defensor de la intervención mínima del Estado. Ha sostenido consistentemente que los individuos deben tomar sus propias decisiones y asumir la responsabilidad de las consecuencias de esas decisiones, sin la interferencia del gobierno. Durante su campaña, llegó a decir que si alguien desea “suicidarse” a través del consumo de drogas, debería ser su decisión, dejando al Estado al margen.

La cancelación repentina va en contra de estas afirmaciones. En lugar de respetar el derecho a elegir, demuestra que el gobierno controla las decisiones de salud personal para condiciones graves o duraderas. Los pacientes que formaban parte del Programa de Registro de Cannabis ahora deben recurrir al mercado negro o perder un tratamiento necesario. El proceso, antes claro y regulado, para adquirir cannabis medicinal ahora enfrenta un peligro inmediato, todo con el objetivo de luchar contra el narcotráfico ilegal.

Críticas a la reversión de Milei en políticas sobre la marihuana

Los críticos argumentan que si Milei realmente estuviera comprometido con los principios libertarios, su administración se centraría en castigar a quienes violaron los términos de los permisos, como el cultivador que supuestamente expandió de 18 a 18,000 plantas, sin penalizar a los pacientes y productores que cumplen con la ley. Un reinicio total del sistema sugiere un giro más profundo y fundamental que se acerca más al prohibicionismo que a un enfoque liberador y no intervencionista. Algunos lo ven como una rendición de Milei ante elementos más conservadores dentro de su administración, especialmente cuando se suman declaraciones como las de Bullrich, que describe la cannabis como peligrosamente potente, enmarcándola implícitamente como una amenaza social aguda.

Una visión mixta sobre las políticas

Los ciudadanos argentinos ven estas políticas de manera mixta. En los últimos años, presenciaron una relajación progresiva de las reglas sobre la marihuana. Durante la presidencia de Alberto Fernández, Argentina dio pasos firmes para permitir el cannabis medicinal. Legisladores y expertos en políticas crearon un aparato regulador, culminando en la formación de la Agencia Nacional de Regulación de la Industria del Cáñamo y la Cannabis Medicinal, para garantizar que la producción, distribución y consumo de la marihuana medicinal se atuvieran a estándares precisos. Ahora, esos esfuerzos corren el riesgo de desmoronarse. Toda la industria, desde pequeños cultivadores hasta farmacias que venden productos de cannabis legalmente, se encuentra en una situación incierta.

Para los seguidores de Milei, esto puede ser una píldora amarga. Muchos lo apoyaron precisamente porque creían que se opondría a la intromisión del gobierno en la vida privada. Aunque la administración afirma que solo combate la actividad del mercado negro, el cambio de política es enorme. Cancela estructuras legales en las que miles de personas confiaban. Esto debilita la reputación de Milei como un líder que valora la libertad personal. Además, complica la cuestión más amplia de cómo el gobierno planea manejar otras áreas de la política sobre drogas, un ámbito en el que Milei ha adoptado con frecuencia un tono más permisivo.

La evolución gradual del cannabis medicinal en Argentina

Para ver completamente la contradicción, es necesario revisar cómo Argentina desarrolló sus reglas sobre cannabis medicinal. En 2017, el gobierno aprobó una ley que permitió la investigación sobre los beneficios del cannabis para la salud. Para 2020, las autoridades crearon REPROCANN, que permitió a los pacientes con necesidades de salud adecuadas cultivar y transportar cannabis sin penalización legal. Las farmacias obtuvieron permiso para vender algunos productos de cannabis, y las aseguradoras de salud debían cubrir las recetas de cannabis. Más tarde, en 2022, el marco regulatorio se amplió con la fundación de la Agencia Nacional de Regulación de la Industria del Cáñamo y la Cannabis Medicinal, destinada a fomentar la investigación, estandarizar la calidad y monitorear el desarrollo comercial.

Este cambio lento mostró una clara tendencia a aceptar y regular, similar a las tendencias globales en países como Canadá, Alemania y algunas partes de Estados Unidos. Los pacientes con afecciones como esclerosis múltiple, dolor por cáncer o epilepsia resistente al tratamiento encontraron rutas legales para obtener alivio sin el estigma de la marihuana del pasado.

La administración Milei y la abrupta revocación de permisos

Entra la administración de Milei, que, a pesar de sus promesas de campaña de respetar las libertades personales—particularmente en torno al uso de drogas—ahora respalda una revocación general de permisos. En términos prácticos, miles de pacientes de cannabis medicinal que se registraron fielmente con el gobierno deben enfrentarse a una nueva realidad. Sin una licencia válida, su cultivo, posesión o adquisición de productos de cannabis podría considerarse ilegal. Aunque la administración insiste en que el cannabis medicinal sigue siendo legal, su impulso abrupto para eliminar REPROCANN deja a los pacientes y cuidadores en un limbo precario.

El impacto de la acción gubernamental

Tales acciones gubernamentales repentinas rara vez afectan solo a los “malos actores” en cualquier sistema. Los productores, farmacias y cooperativas que cumplen con la ley y que invirtieron tiempo y recursos para cumplir con las regulaciones enfrentan el riesgo inmediato de perder sus medios de vida o verse obligados a operar en una zona gris. Mientras tanto, las personas que dependen del cannabis para el manejo del dolor o el control de enfermedades podrían tener que recurrir al mercado ilícito. Lejos de salvaguardar al público, tal resultado probablemente pone en peligro la seguridad de los pacientes, ya que los productos de cannabis no regulados carecen de controles de calidad y potencia estandarizados. Paradójicamente, una política general destinada a abordar irregularidades y actividades criminales podría hacer que estas se vuelvan más prevalentes.

