¿Está su cerebro en peligro por la contaminación?
El hollín proveniente de los motores diésel tendría una relación directa con el incremento de los casos de accidentes cerebrovasculares, según este estudio
Según un estudio del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM) y el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), publicado en “Enviromental Research”, la contaminación proveniente de los motores diésel aumenta un 20 por ciento el riesgo de sufrir de ictus aterotrombótico, que afecta a grandes arterias; esto debido a que al inhalar el carbón negro u hollín que desprende la mala combustión se generan inflamaciones que pueden obstruir los vasos cerebrales. El ictus aterotrombótico recibe este nombre debido a la placa de “ateroma” o “arterioesclerosis” que crece en la pared de alguno de los vasos que irrigan el cerebro hasta formar un coágulo que bloquea el paso de sangre a una parte del cerebro.
Jaume Roquer, colíder del trabajo y jefe de Neurología Clínica del Hospital, afirma que los contaminantes ambientales tienen efectos para la salud que van mucho más allá de los problemas respiratorios y el cáncer, pues también afectan al sistema circulatorio cerebral. Con cada incremento de 1,7 microgramos por metro cúbico de concentración de hollín en el aire, el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular entre las 24 y 72 horas siguientes aumenta a un 20%, debido a que la exposición a este contaminante incrementa las partículas inflamatorias del cuerpo, lo que facilita que se produzcan coágulos, así lo explica Roquer.
Las personas más propensas a que esto suceda son aquellas que ya sufren de la enfermedad ateroesclerótica y lo que hace la contaminación es desencadenar este tipo de accidentes, ya que al producir reacciones inflamatorias pueden provocar el desprendimiento de la placa de ateroma que lleva a la obstrucción de un vaso cerebral y aumenta el riesgo de ictus.
Anteriormente otros estudios habían demostrado que la contaminación de los motores diésel aumenta la mortalidad por accidentes cerebrovasculares a largo plazo. Sin embargo, con este estudio los investigadores han detectado que el elemento procedente de la mala combustión de estos motores actúa en el corto plazo como desencadenantes del ictus aterotrombótico.
El estudio se realizó analizando los datos de alrededor de 3.000 pacientes atendidos en el hospital por un ictus entre los años 2005 y 2014.
Con los datos sobre la calidad del aire registrados en la única estación de Barcelona que controla los niveles de hollín y con la ayuda de herramientas de geolocalización para situar a los pacientes, los investigadores han podido analizar la influencia de este contaminante en los casos de ictus.
Durante el estudio, los niveles de partículas PM 2.5 (mejor indicador de la contaminación urbana) fueron de 17,5 g/m3, por debajo de los recomendados por la Organización Mundial de la Salud, que son de 25 g/m3. En el caso del carbón negro, fueron de 1,4 g/m3 y aunque en este caso no hay ningún nivel recomendado, está demostrado que su efecto es nocivo para la salud de las personas.
Según el Ayuntamiento de Barcelona, si los niveles de contaminantes en el aire se redujeran en la ciudad a los que recomienda la OMS se evitarían 659 muertes prematuras al año.
Xavier Basagaña, investigador del ISGlobal ha afirmado que “este estudio aporta nuevas evidencias sobre las consecuencias del carbón negro sobre la salud y refuerza la necesidad de incluirlo como un contaminante más a las directivas de la UE”.
Latin American Post | Andrea Rojas
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