CIENCIA Y TECNOLOGÍA

Argentina revela un hallazgo fósil que evoca antiguos mundos submarinos

Hace unos 200.000 años, un pez de cuerpo anguiliforme nadaba por los ríos prehistóricos del centro de Argentina. Hoy, paleontólogos del museo de San Pedro han desenterrado una vértebra fósil de esa rara especie, arrojando luz sobre un ecosistema desaparecido de misteriosos gigantes de agua dulce.

Una rara mirada a aguas antiguas

En una región más conocida por los huesos de mamuts y perezosos gigantes, el reciente descubrimiento de una diminuta vértebra ha reavivado el interés por los tesoros paleontológicos de Argentina. Según los investigadores del Museo Paleontológico de San Pedro, este pequeño fragmento perteneció a un pez del género Synbranchus, parientes de las modernas anguilas de pantano que hoy habitan en aguas turbias. En declaraciones a EFE, el director del museo, José Luis Aguilar, señaló: “Cuando vimos el pequeño fósil, nos entusiasmamos porque los fósiles de peces en la región pampeana son extremadamente escasos. Este nuevo hallazgo enriquece nuestra comprensión del entorno prehistórico”.

Las excavaciones se llevaron a cabo en la reserva paleontológica Campo Spósito, a unos ocho kilómetros de la ciudad de San Pedro, en la provincia de Buenos Aires. Aunque el sitio ya había revelado restos de perezosos terrestres gigantes, gliptodontes enormes y otra megafauna, los fósiles de peces seguían siendo esquivos. Aguilar añadió que este pez recién descubierto probablemente medía alrededor de 1,2 metros, un tamaño notable para una especie antigua de cuerpo similar al de una anguila. “Estamos armando poco a poco todo el tapiz de ese hábitat”, comentó, “desde los grandes mamíferos hasta ahora un considerable depredador acuático”.

Sergio Bogan, experto en ictiología del Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, colaboró en la clasificación del hueso. En el comunicado oficial del museo, calificó el hallazgo como “realmente intrigante”, destacando el potencial para futuros descubrimientos. “Cuando se encuentra un solo género de pez”, dijo Bogan a EFE, “siempre hay posibilidades de que aparezca más fauna acuática”.

El mundo del antiguo Synbranchus

Aunque de tamaño modesto, los peces Synbranchus pueden ofrecer valiosos conocimientos. Fósiles de este género han aparecido de forma esporádica en ríos argentinos como el Quequén Salado, el Luján y el Reconquista. Sin embargo, esta evidencia es fragmentaria, lo que sugiere un reino acuático prehistórico en gran parte inexplorado. La vértebra hallada presenta una morfología distintiva que recuerda a las anguilas de pantano modernas, que prefieren hábitats ocultos en arroyos y humedales de agua dulce. Bogan explicó: “Estos peces suelen ser nocturnos, de cuerpos delgados y branquias especializadas, ideales para zonas húmedas turbias. Sus fósiles pueden revelar cómo los climas antiguos modelaron los cursos de agua locales”.

Antiguamente, ríos serpenteaban lo que hoy son campos agrícolas en la provincia de Buenos Aires, sosteniendo una densa red de vida acuática. Con el cambio climático a lo largo de milenios, los cursos fluviales variaron o desaparecieron, preservando restos esqueléticos bajo capas de sedimentos. El nuevo fósil, fechado en unos 200.000 años, se sitúa en el Pleistoceno medio, una fascinante época marcada por glaciaciones intermitentes, grandes mamíferos que vagaban por las llanuras y humedales templados repletos de anfibios y peces. Esta interacción entre flora y fauna dio lugar a nichos ecológicos únicos, muchos de los cuales dejaron apenas un tenue rastro en los estratos geológicos.

Para Aguilar, el hallazgo permite nuevas interpretaciones sobre la biodiversidad local: “Synbranchus suma otra pieza perdida. Solemos hablar de gliptodontes y mastodontes, pero rara vez de los depredadores acuáticos o de los pequeños organismos. Cada nuevo género profundiza nuestra comprensión del pasado de la región”. Espera que futuras excavaciones en Campo Spósito revelen más especies y permitan esclarecer las relaciones entre las poblaciones de peces, los niveles de agua y los cambios en la vegetación circundante.

Preservar el pasado para el futuro

Más allá de su atractivo científico, la vértebra del “pez anguila” subraya la importancia de preservar sitios paleontológicos menos conocidos en tierras agrícolas argentinas. Los geólogos confirman que, si bien los esqueletos de mamuts en la Patagonia y las huellas de dinosaurios en el noroeste son ampliamente admirados, reservas locales más pequeñas como Campo Spósito a menudo brindan conocimientos cruciales sobre otras eras y hábitats. “Son joyas ocultas”, dijo Aguilar. “Debemos protegerlas de la expansión urbana o agrícola que puede destruir capas de historia”.

Funcionarios de San Pedro, una ciudad modesta cerca del río Paraná, esperan que el hallazgo impulse el turismo patrimonial. Familias ya visitan el museo local para maravillarse con huesos de perezosos gigantes y caparazones de gliptodontes. Ahora, el personal expone la vértebra del pez junto a diagramas que ilustran los humedales prehistóricos y el posible aspecto del pez. A algunos niños les cuesta creer que una anguila nadara por allí mucho antes de que existieran los campos cultivados o las carreteras. Para ellos, la vertebra desgastada ejemplifica el fascinante rompecabezas de una vida ya desaparecida.

En conjunto con una coalición de paleontólogos y autoridades locales, el museo planea ampliar las áreas de excavación, apostando a que aún yacen fósiles acuáticos por descubrir. Bogan se muestra optimista: “Cuando un entorno ha sido tan poco estudiado, cada hallazgo abre el camino para más. Marca un precedente de que sí, en la Pampa también pueden aparecer restos de peces”. El equipo alienta a otros aficionados a la paleontología a reportar inmediatamente cualquier fragmento sospechoso, en lugar de guardarlo como curiosidad, un paso crucial tanto para cumplir la ley como para proteger el valor científico.

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En última instancia, este singular hueso representa una saga acuática de hace 200.000 años, una era que moldeó paisajes y especies. Lejos de ser una simple curiosidad, recuerda a los argentinos modernos que en su región floreció una vida acuática vibrante, que sustentaba criaturas grandes y pequeñas. Mientras el pitido de las herramientas de excavación se desvanece en el silencio del campo, los científicos continúan con una misión tan sencilla como profunda: reconstruir capítulos de la historia evolutiva de la Tierra. Y cada pequeño hallazgo —sea un fragmento de mandíbula o una sola vértebra— invita a todos, desde niños curiosos hasta investigadores internacionales, a imaginar ese remoto mundo donde una anguila se deslizaba bajo humedales estrellados, mucho antes de que existieran caminos o cultivos.

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