Un refugio seguro para usuarios de drogas en el primer sitio supervisado de Sudamérica
En Bogotá, Colombia, un sitio único de consumo supervisado de drogas ofrece un espacio seguro para que las personas se inyecten sustancias bajo supervisión profesional. La iniciativa Cambie reduce las sobredosis, previene la transmisión de enfermedades y brinda apoyo crítico a sus usuarios más vulnerables.
Una iniciativa innovadora en Bogotá
Dentro de una modesta sala en Bogotá, individuos que luchan con la dependencia de las drogas encuentran consuelo y seguridad. Conocido como Proyecto Cambie, esta iniciativa opera el primer sitio de consumo supervisado en Sudamérica, ofreciendo no solo jeringas limpias, sino también un salvavidas para quienes lo necesitan.
El programa es parte de Acción Técnica Social (ATS), una organización sin fines de lucro dedicada a crear políticas públicas, programas sociales y estrategias de reducción de daños para el consumo de drogas. Desde su apertura en 2023, la instalación ha apoyado a 78 personas, muchas de ellas sin hogar, proporcionando materiales limpios, supervisión, comida, recursos de higiene e incluso un lugar para dormir.
Cuando los usuarios llegan al sitio, escriben sus nombres, enumeran las sustancias que llevan y cuentan las jeringas usadas que devuelven. Dentro, los usuarios se sientan en estaciones equipadas con espejos, bandejas metálicas y contenedores adecuados para desechar residuos. El ambiente es impecable y seguro para el consumo de drogas, genuinamente higiénico.
“Hemos distribuido más de 40,000 jeringas y recolectado aproximadamente 15,000 usadas”, dijo Daniel Rojas, coordinador general del programa. Para Rojas, el logro más destacado de la iniciativa es claro: “En 15 o 16 meses, hemos atendido 14 sobredosis—todas relacionadas con heroína—y salvado cada vida.”
Salvando vidas y reduciendo daños
La misión principal de Cambie es minimizar los daños asociados con el consumo de drogas. El uso de equipos estériles y prácticas adecuadas de desecho previenen la propagación de enfermedades como el VIH y la hepatitis. Al ofrecer un entorno supervisado, el proyecto reduce el consumo de drogas en espacios públicos y los riesgos asociados, como la presencia de jeringas expuestas.
Hasta la fecha, la instalación ha facilitado 2,300 inyecciones supervisadas, reduciendo en cada una la probabilidad de una sobredosis fatal. El personal también ha administrado 142 dosis de naloxona, un medicamento que salva vidas al revertir sobredosis por opioides.
En Cambie, no se trata solo de cifras. Se trata de crear una comunidad basada en el cuidado y la amabilidad. Beatriz García, una enfermera del proyecto, personifica este espíritu. Además de garantizar la seguridad de los usuarios durante emergencias, también cocina comidas que fomentan la unión. “Cocino todos los viernes, y les encanta. Incluso piden específicamente mi comida,” comentó García mientras cargaba una gran olla de arroz con frijoles. Este sentido de comunidad y experiencias compartidas es lo que convierte a Cambie en algo más que un sitio de consumo supervisado.
La iniciativa se centra en la comunidad. Previene sobredosis y reduce el consumo de drogas en espacios públicos. Cambie mejora la vida de sus usuarios y aumenta la seguridad y limpieza de las calles de Bogotá.
El lado humano del consumo supervisado
Entre el personal de Cambie está Lorena, una trabajadora de apoyo que supervisa a los usuarios mientras se inyectan sustancias. Su rol va mucho más allá de entregar jeringas: garantiza la seguridad de los usuarios, ayuda a prevenir sobredosis y brinda apoyo emocional.
Lorena también es usuaria de heroína. Cada mañana, antes de trabajar, se inyecta—a un ritual que, según ella, no interfiere con su capacidad para cumplir sus responsabilidades. “Desinfecto mi estación y empiezo a trabajar de inmediato,” explicó.
A pesar del estigma asociado al consumo de drogas, Lorena lleva una vida funcional. Tiene su propio apartamento y dedica sus días a ayudar a otros como ella. Su madre solía preocuparse por su consumo. Ahora, apoya su trabajo, entendiendo que el consumo supervisado ofrece una alternativa muy segura.
El impacto emocional de su labor es significativo. Lorena escucha con frecuencia historias personales de los usuarios, muchas de ellas muy difíciles. Cambie apoya a su personal brindándoles asistencia psicológica para enfrentar las experiencias desgarradoras que viven día a día.
Un modelo de reducción de daños para Sudamérica
Cambie es mucho más que un lugar seguro para el consumo de drogas. Es una prueba del poder de las estrategias de reducción de daños. El éxito del programa podría inspirar a otras ciudades de Sudamérica y más allá, demostrando cómo políticas basadas en el cuidado pueden salvar vidas y mejorar la salud pública.
La reducción de daños a menudo recibe críticas. Algunos creen que fomenta el consumo de drogas. Sin embargo, la evidencia es clara: las sobredosis disminuyen, la propagación de enfermedades se reduce y las calles mejoran.
Cambie combina el consumo supervisado con recursos y apoyo mental. Este enfoque ofrece una alternativa respetuosa a las políticas estrictas contra las drogas, cuidando tanto a los usuarios como a la comunidad en general. La iniciativa subraya la importancia de la empatía y la creatividad. Las soluciones innovadoras son cruciales para enfrentar la crisis mundial de drogas.
Lorena insiste: “Este trabajo no se trata solo de dar jeringas. Se trata realmente de salvar vidas.” Además, devuelve un sentido de humanidad a las personas.
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El impacto del Proyecto Cambie en Bogotá es evidente. Se centra en la seguridad, la dignidad y la reducción de daños, ofreciendo ayuda a quienes están más en riesgo. Su trabajo innovador nos recuerda que, incluso ante problemas difíciles, la bondad y la compasión pueden generar un cambio real.