CIENCIA Y TECNOLOGÍA

Los relatos narcóticos del Perú dejan a los historiadores husmeando por respuestas

En un laberinto oculto de corredores de piedra y habitaciones secretas, arqueólogos en Perú han descubierto huesos de aves ahuecados que se usaban para inhalar potentes sustancias psicoactivas. Estos hallazgos revelan una cultura elitista de rituales clandestinos con drogas en tiempos preincaicos y ofrecen nuevas perspectivas.

Una galería secreta de misterios

Los rituales eran un elemento esencial de la interacción social en los Andes centrales prehispánicos. Los estudios sobre el desarrollo de jerarquías sociopolíticas duraderas en la región suelen destacar la importancia social y política de las ceremonias públicas. En el sitio monumental de Chavín de Huántar, que data del Periodo Formativo Medio-Tardío (aproximadamente 1200–400 a.C.), así como en otros sitios de la misma época, los investigadores han sospechado desde hace tiempo que estos rituales incluían el uso de plantas psicoactivas. Sin embargo, hasta ahora no se habían encontrado restos tangibles de dichas plantas ni rastros químicos que confirmaran la presencia de compuestos psicoactivos en contextos rituales probables.

Recientemente, los arqueólogos desenterraron una “sala de drogas” secreta con unos 2,500 años de antigüedad en las tierras altas centro-norte de Perú. Escondida en el extenso centro ceremonial preincaico conocido como Chavín de Huántar, la cámara clandestina había sido sellada alrededor del año 500 a.C. y permaneció intacta hasta que comenzaron las excavaciones en 2017. En su interior, los investigadores encontraron 23 artefactos tallados en hueso de animal y concha—cucharas y tubos ahuecados que, tras un análisis químico, revelaron rastros de nicotina y dimetiltriptamina (DMT), un potente alucinógeno.

Daniel Contreras, arqueólogo de la Universidad de Florida, dijo por correo electrónico a Live Science que estos tubos de hueso huecos eran, en esencia, el equivalente antiguo de los accesorios de lujo que se ven en películas. “Los tubos son análogos a los billetes enrollados con los que los ricos esnifan cocaína en las películas”, explicó. Este fascinante hallazgo marca la primera confirmación científica directa de que se consumían sustancias psicoactivas durante ceremonias rituales en Chavín.

El sitio de Chavín fue un centro neurálgico de actividad cultural y religiosa entre 1200 a.C. y 400 a.C., siglos antes del Imperio Inca. Grandes plazas y construcciones monumentales de piedra dominaban el paisaje y, con el tiempo, las ampliaciones crearon una red de corredores cerrados y pequeñas habitaciones interiores. Estos espacios menores —conocidos como galerías— fueron escenarios de actividades rituales exclusivas. El hallazgo de una galería sellada repleta de “tubos para esnifar” y cucharas sugiere el papel crítico —y posiblemente secreto— que las sustancias psicoactivas desempeñaban en la vida espiritual del pueblo chavín.

Pistas alucinógenas en huesos antiguos

En un estudio publicado el 5 de mayo en la revista PNAS, Contreras y un equipo de arqueólogos analizaron los residuos químicos en los 23 artefactos descubiertos en Chavín. A través de análisis orgánicos y microbotánicos, identificaron nicotina de tabaco silvestre (Nicotiana) y semillas y hojas de vilca (Anadenanthera colubrina), una planta que contiene DMT. El diseño de los artefactos sugiere que se usaban como inhaladores para esnifar polvos finamente molidos hechos de estas sustancias.

“Los tubos se habrían usado —creemos— como inhaladores”, explicó Contreras a Live Science, “para tomar rapé por la nariz”. Estos tubos, posiblemente hechos con huesos de las alas de halcones peregrinos (Falco peregrinus), se encontraron principalmente en zonas de acceso restringido de Chavín, lo que sugiere que el uso de estas sustancias podría haber estado cuidadosamente reservado a una élite con poder e influencia.

Los investigadores plantean que estos rituales ayudaban a legitimar la jerarquía social. Dado que las pequeñas salas de galería solo podían acoger a un grupo selecto de personas, los individuos de élite probablemente tenían acceso exclusivo a estas poderosas experiencias psicoactivas. A través de ceremonias sagradas y encuentros sensoriales intensos, estos líderes privilegiados podían reforzar su estatus y presentarse como intermediarios con lo divino.

La galería recientemente sellada en Chavín guarda secretos que confirman una vieja suposición: que su gente usaba sustancias psicoactivas con fines rituales. Pero el hallazgo de residuos de nicotina y DMT prueba cuán específicamente se empleaban estas potentes sustancias botánicas. Aunque los arqueólogos y antropólogos habían sospechado durante mucho tiempo la presencia de drogas en estas prácticas ceremoniales, solo ahora existe evidencia científica concreta que identifica qué químicos se inhalaban.