Los peligros de un gobierno contradictorio

La repentina prohibición de la marihuana en Argentina plantea una pregunta más amplia: ¿Puede un político que dice valorar la libertad mantener esos valores una vez en el poder, especialmente cuando se enfrenta a acusaciones de abuso común o fraude? La administración de Milei parece haber titubeado ante el primer signo de irregularidades a gran escala, eligiendo desmantelar un marco regulador entero en lugar de perfeccionarlo. Tal decisión socava el principio de que los individuos—y, por extensión, las empresas legítimas—deben ser responsables solo por sus violaciones, no por las malas acciones de unos pocos que explotaron el sistema.

Este cambio demuestra que el equipo de Milei carece de un plan claro sobre la política de drogas. Antes de su presidencia, Milei argumentaba que el gobierno debería hacer lo menos posible. Repetía que las personas debían tomar sus propias decisiones, diciendo que el estado no debería interferir con las elecciones personales. Sin embargo, su administración centralizó rápidamente el control y retiró todos los permisos legales cuando surgieron posibles abusos. Esto causó incertidumbre para miles de pacientes, mostrando que las acciones del gobierno perjudican a la gente.

Algunos comentaristas políticos sostienen que el giro de Milei sobre la marihuana medicinal podría reflejar una lucha interna por complacer a diferentes grupos. Hacer campaña con grandes principios libertarios puede ganar apoyo entre los votantes jóvenes cansados de gobiernos paternalistas. Gobernar, sin embargo, a menudo exige alianzas con actores de poder más conservadores, individuos o grupos que siguen siendo hostiles a las políticas liberales sobre drogas. Los compromisos pueden socavar la filosofía original que impulsó el ascenso de Milei, dejando atrás un mosaico de medidas contradictorias que erosionan la confianza de los seguidores que creyeron en sus promesas.

La contradicción afecta al sector emergente del cannabis

Esta contradicción afecta al sector emergente del cannabis en Argentina. Ha atraído a inversores y emprendedores interesados en producir cáñamo medicinal o industrial. Las reglas inciertas podrían desincentivar a estos prospectos, que ven que un sistema de licencias previamente sólido puede ser revertido rápidamente. Tal imprevisibilidad podría desanimar la inversión que el país tanto necesita para estimular sectores económicos más allá de sus fortalezas tradicionales.

El corazón del asunto, sin embargo, sigue siendo las personas que han recurrido al cannabis medicinal como un tratamiento legítimo. Muchos han encontrado que las terapias basadas en cannabis son más efectivas o tienen menos efectos secundarios que los productos farmacéuticos convencionales. Se unieron al registro del gobierno de manera sincera, siguieron las reglas y eligieron sus opciones de salud usando la ley. Esa ley desaparece rápidamente bajo ellos, y temen perder un apoyo clave. Desde un punto de vista libertario, limitar la capacidad de las personas para gestionar su salud es una forma de falta de libertad, especialmente cuando esto ocurre a gran escala sin pruebas claras de que la mayoría haya abusado del privilegio.

El dilema de Milei sobre la legalización

La visión de Milei sobre una mayor legalización hace que esta contradicción sea aún más significativa. Ha afirmado de manera consistente que los adultos deben ser libres de tomar decisiones personales sobre el consumo de drogas siempre que asuman las consecuencias. Sin embargo, la medida de revocar REPROCANN mantiene al estado al frente, dictando las opciones médicas permitidas y penalizando a quienes cumplían con las reglas. Si algunos titulares de permisos hicieron un mal uso generalizado, una solución justa sería usar investigaciones acompañadas de una supervisión mejorada en lugar de cerrar todo el sistema.

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La reversión de la cannabis medicinal en Argentina marca cómo los ideales elevados de un político se descomponen cuando se enfrentan a las complejas realidades del gobierno. En una era de actitudes globales cambiantes hacia la marihuana—donde muchos países buscan perfeccionar, no abolir, los marcos del cannabis medicinal—la decisión de Argentina de revertir a una línea base casi nula parece estar desincronizada. También plantea dudas sobre si los pronunciamientos libertarios de Milei resistirán cuando su gobierno enfrente complejidad o desafíos. La verdadera tragedia es que aquellos que dependen del cannabis medicinal podrían convertirse en daños colaterales en una lucha política que enfrenta la retórica libertaria contra las realidades del poder.

El futuro de Milei y el libertarismo

La nueva política plantea una pregunta final: ¿qué tan viable es la marca libertaria de Milei si no puede reconciliarla con las regulaciones que su administración impone? Si el gobierno no explica un plan claro que satisfaga las verdaderas necesidades de los pacientes de cannabis medicinal mientras frena los abusos, este conflicto podría empeorar. Por ahora, la cancelación de todos los permisos de cultivo muestra cuán débiles pueden ser las libertades personales cuando los objetivos políticos rápidos se anteponen a creencias firmes. Y para aquellos que buscan alivio a través de la marihuana medicinal legal, el principio de autodeterminación ya no está garantizado, lo que hace que el libertarismo proclamado por Milei suene vacío en un país donde la autonomía en la atención médica ha chocado abruptamente con un muro.

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