Rituales, jerarquía y el camino al imperio

Chavín de Huántar se encuentra en una intersección cultural de los Andes. Las interacciones entre distintos grupos en este lugar formaron sistemas de creencias complejos. Antes de que los incas tuvieran poder, sociedades como la chavín sentaron las bases de construcciones monumentales, organizaciones religiosas complejas y arte cargado de simbolismo. Sus nuevas prácticas —entre ellas el uso de sustancias psicoactivas en rituales— parecen haber influido en los imperios posteriores: Tiwanaku, Wari y, finalmente, los incas.

Además, estos descubrimientos iluminan cómo se desarrollaban las estructuras sociales cambiantes en la región. Según Contreras, “una de las formas en que se justificaba o naturalizaba la desigualdad era mediante la ideología —a través de la creación de experiencias ceremoniales impresionantes que hacían creer a la gente que todo este proyecto era una buena idea”. La élite restringía el uso de rapé psicoactivo a ciertos miembros, lo que les permitía producir espectáculos que reforzaban su autoridad. Los trabajadores y personas de menor estatus eran persuadidos de apoyar proyectos culturales y de construcción a gran escala.

Los autores del estudio en PNAS enfatizaron que se necesitan más investigaciones para comprender plenamente el alcance y profundidad del uso de sustancias psicoactivas en los Andes antiguos. Bien podrían existir otras cámaras selladas o cavidades ocultas en Chavín y más allá, esperando revelar más evidencias de uso ritual de drogas. A medida que los arqueólogos exploran las galerías laberínticas del sitio, esperan descubrir más ejemplos de huesos tallados, conchas u otros artefactos con rastros químicos reveladores.

En el contexto más amplio de la historia andina, tales hallazgos subrayan que la complejidad espiritual y social de la región se alimentaba, al menos en parte, de experiencias ceremoniales controladas de conciencia alterada. Al dominar tanto la arquitectura de la intimidación —mediante enormes edificaciones de piedra— como la ingesta regulada de alucinógenos, los sacerdotes y líderes chavín explotaron una poderosa combinación de espectáculo y secreto.

Los historiadores observan paralelismos entre estas prácticas tempranas y los rituales incas posteriores que involucraban chicha (cerveza de maíz) y posiblemente otras sustancias, lo que sugiere una continuidad en las ceremonias alteradoras de la mente en los Andes. Al mismo tiempo, cada cultura adaptó estas sustancias a su narrativa religiosa, estructura de liderazgo e imperativos sociales. Así, la recientemente descubierta sala de drogas en Chavín ofrece una rara visión de un capítulo más antiguo y misterioso dentro de esta tradición evolutiva—uno que, siglos después, ayudaría a dar forma al tapiz espiritual de una de las regiones más notables del mundo antiguo.

Aunque los viajeros modernos acuden a sitios famosos como Machu Picchu, las revelaciones sobre Chavín nos recuerdan que los incas no fueron los primeros ni los únicos en llevar al límite los logros arquitectónicos, culturales y farmacológicos en estas tierras altas. De hecho, las galerías ocultas de Chavín albergan historias que siguen sorprendiendo a científicos y visitantes por igual, iluminando un mundo antiguo donde el poder sobrenatural, la estratificación social y la inhalación de potentes mezclas vegetales convergían en ceremonias secretas.

A medida que los investigadores amplían su enfoque hacia otras habitaciones enterradas entre escombros, esperan llenar más vacíos sobre estos ritos clandestinos. Cada nuevo artefacto descubierto —una cuchara tallada en una concha marina o un tubo de hueso ahuecado para rapé— nos acerca un paso más a comprender cómo las sociedades preincaicas entendían y utilizaban la influencia de las plantas psicoactivas. Para el equipo de Chavín, la verdadera razón del uso de drogas en los rituales apenas comienza a revelar la forma de pensar del mundo andino antiguo. Muchas preguntas quedan abiertas para su estudio en los viejos pasadizos de las altas tierras peruanas.

Este descubrimiento es esencial. Muestra que la actividad ritual fue a veces un factor clave en el desarrollo de estructuras sociopolíticas complejas. En los Andes centrales, hay pruebas de que los rituales ayudaban a formar lazos sociales y apoyaban planes políticos. Estas actividades a menudo implicaban estados mentales alterados. Este informe presenta hallazgos derivados de análisis químicos y microbotánicos independientes que confirman el uso de plantas psicoactivas en rituales institucionalizados durante el primer milenio a.C.

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Estos hallazgos indican que, incluso en sus etapas tempranas, las sociedades sociopolíticamente complejas ya estaban incorporando plantas psicoactivas en sus rituales. La identificación directa del contenido de estos implementos psicoactivos en el Perú prehispánico mejora nuestra comprensión del contenido y función de los rituales en Chavín de Huántar y otros centros monumentales tempranos.

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